'Los f¨ªsicos que dise?aban las armas nucleares viv¨ªan para probarlas'
La palabra 'antrop¨®logo' probablemente traiga a la mente im¨¢genes de Margaret Mead en Samoa o de Bronislaw Malinowski entre los ind¨ªgenas de las islas Trobriand. Pero la investigaci¨®n de Hugh Gusterson, de 43 a?os, profesor de Antropolog¨ªa del Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts (MIT), no se centra en ind¨ªgenas isle?os, sino b¨¢sicamente en hombres blancos y ricos con un doctorado a sus espaldas. Gusterson lleva desde 1984 estudiando a los cient¨ªficos especializados en armas nucleares de los Laboratorios Nacionales de Livermore y Los ?lamos de Estados Unidos, explorando la forma en que asumen los acontecimientos que hacen tambalear culturas, como la disoluci¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y la moratoria sobre las pruebas de armas nucleares.
'La gente sol¨ªa decir que la f¨ªsica tiene algo de embriagador'
'Cuando se suspendieron los ensayos creyeron que se deshar¨ªan de ellos'
Pregunta. ?Por qu¨¦ se decidi¨® a estudiar los usos y costumbres de los cient¨ªficos expertos en armas nucleares?
Respuesta. Para m¨ª empez¨® en los a?os ochenta. Estaba haciendo cursos de posdoctorado en Stanford, y me hab¨ªan admitido en Antropolog¨ªa Africana. Previamente hab¨ªa trabajado como activista a favor de la congelaci¨®n nuclear en San Francisco. En cuanto mi mente se relajaba, s¨®lo pensaba en la carrera armament¨ªstica, en por qu¨¦ exist¨ªa y en c¨®mo pararla. Un d¨ªa me enviaron a un instituto para debatir con Tom Ramos, un dise?ador de armas del Livermore, el famoso laboratorio de armas nucleares. Me qued¨¦ muy sorprendido al descubrir que verdaderamente me gustaba como persona. Empec¨¦ a preguntarme m¨¢s qu¨¦ tipo de personas eran. De vuelta en Stanford empec¨¦ a pensar en dejar ?frica y hacer trabajo de campo en Livermore, que s¨®lo estaba a una hora en coche de la universidad. En 1984 no era corriente hacer trabajo de campo en la cultura propia.
P. ?C¨®mo logr¨® abrirse camino en una comunidad de cient¨ªficos?
R. En mi departamento hab¨ªa un estudiante de licenciatura cuyo padre trabajaba en Livermore. As¨ª que una tarde me present¨¦ all¨ª, con la intenci¨®n de hablar con ¨¦l sobre la posibilidad de llevar a cabo esta investigaci¨®n. Pero este caballero, que era dise?ador de armas, me pregunt¨® inmediatamente si tra¨ªa un cuaderno, y cuando le respond¨ª que s¨ª, me dijo: 'Ahora te voy a contar la historia de mi vida'. Proced¨ªa de una familia aristocr¨¢tica de Corea del Norte. Hab¨ªa escapado de all¨ª muy joven. Al llegar a Estados Unidos estudi¨® F¨ªsica. Quer¨ªa trabajar en el campo de las armas nucleares para contribuir a la lucha contra el comunismo. Me traslad¨¦ a la ciudad de Livermore. Mis compa?eros de piso sol¨ªan trabajar en el laboratorio. Iba a las iglesias, a los bares, al grupo de solteros de la ciudad. Al mediod¨ªa com¨ªa en el laboratorio.
P. ?Qu¨¦ diferencia hay entre sus m¨¦todos para conocer a los cient¨ªficos y el espionaje?
R. Siempre me identificaba y explicaba lo que hac¨ªa. En Antropolog¨ªa hay unos c¨®digos ¨¦ticos estrictos. La gente tiene el derecho de no ser estudiada si no lo desea.
P. ?Qu¨¦ tipo de informaci¨®n consigui¨® pasando el rato con los cient¨ªficos?
R. Para empezar, me sorprendi¨® descubrir la cantidad de cient¨ªficos expertos en armamento que eran liberales, al menos en Livermore. Los ?lamos, en Nuevo M¨¦xico, es un lugar algo m¨¢s republicano. De j¨®venes, muchos de los de Livermore hab¨ªan sido activistas contra la guerra de Vietman, y algunos hab¨ªan sido activistas del movimiento a favor de los derechos civiles. Uno se hab¨ªa manifestado contra la guerra de Vietnam, pero, cuando sali¨® de la facultad, el mercado laboral estaba muy mal. Decidi¨® que si aceptaba un trabajo como dise?ador de armas convencionales acabar¨ªa haciendo armas para matar a la gente, pero como dise?ador de armas nucleares ten¨ªa la sensaci¨®n de que har¨ªa armas que salvar¨ªan la vida de las personas a trav¨¦s del refuerzo de la disuasi¨®n.
P. ?Eran los dise?adores de armas personas interesantes?
R. Muchas veces eran inconformistas, exc¨¦ntricos. Uno de mis favoritos era uno que cuando hice una presentaci¨®n de mi investigaci¨®n se present¨® vestido con un taparrabos y llevaba una cabeza de cabra con unos cascabeles dentro. Cada vez que explicaba algo, ¨¦l agitaba la cabeza de cabra. Supongo que me hac¨ªa burla, diciendo: 'Somos tus hombres primitivos, tus ni?os de la selva'.
P. Entonces, ?qu¨¦ era lo que mov¨ªa a los cient¨ªficos?
R. Algunas personas, como el cient¨ªfico coreano, quer¨ªan luchar contra el comunismo. A otros les gustaba trabajar en un lugar que contaba con los mejores equipos, ten¨ªa mucho personal de apoyo y una ciencia interesant¨ªsima que estudiar. La gente sol¨ªa decir que la f¨ªsica tiene algo de embriagador. Intentar imaginar c¨®mo hacer que las armas produzcan una explosi¨®n mayor con menos plutonio y c¨®mo rehacer la configuraci¨®n interna del arma acaba volvi¨¦ndose muy fascinante. Estos hombres trabajaban 60, 70, 80 horas por semana, y viv¨ªan para que sus dise?os se probaran. Estaban haciendo una peque?a estrella. Una bomba de hidr¨®geno es una estrella peque?a creada en la tierra. Me fascin¨® el significado que ten¨ªan las pruebas para estos cient¨ªficos. El que pertenec¨ªa a la ¨¦lite de los dise?adores pasaba 18 meses prepar¨¢ndose para ese acontecimiento, que dura lo que un bizcocho a la puerta de un colegio.
P. ?Por qu¨¦ era tan importante probar las armas?
R. Porque era cuando recib¨ªan la informaci¨®n necesaria. Averiguaban si hab¨ªan comprendido la f¨ªsica que hace que la bomba estalle y si estallaba con la fuerza que hab¨ªan previsto. Creo que tienen la sensaci¨®n de un poder trascendente: ?es la mayor explosi¨®n posible, explosi¨®n cuya causa es tu bomba! Pero tambi¨¦n creo que era el momento en que los cient¨ªficos se convenc¨ªan, en el nivel inconsciente m¨¢s profundo, de que ellos son quienes controlan las armas, y no al rev¨¦s. Pero tambi¨¦n creo que a los cient¨ªficos sencillamente les gusta hacer experimentos.
P. ?C¨®mo reaccionaron sus sujetos al alto en las pruebas nucleares estadounidenses de 1992?
R. Hablaban mucho de que se deshar¨ªan de ellos. Un tipo puso un cartel en la puerta de su despacho que dec¨ªa: 'Trabajo a cambio de comida'. Pero parte de esta ansiedad se calm¨® cuando la Administraci¨®n de Clinton lleg¨® a un acuerdo con los laboratorios de armas. El Gobierno se comprometi¨® a comprarles todo tipo de equipos car¨ªsimos que simulaban pruebas de armas nucleares. Pero los m¨¢s veteranos dec¨ªan que no hab¨ªa nada que pudiera sustituir una prueba nuclear en directo. Los m¨¢s j¨®venes sent¨ªan cierta nostalgia melanc¨®lica por haberse perdido algo importante.
P. ?C¨®mo ve¨ªa los matrimonios y las relaciones personales de sus cient¨ªficos expertos en armas?
R. Muchas veces encontraba cierta distancia emocional en sus relaciones. De todas formas, creo que el temperamento de los f¨ªsicos no es muy dado a la intimidad emocional.
P. ?En qu¨¦ le ha cambiado el contacto con estos cient¨ªficos?
R. Empec¨¦ el proyecto como muchos activistas antinucleares, convencido de que la bomba era una amenaza para la supervivencia humana, con miedo y pesadillas. Lo interesante fue que con el paso del tiempo absorb¨ª la sensaci¨®n de naturalidad que los cient¨ªficos tienen con la bomba.
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