C¨ªrculo no correspondido
'En una ¨¦poca tan densa de historia social y econ¨®mica como la victoriana y tan rica en nuevos enfoques cient¨ªficos, resulta natural que el arte refleje intereses de orden pr¨¢ctico con ins¨®lita amplitud. Ello se revela sobre todo de manera evidente en la novela, que a menudo es una novela de tesis'. La clara y precisa afirmaci¨®n de Mario Praz viene que ni pintada para aplicarla a esta voluminosa novela de la se?ora Gaskell, ejemplo impecable de novela moralista reflejo de su ¨¦poca. No es una de las grandes novelas del periodo, pues su autora no es George Eliot o Emily Bront?, pero es toda una novela.
La se?ora Gaskell (1810-1865) estructura muy bien su historia. En primer lugar, coloca al narrador -que en sus reflexiones sobre determinadas actitudes se identifica con la autora- medio siglo despu¨¦s de los acontecimientos, lo cual quiere decir que est¨¢ contando un suceso pasado y concluido. Establece, pues, una perspectiva y organiza su exposici¨®n de los hechos; esa misma distancia es la que le permite establecer categor¨ªas morales, pues cada vez que muestra una injusticia o un atraso o un sentimiento trasnochado o una actitud ya superada, puede establecer la comparaci¨®n entre dos ¨¦pocas que da pie al juicio moral. La autora, muy aguda en el tratamiento psicol¨®gico de los personajes, culta y abierta en sus reflexiones y favorable al progreso, interviene directamente -con sus reflexiones- o indirectamente -con sus escenas-. La obra tiene, pues, cobertura para 'ense?ar deleitando'. Sin embargo, no est¨¢ escrita en la ¨¦poca de sir Philip Sidney, sino en el Romanticismo y, por ah¨ª, el deleite se hace m¨¢s realista y el mundo que retrata muestra una ense?anza m¨¢s amarga.
LOS AMORES DE SYLVIA
Elizabeth Gaskell Traducci¨®n de Dami¨¢n Alou Del Bronce. Barcelona, 2002 672 p¨¢ginas. 22 euros
La trama es convencional: un hombre m¨¢s bien reflexivo y retra¨ªdo (Philip) ama a una bella prima suya que no le corresponde m¨¢s que con afecto fraternal (Sylvia); ¨¦sta, a su vez, cae prendada por un valeroso arponero (Charley) y otra muchacha menos agraciada (Hester) ama en silencio a Philip, que la ve como una hermana. El que pone en marcha el conflicto dram¨¢tico es Philip, hombre prudente y honesto que, al cometer una felon¨ªa, se convierte en protagonista. ?ste es un acierto de la autora, pues el personaje es ambiguo, lo que le da car¨¢cter y complejidad. Los dem¨¢s -incluida Sylvia- son m¨¢s de una pieza, no se salen de su papel. Sylvia es la protagonista aparente, Philip el real. Y eso as¨ª porque la novela est¨¢ concebida como melodrama y en el melodrama puede haber doblez moral, pero no suele haber complejidad.
Un tercer asunto es el retrato de una sociedad campesina y de peque?os comerciantes, primaria y moralista. V¨¦ase este comentario acerca de un modo de entendimiento rural del matrimonio: 'Entre gentes sin estudios -cuyos intereses no van m¨¢s all¨¢ de las peripecias cotidianas- es natural que cuando se apagan los primeros rubores e ¨ªmpetus de la juventud no se halle satisfacci¨®n en conversar con el otro sexo'. La propia Sylvia -bella, joven, encantadora...- no quiere aprender a leer y escribir, lo cual es chocante, y su idea del mundo no sale del ¨¢mbito de la casa y el pueblo. En conjunto, la descripci¨®n de la vida rural es producto de una mirada reflexiva sobre el pasado desde una mirada m¨¢s cosmopolita, pero admirablemente recreadora.
La tesis abunda en la idea de que la bondad es, para la autora, la capacidad de ponerse en el lugar de los dem¨¢s y ser generoso. A ello se contrapone el ego¨ªsmo. Entre ambos polos se desarrolla la novela en distintas gradaciones seg¨²n el papel de cada uno. La escena final es un prodigio de melodrama exprimido al m¨¢ximo y, como tal, una apoteosis. Gaskell trabaja describiendo a fondo: lugares, costumbres, labores, vida social, etc¨¦tera, que arropa hist¨®ricamente. Es la ordenada relatora de una vida m¨¢s bien estrecha, sin alicientes -en la que el 'factor humano' juega un papel de importancia-, y una narraci¨®n impecablemente tramada, muy bien contada y de una lucidez que la mantiene viva siglo y medio m¨¢s tarde.
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