'Camaronman¨ªa'
Tendr¨ªa Camar¨®n unos 12 a?os cuando se empez¨® a hablar de un gitanito rubio que paraba por la famosa venta, a la entrada de San Fernando. Que si Caracol, que si Lola Flores, que si La Perla...; el caso es que el mito empez¨® a extenderse como una mancha de aceite por toda la marca flamenca. Hablamos de un peque?o territorio situado en la margen izquierda del Guadalquivir, entre Sevilla y Los Puertos. En esta comarca se sit¨²an todas las localidades creadoras del primitivo flamenco: Triana, Alcal¨¢, Utrera, Lebrija, Jerez, Los Puertos y C¨¢diz.
En la marca flamenca, para ser alguien, tienes que moverte con soltura por los estilos primitivos: ton¨¢s, martinetes, deblas, carceleras, seguiriyas, livianas, soleares y buler¨ªas. El resto es folclore aflamencado. Pues bien: nuestro h¨¦roe, con 16 a?os, ya era un cantaor consagrado, como lo demuestra en su ¨²ltimo y p¨®stumo CD, Antolog¨ªa in¨¦dita. Sabemos que el mito iba creciendo con sus actuaciones en Sevilla, sus primeros festivales flamencos y, sobre todo, con su marcha al tablao Torres Bermejas de Madrid, donde impuso, definitivamente, su reinado sobre el peque?o universo flamenco.
Ser el punto de mira del pueblo gitano es algo que a Camar¨®n le sacaba de quicio
Lo que nunca supimos es cu¨¢ndo, ni de qu¨¦ manera, empieza a convertirse en el pr¨ªncipe de un pueblo perdido en la niebla: el pueblo gitano. Y, se?oras y se?ores, no es lo mismo tener fans que tener adoradores. Camar¨®n, casi de pronto, se convierte en un s¨ªmbolo para la juventud gitana que se viste y peina a la moda Camar¨®n. Fue el primer gitano famoso con barba y el primer gitano que rasg¨® el velo del templo flamenco para introducir, por derecho, la bater¨ªa, el bajo o la guitarra el¨¦ctrica. De acuerdo en que primero fue Smash, en 1969, con su cantaor Manuel Molina. Pero hasta que Camar¨®n no grab¨® La leyenda del tiempo (1979) el colectivo flamenco no se lanz¨® a la fusi¨®n con la legitimidad que le otorgaba su Pr¨ªncipe... Si lo hace Camar¨®n es bueno, es gitano.
Ser el punto de mira de todo un pueblo es algo que a Camar¨®n le sacaba de quicio. Recuerdo un d¨ªa que fuimos a casa de Raimundo Amador, en las Tres Mil Viviendas. A la salida, una hora m¨¢s tarde, la casa de Raimundo estaba rodeada por un ej¨¦rcito de gitanas con los ni?os en el cuadril. Se hab¨ªa corrido la voz de que all¨ª estaba Camar¨®n, en su barrio miserable y maldito, y las madres gitanas le llevaban a sus hijos para que Camar¨®n, el m¨¢s asustado de todos los ni?os, los bendijese con su sonrisa mellada y p¨ªcara.
?Qu¨¦ sent¨ªa Camar¨®n en esas situaciones? Puedo decir que terror e impotencia, porque Jos¨¦ Monge fue el m¨¢s humilde de los artistas que he conocido. No s¨¦ si fue consciente de la mitoman¨ªa que le rodeaba pero s¨ª puedo afirmar que mientras m¨¢s crec¨ªa el mito Camar¨®n, m¨¢s se escond¨ªa de la gente y, particularmente, de sus adoradores gitanos. El 2 de julio recordaremos 10 a?os m¨¢s sin Camar¨®n, pero el mito sigue creciendo y traspasando fronteras. ?Hasta cu¨¢ndo? ?Hasta d¨®nde?
Su legado discogr¨¢fico es importante y goza de buena salud. Sus discos, como los de Mozart o los Beatles, siguen estando en grandes almacenes, gasolineras y mercadillos. Su m¨²sica acompa?a las vigilias de pintores y escritores y las faenas dom¨¦sticas de miles de mujeres que encienden la magia de su voz para encarar un d¨ªa m¨¢s de su existencia. Y es que, como dice Martirio, 'contra la depresi¨®n, Camar¨®n'.
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