?Es necesaria la huelga general?
La huelga general es una protesta en forma de cese de la actividad laboral a la que se convoca a todos los trabajadores, por razones que tienen que ver con condiciones de trabajo y de vida. Es una acci¨®n de gran envergadura por dos motivos. Por el econ¨®mico, por cuanto dicho cese de actividad va a tener consecuencias econ¨®micas de relieve para empresas, administraciones y huelguistas. Tambi¨¦n por el pol¨ªtico, porque un paro general tiene una repercusi¨®n pol¨ªtica necesaria, dado que justamente se hace cuando fallan las otras v¨ªas. En el caso que nos ocupa su objetivo es lograr la anulaci¨®n de un decreto.
Por las caracter¨ªsticas que tiene una huelga general, quienes propiamente est¨¢n convocados son los trabajadores, no los ciudadanos en general ni los pol¨ªticos. Los primeros pueden adherirse por diversos motivos muy leg¨ªtimos y de diversas formas. Los ¨²ltimos un d¨ªa de huelga general deber¨ªan estar en sus puestos para garantizar la salvaguarda de los derechos de los huelguistas.
Puesto que las razones de una huelga general no son pol¨ªticas, sino sociales y econ¨®micas, tienen derecho a convocarla aquellas organizaciones que representan a quienes supuestamente est¨¢n sufriendo la injusticia que se denuncia. Estos convocantes pueden acertar en su diagn¨®stico y medicina -ser¨¢ as¨ª si son muchos los que hacen la huelga-, en cuyo caso el Gobierno debe tomar buena nota. A la gente no le gusta que la traten injustamente, y menos a¨²n que despu¨¦s de haber protestado se pase de ella. Pero pueden equivocarse y que no sea algo tan sentido, lo que tambi¨¦n se verificar¨¢ el d¨ªa de la protesta. Pueden acertar o equivocarse y tambi¨¦n ¨¦sto tendr¨¢ consecuencias para ellos. Pero no se les puede acusar de irresponsables por ejercer un ¨²ltimo recurso que la Constituci¨®n les garantiza. Ni se les puede achacar el 'hacer da?o a la imagen de Espa?a'.
El deber del Gobierno ante una huelga general es preservar el derecho a hacer la huelga que tienen quienes opten por ello, y garantizar unos m¨ªnimos en los servicios esenciales. Nada m¨¢s. Porque si se pone el acento en 'garantizar el derecho de quienes quieren trabajar a hacerlo' se puede entrar en un terreno muy resbaladizo que podr¨ªa conducir a obligar a trabajar a casi todos aquellos que son indispensables para que otros trabajen, que en un sistema econ¨®mico tan complejo son muchos. Con lo cual se estar¨ªa despreciando el derecho a la huelga que la Constituci¨®n garantiza.
Respecto a la segunda cuesti¨®n, hay que decir que una huelga general necesita razones muy serias. Hay quienes dicen que m¨¢s razones que el 20-J, los sindicatos las han tenido en diversas ocasiones estos ¨²ltimos a?os y que, sin embargo, han negociado y pactado. Hasta hay quien justamente por eso deslegitima esta convocatoria tildando a los sindicatos de oportunistas. Por ejemplo, podr¨ªan haber convocado una huelga general contra la precariedad del empleo muchas veces, en vez de corregir dicha precariedad a trav¨¦s de diversos pactos y acuerdos, sea cual fuere -que ahora no viene al caso- el efecto de los mismos. Pero creo que en esta ocasi¨®n ha habido dos factores que han cambiado el panorama.
El primero es que el Gobierno ha roto el mecanismo de negociaci¨®n de otras ocasiones que consist¨ªa en identificar los problemas primero y discutirlos luego con tiempo, con el objetivo de llegar a acuerdos. Esta vez se present¨® con el texto casi cerrado, dispuesto a discutir s¨®lo detalles y con gran celeridad. ?Por qu¨¦? La raz¨®n no hay que buscarla en la econom¨ªa sino en la pol¨ªtica. Tras el fracaso de la cumbre de Barcelona, el Gobierno espa?ol ten¨ªa que presentarse a la reuni¨®n de Sevilla como un Gobierno que sabe resolver los problemas expeditivamente y con autoridad. Como un Gobierno al que no le tiembla el pulso ante quienes no quieren someterse a la ley de la oferta y la demanda.
Se podr¨ªan haber discutido f¨®rmulas para corregir supuestas disfunciones. Pero eso se habr¨ªa prolongado m¨¢s all¨¢ de la reuni¨®n de Sevilla, que era la ¨²ltima oportunidad para que alguien se presentase en la cena ¨ªntima de jefes de Estado y de Gobierno como un candidato a la Presidencia de la UE, que es el primero de la clase en presentar los deberes.
El segundo factor es que la reforma se ha ensa?ado contra los m¨¢s indefensos y los m¨¢s pobres.
As¨ª, los camareros que trabajan s¨®lo los meses de verano y que gracias a que el resto del a?o cobran una prestaci¨®n pueden esperar, y los hosteleros, tener plantillas estables y profesionales. Ya veremos lo que pasa ahora. Tambi¨¦n a los jornaleros agr¨ªcolas que cobran 126 euros de subsidio y gracias a eso pueden esperar hasta la campa?a siguiente, se les niega esa miseria, cuando de nuestros bolsillos se pagan miles de millones a los grandes agricultores y a los terratenientes en concepto de subvenciones a diversos cultivos. Y cuando la UE se est¨¢ planteando convertir a los trabajadores del campo en 'trabajadores ecol¨®gicos' s¨®lo para que alguien cuide el medio natural. Lo mismo los despedidos improcedentemente que, con frecuencia, son trabajadores temporales y como compensaci¨®n al injusto despido ten¨ªan los salarios de tramitaci¨®n. No percibi¨¦ndolos ahora hasta puede que se queden tambi¨¦n sin prestaci¨®n de desempleo, al no cumplir con el tiempo requerido. Igualmente se ataca a los parados no s¨®lo por la dureza e irracionalidad de la 'oferta adecuada' prevista, lo que puede llevar a la p¨¦rdida parcial o total de la prestaci¨®n, sino sobre todo, porque el supuesto fraude generalizado de los parados no es cierto, sino que la inmensa mayor¨ªa no consumen toda la prestaci¨®n a la que tienen derecho, lo que demuestra que est¨¢n m¨¢s interesados en buscar una nueva ocupaci¨®n que en permanecer parados. Todo ello sin olvidar que casi la mitad de los parados no cobran subsidio, de modo que a ¨¦stos no hay mucho que quitarles. Y cuando quiz¨¢ lo que hay que revisar es la eficacia, principalmente los medios, no las personas, del propio sistema p¨²blico de b¨²squeda de empleo, y m¨¢s cuando el Inem sigue teniendo super¨¢vit.
En resumen, que, aunque tarde, los sindicatos tienen muchas razones para dar la voz de alarma ante una forma de gobernar que poco a poco no s¨®lo va recortando pol¨ªticas sociales y derechos laborales.
As¨ª, los camareros que trabajan s¨®lo los meses de verano y que gracias a que el resto del a?o cobran una prestaci¨®n pueden esperar, y los hosteleros, tener plantillas estables y profesionales. Ya veremos lo que pasa ahora. Tambi¨¦n a los jornaleros agr¨ªcolas que cobran 126 euros de subsidio y gracias a eso pueden esperar hasta la campa?a siguiente, se les niega esa miseria, cuando de nuestros bolsillos se pagan miles de millones a los grandes agricultores y a los terratenientes en concepto de subvenciones a diversos cultivos. Y cuando la UE se est¨¢ planteando convertir a los trabajadores del campo en 'trabajadores ecol¨®gicos' s¨®lo para que alguien cuide el medio natural. Lo mismo los despedidos improcedentemente que, con frecuencia, son trabajadores temporales y como compensaci¨®n al injusto despido ten¨ªan los salarios de tramitaci¨®n. No percibi¨¦ndolos ahora hasta puede que se queden tambi¨¦n sin prestaci¨®n de desempleo, al no cumplir con el tiempo requerido. Igualmente se ataca a los parados no s¨®lo por la dureza e irracionalidad de la 'oferta adecuada' prevista, lo que puede llevar a la p¨¦rdida parcial o total de la prestaci¨®n, sino sobre todo, porque el supuesto fraude generalizado de los parados no es cierto, sino que la inmensa mayor¨ªa no consumen toda la prestaci¨®n a la que tienen derecho, lo que demuestra que est¨¢n m¨¢s interesados en buscar una nueva ocupaci¨®n que en permanecer parados. Todo ello sin olvidar que casi la mitad de los parados no cobran subsidio, de modo que a ¨¦stos no hay mucho que quitarles. Y cuando quiz¨¢ lo que hay que revisar es la eficacia, principalmente los medios, no las personas, del propio sistema p¨²blico de b¨²squeda de empleo, y m¨¢s cuando el Inem sigue teniendo super¨¢vit.
En resumen, que, aunque tarde, los sindicatos tienen muchas razones para dar la voz de alarma ante una forma de gobernar que poco a poco no s¨®lo va recortando pol¨ªticas sociales y derechos laborales.
Fausto Migu¨¦lez, decano de la Facultad de Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la UAB.
Fausto Migu¨¦lez, decano de la Facultad de Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa de la UAB.
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