Malsana aceleraci¨®n
Nueve meses -se cumplen ma?ana- despu¨¦s, cabe observar que el 11-S, entre otras cosas, produjo una aceleraci¨®n de tendencias que estaban en curso antes del fat¨ªdico ataque. ?De qu¨¦ se hablaba antes y de qu¨¦ se habla despu¨¦s? Bastante de lo mismo, sobre todo en tres ¨¢mbitos malsanos, origen de enormes tensiones.
Islamofobia y xenofobia. Los sentimientos en Occidente, y en otros lugares, contra el islam, as¨ª como contra la inmigraci¨®n, estaban en auge, especialmente en una derecha xen¨®foba que ven¨ªa creciendo desde antes (v¨¦ase al respecto Las nuevas voces del odio, de Nicholas Fraser, publicado en 2001). Incluso un Gobierno contaminado como el dan¨¦s, por no hablar del expulsionismo de Berlusconi, Fini y Bossi, ha aprobado no una ley de inmigraci¨®n, sino una ley propiamente xen¨®foba. Algunos, desde el miedo al otro, ven en el islam un sustituto de la Uni¨®n Sovi¨¦tica como nuevo enemigo. Sin duda en el mundo isl¨¢mico hay problemas de adaptaci¨®n, aunque cabe considerar que en parte algunos movimientos fundamentalistas pueden ser la v¨ªa de modernizaci¨®n del islam, y a menudo, llegan con sus acciones sociales a donde no llega el Estado.
?Qui¨¦n prefiere el Ir¨¢n del Shah al actual, aparte de EE UU? Sin embargo, el resultado de la pol¨ªtica de Bush es que los integristas en Ir¨¢n se est¨¢n fortaleciendo frente a la mayor¨ªa reformista. En todo caso, el islam no puede ser el enemigo. En Europa viven m¨¢s de 18 millones de musulmanes y el islam es un magma, sin centro ni unidad, salvo geosocial. La islamofobia contribuye a crear ese sentido de pertenencia desde Indonesia a Mauritania, con un centro s¨ªsmico en un Oriente Pr¨®ximo en el que, cabe recordarlo, Arafat no se ha envuelto en la bandera religiosa. La Uni¨®n Europea, que se conformaba hace un a?o con llegar en un lustro a una pol¨ªtica com¨²n de inmigraci¨®n en cinco a?os, ahora quiere acelerarla para cerrarse.
Imperio. Antes del 11-S se discut¨ªa si Estados Unidos era o deb¨ªa ser un imperio. El atentado, en buena parte, decant¨® la cuesti¨®n. Imperio, como hiperpotencia que quiere aliados, pero que si no le siguen no dejar¨¢ de actuar, incluso con acciones militares preventivas contra posibles grupos terroristas o pa¨ªses que los apoyen como ha declarado el propio Bush. En este marco se sit¨²a tambi¨¦n el empuje en el gasto militar, no s¨®lo derivado de la guerra de Afganist¨¢n, sino de la puesta en marcha de algunos programas que tambi¨¦n se estaban dise?ando antes, como la defensa contra misiles bal¨ªsticos. Seg¨²n el historiador Paul Kennedy, el gasto militar de EE UU ha pasado a representar el 40% del mundial.
Seguridad frente a libertad. La demanda de m¨¢s autoritaridad, incluso autoritarismo, estaba bastante generalizada en muchas sociedades. Las preocupaciones por la seguridad, general y ciudadana, tambi¨¦n. El 11-S ha llevado a que el discurso pol¨ªtico se centre en la seguridad, aunque sea a costa de la libertad. Pues con las libertades civiles se est¨¢n viendo seriamente erosionadas, sobre todo en Estados Unidos, donde si el Congreso aprueba la Ley Patri¨®tica, algunos parlamentos de los Estados refuerzan las medidas de intrusismo en la privacidad, u otras que merman el Estado de derecho. Quiz¨¢s convendr¨ªa recordar, con Isaiah Berlin, que 'la libertad es la libertad; no la igualdad, ni la belleza, ni la justicia, ni la cultura, ni la felicidad humana, ni la paz de conciencia'.
Y frente a la aceleraci¨®n, lentitud en finalizar la guerra de Afganist¨¢n, que sigue, mientras EE UU se siente en guerra y pendiente de ser atacado de nuevo, el Gobierno afgano no est¨¢ asentado, y hay un peligro de desbordamiento del conflicto a Pakist¨¢n, convertido en aliado indispensable de Estados Unidos, cuando es un r¨¦gimen no democr¨¢tico, que alberga terroristas y refugio de muchos miembros huidos de Al Qaeda, y que, adem¨¢s, posee armas de destrucci¨®n masiva, condiciones que, en otra situaci¨®n, hubieran situado a Islamabad en el eje del mal de Bush. Seguimos sin saber el paradero de Bin Laden, del mul¨¢ Omar, o qui¨¦n envi¨® los sobres con ¨¢ntrax en EE UU.
aortega@elpais.es
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