'Le Pen tortur¨® a mi padre. Yo lo vi'
Mi padre se agitaba. Su est¨®mago se hab¨ªa vuelto enorme. Un paracaidista le salt¨® encima. En su boca hab¨ªan colocado una toalla que de vez en cuando le quitaban. Entonces vomitaba. Inmediatamente despu¨¦s le hac¨ªan tragar de nuevo litros y litros de agua mezclada con jab¨®n y alguna otra porquer¨ªa. Y as¨ª sucesivamente'.
Mohamed Cherif Mulay ten¨ªa 12 a?os cuando, en la noche del 2 al 3 de marzo de 1957, vio, junto con su madre y sus cinco hermanos, torturar a su padre en el patio de su casa del n¨²mero 7 de la calle Abenc¨¦rages, en plena casbah, el viejo barrio ¨¢rabe de Argel. Del martirio y posterior asesinato de su progenitor acusa a Jean-Marie Le Pen, el l¨ªder del ultraderechista Frente Nacional franc¨¦s. Para respaldar su denuncia, Mulay tiene una prueba material.
'Escuchamos un ruido met¨¢lico, como el cierre de la tienda. Era una r¨¢faga de ametralladora con la que acabaron con mi padre'
Tras aquella horrible noche, Mulay supo dos cosas: su padre era un importante dirigente del FLN y el paracaidista era Le Pen
Durante largos a?os guard¨® silencio sobre aquel tr¨¢gico recuerdo de su infancia, pero en 1985, cuando Le Pen fue elegido diputado del Parlamento Europeo, Mohamed Cherif Mulay sali¨® de su reserva para recordar qui¨¦n era. Diecisiete a?os despu¨¦s, cuando Le Pen logr¨® ser candidato en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, vuelve a contar su secreto. 'Di un respingo cuando vi ese 17% de sufragios que obtuvo. Ese hombre tiene las manos ensangrentadas'.
Cuarenta y cinco a?os antes, Le Pen, que ten¨ªa 28, aparc¨® provisionalmente su mandato de diputado por el partido poujadiste, y se alist¨® por un periodo de tres meses que pasar¨¢ en una Argelia donde los independentistas del Frente de Liberaci¨®n Nacional (FLN) estaban en guerra contra el Ej¨¦rcito colonial franc¨¦s. El m¨¢s joven parlamentario franc¨¦s lo hizo, seg¨²n explicar¨¢ m¨¢s tarde, para dar ejemplo y 'mostrar su solidaridad con los j¨®venes' del continente.
Teniente del primer regimiento extranjero de paracaidistas (1er REP), adscrito a la divisi¨®n del general Massu, Le Pen desembarca en la colonia en plena batalla de Argel. Massu acaba entonces de obtener plenos poderes para acabar con la oleada de atentados perpetrados por el FLN. A Le Pen se le encomiendan labores de inteligencia.
Detenci¨®n
En torno a las diez de la noche del 2 de marzo de 1957, 'una veintena de paracaidistas rompieron la puerta de casa con un hacha y un pico', recuerda Cherif Mulay, quien a sus 57 a?os es un joven jubilado de Sonalgaz, uno de los mastodontes del sector p¨²blico argelino. 'Mi padre tem¨ªa ser detenido en cualquier momento. La v¨ªspera ya hab¨ªan venido a buscarle a casa, pero no estaba. En su lugar se llevaron a su cu?ado, Rachid Bahriz', al que torturaron con un soplete.
Tan convencido estaba Ahmed Mulay de que pod¨ªan venir a por ¨¦l, que se acost¨® vestido dejando s¨®lo los zapatos al pie de la cama. 'Cuando irrumpieron quiso calzarse, pero los paracaidistas le dijeron que no merec¨ªa la pena. Lo ¨²nico que le dio tiempo a decirle a mi madre fue: oc¨²pate de los ni?os'.
Madre e hijos asistieron, escuch¨¢ndolo, a la primera parte del suplicio de su padre en el mismo patio de su casa. 'Los gritos eran horribles', rememora a¨²n emocionado Mohamed Cherif Mulay. 'Se o¨ªan en todo el edificio'. Entre dos tandas de violencia, Le Pen chillaba a su v¨ªctima: 'Dame un solo nombre y te doy mi palabra de soldado de que salvar¨¢s la vida'.
Ahmey Mulay no soltaba prenda. Los soldados condujeron entonces a este electricista, de 42 a?os, a su tienda-taller, distante una veintena de metros de su vivienda, donde reparaba y vend¨ªa electrodom¨¦sticos. 'All¨ª el interrogatorio continu¨® a base de descargas el¨¦ctricas', prosigue su hijo, al que los vecinos de aquel comercio contaron despu¨¦s lo sucedido.
'De pronto escuchamos un ruido que nos pareci¨® met¨¢lico, como si hubiesen echado el cierre de la tienda y se estuviesen marchando. Mi madre fue la ¨²nica en comprender lo que hab¨ªa sucedido. Se trataba en realidad de una r¨¢faga de metralleta, con la que hab¨ªan acabado con la vida de mi padre'. Poco antes de dispararle a quemarropa, los paracaidistas vistieron a su v¨ªctima desnuda y regresaron a su casa para pedirle a su mujer una camisa limpia que ponerle.
Madre e hijos se encontraron al padre tendido en el suelo con el pecho acribillado de balas y las comisuras de la boca desgarradas con una cuchilla para, probablemente, hacerle engullir m¨¢s cantidad de agua m¨¢s r¨¢pidamente. 'Su cuerpo estaba tambi¨¦n repleto de quemazones provocados por las descargas'.
Tras aquella horrible noche, Mohamed Cherif Mulay supo dos cosas: su padre era un importante dirigente en la clandestinidad del FLN, y el teniente de paracaidistas que irrumpi¨® en su casa se llamaba JM Le Pen. Al d¨ªa siguiente de la muerte de su progenitor descubri¨® en un pasillo un cintur¨®n de tela caqui y un pu?al. 'Los escond¨ª, sin saber por qu¨¦ lo hac¨ªa, en el armario del contador de la luz'. En el pu?al aparecen grabadas las palabras 'JM Le Pen 1er REP'. Desde entonces lo guarda como oro en pa?o en el aparador de su casa.
Nuevo registro
En dos d¨ªas sucesivos, Le Pen y un pu?ado de soldados volvieron al domicilio de los Mulay y a la tienda de la casbah para registrarlas. 'Nunca dijeron lo que buscaban, pero supongo que era el arma', sospecha Mohamed Cherif Mulay, quien vio en varias ocasiones al que hoy d¨ªa encabeza el partido ultraderechista.
La viuda quiso poner una denuncia. Acudi¨® primero a la comisar¨ªa del barrio, 'pero la polic¨ªa le contest¨® que su marido hab¨ªa sido v¨ªctima de un ajuste de cuentas entre fellagahs (bandidos argelinos). La gendarmer¨ªa, de la que la poblaci¨®n ind¨ªgena se fiaba algo m¨¢s, inici¨® tambi¨¦n una investigaci¨®n y el peque?o Mohamed le entreg¨® incluso el cintur¨®n, sin el pu?al, como prueba del paso de los paracaidistas por su casa. Su conclusi¨®n no fue m¨¢s alentadora: Ahmed Mulay fue tiroteado cuando intentaba huir. '?Y eso que ten¨ªa las balas incrustadas en el pecho y no en la espalda!', se escandaliza su hijo.
D¨ªas despu¨¦s, su madre fue convocada por un tal capit¨¢n Moli¨¨re en un cuartel militar. La acompa?¨® su hijo Mohamed porque era el primog¨¦nito y necesitaba un int¨¦rprete, ya que la viuda no sab¨ªa franc¨¦s. 'Le advirti¨® de que no siguiera removiendo el asunto porque ella tambi¨¦n podr¨ªa acabar teniendo problemas', recuerda el traductor improvisado.
Le Pen regres¨® a Francia 28 d¨ªas despu¨¦s de su visita a la casa de los Mulay no sin que antes el general Massu le condecorase con la Cruz del M¨¦rito Militar. Mohamed Cherif Mulay no sale de su asombro. '?Qu¨¦ m¨¦rito tiene un hombre que no peg¨® tiros en el frente, sino que tortur¨® a civiles indefensos?', se pregunta.
El editor argelino Hamid Busselham publicar¨¢ dentro de un mes un libro, Torturados por Le Pen (editorial Rahme), en el que recoge una veintena de testimonios de compatriotas suyos que lograron sobrevivir al tormento al que les someti¨® el presidente del Frente Nacional. En total, unas 40.000 personas desaparecieron durante la guerra de Argelia; la mayor¨ªa de ellas fueron torturadas.
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