Estados alterados
Un gesto recurrente dentro de las letras norteamericanas es el de escritores sucumbiendo a la patol¨®gica tentaci¨®n de dejar de ser personas para convertirse en personajes demasiado parecidos a los de sus libros. Por esa puerta pasaron para no regresar Fitzgerald y Kerouac. Hemingway se suicid¨® cuando supo que ya no daba la talla y Salinger opt¨® por la invisibilidad. El caso del autodenominado 'fil¨®sofo ficcionalista' Philip Kindred Dick es el m¨¢s extra?o: fueron las personas de sus novelas y relatos quienes acabaron pareci¨¦ndose a ¨¦l; porque Dick era, es y ser¨¢, siempre, el mejor personaje de todos.
Esta biograf¨ªa de Dick firmada en 1993 por el franc¨¦s Emmanuel Carr¨¨re no es por tanto s¨®lo la vida de un escritor, sino, tambi¨¦n, una investigaci¨®n sobre todas esas otras 'vidas' por las que Dick se cre¨ªa pose¨ªdo y que marcaron a fuego de l¨¢ser una obra cada vez m¨¢s plagiada e influyente a la vez que perturbadoramente ¨²nica.
YO ESTOY VIVO Y VOSOTROS EST?IS MUERTOS: PHILIP K. DICK 1928-1982
Emmanuel Carr¨¨re Traducci¨®n de Marcelo Tombetta Minotauro. Barcelona, 2002 314 p¨¢ginas. 17 euros
TIEMPO DE MARTE
Philip K. Dick Traducci¨®n de Marcelo Cohen Minotauro. Barcelona, 2002 250 p¨¢ginas. 17 euros
Est¨¢ claro que Dick -al que nunca le interes¨® demasiado la necesidad futurista o anticipatoria de la ciencia-ficci¨®n y quien lleg¨® a ella m¨¢s por necesidad que por pasi¨®n luego de que decenas de editores despreciaran sus novelas 'realistas'- viajaba mucho m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s lejos que sus colegas. Escritores quienes, en muchos casos, lo tem¨ªan por su f¨¦rtil inventiva y lo despreciaban por su poco apego a las reglas de un g¨¦nero al que Dick entend¨ªa como 'el campo ideal para la discusi¨®n de ideas puras', as¨ª como por sus contadas y extra?as apariciones p¨²blicas donde aseguraba que pod¨ªa matar gatos con el poder de su mente.
Obsesionado por el fantasma
de su hermanita melliza muerta al poco tiempo de nacer e impulsado por anfetaminas, hipocondr¨ªa, la misoginia a la que se accede luego de varios matrimonios catastr¨®ficos, una dieta desesperada de comida para perro y carne de caballo, Jung, el paisaje contracultural de la Costa Oeste durante los a?os cincuenta-sesenta-setenta, y el convencimiento creciente de que lo suyo no era fantas¨ªa sino La Verdad y que eso lo convert¨ªa a ¨¦l en un elemento peligroso para la 'dictadura' de su n¨¦mesis personal, Richard Nixon, Dick discuti¨® y escribi¨® 'ideas puras' que lo hundieron m¨¢s y m¨¢s en las tinieblas de su coraz¨®n y de su mente. Nebulosas desde las que emiti¨® sus ¨²ltimas novelas/ex¨¦gesis en las que postulaba una nueva manera de entender la historia, la religi¨®n y a s¨ª mismo. Al final, Dick muri¨® convencido de haber hecho contacto con Dios y sospechando que tal vez ¨¦l no fuera otra cosa que un replicante de s¨ª mismo: un impostor artificial que respond¨ªa a los dictados de una consciencia extraterrestre, de esa 'luz rosada' que le hab¨ªa confiado que este siglo XX que no era sino la pantalla que escond¨ªa a un todav¨ªa vigente Imperio romano circa 70 despu¨¦s de Cristo en el que Dick no era otro que san Pablo. O algo as¨ª.
Carr¨¨re narra la realidad y la irrealidad de esta vida -que no dej¨® de preguntarse y repetir hasta el ¨²ltimo d¨ªa el mantra '?qu¨¦ es real?'- como ya lo hiciera con la del s¨²permentiroso de El adversario (Anagrama). Una sensibilidad novelesca -por momentos demasiado novelesca, con algunas intromisiones en primera persona- para explicar lo inexplicable y, al mismo tiempo, lo perfectamente comprensible. As¨ª, Carr¨¨re traza el trip de un hombre empe?ado en la exquisita fabricaci¨®n de un cosmos a su imagen y semejanza -donde el I Ching no est¨¢ re?ido con el LSD ni la gran paranoia con el ¨¦xtasis divino- para poder resistirse a la vulgar sospecha de ser, apenas, 'un psic¨®tico de nacimiento'.
La reedici¨®n y retraducci¨®n de Tiempo de Marte -obra indispensable de 1964 y rechazada en su momento por varias editoriales de sci-fi por 'transcurrir en 1994, demasiado pronto'- es el perfecto reflejo de esta est¨¦tica alternativa a la hora de abordar y desbordar lugares comunes y planetas explorados hasta el cansancio con una nueva y personal¨ªsima mirada. Una trama/idea como consecuencia directa del descubrimiento por Dick del psiquiatra suizo Ludwig Binswanger y de su concepto de un inaccesible, inocurrente y esquizofr¨¦nico 'Mundo-Tumba'.
'En Tiempo de Marte es en don
de tal vez mejor consegu¨ª mostrar la estructura secreta de lo que nos rodea. ?se es Mi Tema: revelar lo que hay debajo del suelo del universo', explic¨® Dick. Novela social o 'comedia de costumbres', Tiempo de Marte est¨¢ m¨¢s cerca de O'Hara y Updike que de Asimov y Clarke al contar las penurias de un pu?ado de pat¨¦ticos fontaneros en decadentes colonias marcianas mientras un ni?o autista viaja adelante y atr¨¢s por el tiempo, se convierte en un fam¨¦lico y feroz agujero negro, y sonr¨ªe embelesado por ser el ¨²nico capaz de o¨ªr el sonido que hace el universo al descomponerse.
?se era el sonido que o¨ªa el entropista Dick vibrando frente al teclado de su m¨¢quina Underwood a cien palabras por minuto y con los ojos bien abiertos, como lo dibuja Robert Crumb en la portada del libro de Carr¨¨re. ?se es el sonido que leemos en la obra de este narrador que para muchos no fue m¨¢s que un idiota savant y para muchos otros es un Borges underground: alguien perdido en el laberinto de s¨ª mismo, un Quijote reescrito y alucinado no por la potencia vir¨®sica de los libros que ley¨®, sino por los libros que escribi¨® para contagiar y alucinar a sus lectores.
En Yo estoy vivo y vosotros est¨¢is muertos, Emmanuele Carr¨¨re consigue la atendible haza?a de conformar a unos y a otros -adictos y desmitificadores- sin jam¨¢s perder de vista el hecho incontestable de que el autor de Tiempo de Marte ha sido, es y seguir¨¢ siendo uno de los escritores m¨¢s importantes de este universo en descomposici¨®n.
Y de lo que hay debajo.
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