El esp¨ªritu del materialismo
Slavoj Zizek es uno de esos discretos laboratorios de ideas que piensan lo que habitualmente no se piensa. Es falso eso de que, en pol¨ªtica, 'ya no hay ideas'. Las hay, lo que pasa es que son vitandas porque su novedad no consiste en proponer respuestas milagrosas, sino en cambiar el planteamiento de los problemas. Este autor esloveno, desconocido en Espa?a, pero bien reconocido en Francia, Alemania o Estados Unidos, es una buena muestra de lo fecundo que puede ser un pensamiento que en lugar de repasar t¨®picos se fija en lo que realmente da que pensar.
Los materiales con los que trabaja Zizek son harto dispares: el psicoan¨¢lisis lacaniano, el idealismo alem¨¢n, el marxismo, el pensamiento jud¨ªo, la literatura paulina, el cine, la an¨¦cdota pol¨ªtica o el chiste, todo ello al servicio de un an¨¢lisis de lo traum¨¢tico -pulsi¨®n de muerte- en la existencia que llega hasta el horror pol¨ªtico. Si ¨¦l se define materialista paulino no es por inter¨¦s confesional -no oculta su ate¨ªsmo-, sino porque no est¨¢ dispuesto a trivializar lo sagrado con las lecturas convencionales.
EL FR?GIL ABSOLUTO O ?POR QU? MERECE LA PENA LUCHAR POR EL LEGADO CRISTIANO?
Slavoj Zizek
Traducci¨®n de Antonio Gimeno
Pre-Textos. Valencia, 2002
215 p¨¢ginas. 14,45 euros
A diferencia del pesamiento
pol¨ªticamente correcto que supone una querencia natural a la virtud o a la convivencia, alterada por una violencia exterior, ya sea de tipo f¨ªsico o metaf¨ªsico, Zizek se pregunta por qu¨¦ lo que nos parece ser no se corresponde con lo que es, por qu¨¦ no sabemos lo que nos parece. Basta redactar una ley para darnos cuenta de la injusticia que cometemos con su aplicaci¨®n. Lo mismo cabr¨ªa decir a prop¨®sito de esas grandes construcciones occidentales sobre la verdad, la moral o la pol¨ªtica.
Lo que le interesa a Zizek es ese escenario originario, anterior a todo juicio, que condiciona nuestros conocimientos. Es un escenario o esquema traum¨¢tico porque es el resultado no s¨®lo de grandes y exitosos esfuerzos que podemos identificar, sino tambi¨¦n de grandes fracasos, de constantes injusticias que hemos reprimido. La palabra, la cultura que nos acoge desde que nacemos no es inocente. Tiene ese trauma y s¨®lo funciona en la medida en que el trauma es reprimido. Un pensamiento progresista que s¨®lo se preocupe de desarrollar la tradici¨®n expl¨ªcita no har¨¢ m¨¢s que ahondar en la repremisi¨®n y agravar el trauma.
Esa intuici¨®n puede expresarse en t¨¦rminos psicoanal¨ªticos, como hace Lacan cuando habla de 'fantasma fundamental' o de 'mentira primordial'; en t¨¦rminos filos¨®ficos como hace Heidegger, cuando define la verdad como un claro que rompe la oscuridad previa del bosque, o en t¨¦rminos pol¨ªticos como hace Walter Benjamin cuando comprende el presente como el lado victorioso de la historia, soportado, sin embargo, por los derrotados que han pagado el precio del progreso.
Si el libro lleva el subt¨ªtulo de ?Por qu¨¦ merece la pena luchar por el legado cristiano? es porque este autor, al igual que Alain Badiou, el autor de San Pablo. La fundaci¨®n del universalismo (Anthropos, Barcelona) al que Zizek no pierde de vista, ve en el cristianismo paulino una estrategia eficaz de ruptura del esquema originario. El ¨¢gape paulino, entendido como 'odio a los padres' es una declaraci¨®n de guerra a la inserci¨®n del individuo, es la estructura socio-simb¨®lica que heredamos y una invitaci¨®n a conquistar la subjetividad singular, capaz de interrumpir la l¨®gica de las cosas y comenzar algo nuevo. En esa novedad consiste el absoluto, que es fr¨¢gil porque dura un instante, pero que es absoluto porque ataca al trauma originario y permite empezar de nuevo.
La excelente traducci¨®n es de Antonio Gimeno, art¨ªfice de la puesta en circulaci¨®n entre nosotros del pensamiento cr¨ªtico que representan autores como Zizek o Agamben.
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