El padre
Del hombre miro siempre las manos, canta Raimon. Y de la gente, a cierta edad, hay que mirar en qu¨¦ se parecen a sus padres, o c¨®mo los tratan, e incluso qu¨¦ viajes aceptan hacer con ellos: la prueba de la madurez se establece cuando ya puedes viajar, otra vez, con tu padre. Y parece que Hierro tiene una relaci¨®n excelente con su padre, viaja con ¨¦l. Eso es bueno para tener una buena relaci¨®n con la vida, viajar con el padre. Desde Freud al padre parece que hay que llevarle escondido, ni siquiera en la cartera; aunque es lo que nos acerca a la tierra, parece que ha de ser desterrado, mantenido a distancia. Eso es lo que dice la literatura; en la vida ya se mezclan otras cosas y la verdad es que los padres quedan mejor parados en la realidad que en la ficci¨®n. Aun as¨ª, es bueno recordar que en la liga Madre-Padre la madre vence por goleada; a la madre se le dedican los mejores refranes y las jaculatorias m¨¢s positivas. De hecho, ahora que Casillas se ha convertido en el h¨¦roe nacional no ha sido el padre de Iker sino la madre del muchacho la que ha salido de su casa, de su tienda y de su barrio a decir el ol¨¦ que le estaban pidiendo. Y como madre no hay m¨¢s que una y la de Casillas ahora vale por muchas madres, asiste a su gloria con la sensatez que se le supone a las madres.
A ese respecto, Hierro dio una lecci¨®n, pues se llev¨® a su padre desde el principio del campeonato, mostrando en p¨²blico un detalle muy especial. Ah¨ª estaba el hombre mayor, como una sombra devota, dando ¨¢nimos al combatiente: la vida est¨¢ en el c¨¦sped, en la grada queda su espectador. Luego se ha visto que le hab¨ªa convocado con m¨¢s razones a¨²n, pues este gran jugador que ha hecho de su fuerza una leyenda y de su manera de ser uno de sus m¨¢s contundentes atributos f¨ªsicos ha tenido la inteligencia de decir adi¨®s a todo esto cuando todo el mundo estaba cantando victoria: se parece a Indur¨¢in d¨¢ndole la vuelta al aire en un mundial del ciclismo. Indur¨¢in no tuvo all¨ª padre como testigo, pero en las l¨¢grimas del central del Madrid estaba sin duda presente ese cord¨®n umbilical que en Corea del Sur no pod¨ªa sentir con nadie m¨¢s ni de mejor forma que con el padre que le ayud¨® a ser Fernando Hierro. Los que le dicen cateto tienen que a?adir ahora que Hierro es un caballero de padre y muy se?or m¨ªo.
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