'Ascotasuna'
No tengo ninguna duda de que Arnaldo Otegi lanz¨® un grito de apoyo a ETA con su 'Gora Euskadi ta askatasuna', que es lo que significa esa sigla. Ahora bien, si esa sigla significa eso, el significado de eso, de esas palabras, no se limita a esa sigla. Cualquier ciudadano vasco podr¨ªa haberlas pronunciado sin estar por ello apoyando necesariamente a ETA, de la misma manera que cualquier leon¨¦s, pongamos por caso, no comete delito alguno si grita 'viva Le¨®n y la libertad', que es a lo que viene a equivaler esa expresi¨®n tan controvertida estos d¨ªas. Quede claro que no trato de disculpar a nadie con esta matizaci¨®n que yo consideraba archisabida, pero determinados comentarios escuchados esta semana me han mostrado la ignorancia que existe sobre el asunto y las peligrosas derivaciones a que da lugar.
Ignoro la distinci¨®n penal que pueda existir entre los delitos de apolog¨ªa del terrorismo y los delitos propiamente terroristas, que es lo que se discute estos d¨ªas tras la decisi¨®n del Tribunal Supremo de archivar la querella de la Fiscal¨ªa contra Otegi. Sin restarle importancia a la discusi¨®n, lo que me preocupa del asunto es que un enunciado absolutamente l¨ªcito de una lengua pueda pasar a ser considerado delictivo. Que cualquier ciudadano pueda estar cometiendo un delito por gritar 'viva Euskadi y la libertad' si lo hace, y aqu¨ª est¨¢ lo grave, y s¨®lo si lo hace en lengua vasca -que es en la que coincide con su acr¨®nimo ETA-, me parece que puede conllevar unas consecuencias que no s¨¦ si se han sopesado. Si partimos de que el significado de la expresi¨®n no es delictivo -no lo es dicho en castellano o en cualquier otra lengua que no sea el euskera-, podemos concluir que es sobre el veh¨ªculo formal, sobre la lengua vasca, sobre la que se carga el delito, de modo que ¨¦sta queda mutilada por prohibici¨®n y sometida a un agravio comparativo en un enunciado cuya importancia pol¨ªtica es considerable.
La mutilaci¨®n puede parecer m¨ªnima e irrelevante, pero supone, ni m¨¢s ni menos, atribuirle en exclusiva a ETA la defensa de unos valores como son la tierra y la libertad en su vinculaci¨®n con la lengua vasca. Lo que podr¨ªa ser ya de facto patrimonio de cualquier ciudadano que as¨ª lo quisiera, pasa a ser, al engrosar con toda su carga simb¨®lica el campo de lo prohibido, testimonio de una marginaci¨®n inexistente y patrimonio de una organizaci¨®n terrorista con la que se le identifica. No podemos cargar en exclusiva en el haber de ETA y su mundo nada que nuestro ordenamiento jur¨ªdico actual considere l¨ªcito y que forma parte de las reivindicaciones o de la pr¨¢ctica cotidiana de ciudadanos de ley. Y lo triste es que lo hacemos, otorg¨¢ndole de esta forma una representatividad de la que carece. El ¨²nico patrimonio de ETA y su mundo es el crimen, y as¨ª hay que record¨¢rselo. No tiene ning¨²n otro. Arnaldo Otegi jam¨¢s hubiera sospechado que pudiera sacarle tanta rentabilidad a un acto de cobard¨ªa.
A veces tengo la impresi¨®n de que la sociedad vasca se mueve a tontas y a locas, tambi¨¦n institucionalmente, y que los ¨²nicos que tienen las cosas claras son los del mundo del terror. Esa claridad es espeluznante y se mantiene s¨®lida gracias al poder de las armas, aunque cabr¨ªa preguntarse si los dem¨¢s no les ofrecemos a veces demasiadas bazas. Nuestras instituciones, por ejemplo, parecen actuar contra s¨ª mismas, cuestionando sin rumbo, y dando la impresi¨®n de que lo hacen por el simple deporte de cuestionarlos, sus propios fundamentos. Las declaraciones del lehendakari Ibarretxe sobre la necesidad de saber euskera para ser vasco me parecen muy graves en ese sentido, ya que cuestionan la base misma que define nuestra ciudadan¨ªa, o sea nuestro ser vasco, el Estatuto. Y el lehendakari podr¨¢ so?ar y chiquitear con el ser para decidir, pero lo que no puede es cuestionar el ser de la ciudadan¨ªa que lo ha elegido para que la represente y gobierne. El uso y ense?anza del euskera se hallan necesitados de un gran debate, sin tab¨²es, del que no pueden quedar al margen las fuerzas pol¨ªticas no nacionalistas. Si estas s¨®lo se limitan a fiscalizar abusos, dar¨¢n siempre la impresi¨®n de considerar ajena la lengua de un sector importante de la poblaci¨®n, al que tambi¨¦n debieran representar. Conviene denunciar abusos, pero conviene igualmente apoyar al euskera all¨ª donde haya que hacerlo, actitud que requiere quiz¨¢ un paso previo: un debate, no sobre el euskera, sino sobre las lenguas, sobre las dos, y sobre las medidas que garanticen la libertad de su uso. Es necesario levantar el silencio.
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