La basura que no quieren en Francia
No ser¨¢ la primera vez que nos llega la basura que no quieren en otros lados. Como esa basura, en forma de purines, que nos env¨ªan Holanda y Alemania con sus lindos cerditos engord¨¢ndose y cag¨¢ndose en nuestro subsuelo, para que despu¨¦s sus ciudadanos, libres de contaminaci¨®n, puedan comer pata negra aut¨¦ntica. Y todos contentos, que ahora en Catalu?a ya somos 12 millones de cerdos. La falta de sensibilidad m¨ªnima que nuestro pa¨ªs demuestra respecto a la sostenibilidad, al medio ambiente y, en definitiva, al futuro de nuestros hijos, me resulta el gesto m¨¢s elocuente de irresponsabilidad de nuestros gobernantes. A lado y lado del puente a¨¦reo, que si Catalu?a es un desastre en materia medioambiental, con su patrimonio paisaj¨ªstico destruy¨¦ndose en aras del dios especulaci¨®n a ritmo de v¨¦rtigo, lo de las Espa?as tampoco resulta harto tranquilizador. Pero ?qu¨¦ queremos en un pa¨ªs donde consideran fiesta y jolgorio el ritual de tortura y muerte p¨²blica de un animal noble? Quiz¨¢ lo nuestro, lisa y llanamente, es una cuesti¨®n de pura falta de civilizaci¨®n...
Ahora nos llega la lindeza de la vivisecci¨®n. Despu¨¦s de correr con su proyectito bajo el brazo y ser expulsado de las Europas con criterio, el Centre des Recherches Primatologiques Limited, bonita firma radicada en un para¨ªso fiscal de nada -una tal Isla Mauricio-, ha recalado en Camarles, localidad catalana famosa en su momento por tener de alcalde eterno -franquismo incorporado- al portentoso Primitivo Forastero, cuyo nombre era tan aut¨¦ntico y bien dotado como el propio personaje. Que saliera por patas despu¨¦s de ser considerado culpable de prevaricaci¨®n s¨®lo es el detallito de ¨²ltima hora que nos tuvo en su larga y memorable carrera. Este art¨ªculo, pues, nace de la indignaci¨®n, de la preocupaci¨®n y, me atrevo a decir, de la militancia en el concepto tan vilipendiado de la moral p¨²blica. Es indigno que nos llegue a nuestro pa¨ªs lo que ning¨²n otro pa¨ªs de Europa ha aceptado tener: una granja de cr¨ªa y suministraci¨®n de primates para la experimentaci¨®n cient¨ªfica. Es preocupante que pongamos esa bomba de relojer¨ªa para la salud p¨²blica que puede significar la exportaci¨®n de primates en nuestra propia casa. S¨ª, ya s¨¦ que me dir¨¢n que lo suyo va a ser la cr¨ªa en granja y no la exportaci¨®n. Pero... primero tendr¨¢n que exportar, se supone, y segundo, ?qui¨¦n garantiza que no se convierta Camarles en un aut¨¦ntico centro de blanqueo de primates, consiguiendo as¨ª la firma explotadora un certificado de origen europeo de los animales, m¨¢s f¨¢cilmente colocables en el mercado americano, que si son primates africanos? En todo caso, la preocupaci¨®n sanitaria est¨¢ notoriamente justificada. Y finalmente, la moral p¨²blica tendr¨ªa que sonrojarse ante la impunidad con que determinadas formas il¨ªcitas de comercio campan por sus anchas en nuestra Espa?a va bien, como tendr¨ªa que sonrojarse ante la inapetencia de la Administraci¨®n por poner coto a la cosa. Camarles va a ser el salto europeo, el aval europeo a un comercio repugnante, basado en el maltrato inmoral de los animales y regido, no por criterios cient¨ªficos, sino fundamentalmente financieros. El aval que ning¨²n otro pa¨ªs hab¨ªa dado hasta ahora a la firma.
?Por qu¨¦? Una se lo pregunta sobre todo teniendo en cuenta que la granja de primates de Camarles hab¨ªa sido previamente denegada por la Comisi¨®n de Urbanismo de Tarragona, con criterios legales m¨¢s que solventes. Sin embargo, cambi¨® el consejero de Medio Ambiente -de Puig pasamos a Espadaler-, cambi¨® el director general -de Montserrat Candini pasamos a Pere Maluquer- y por arte de magia cambi¨® el criterio de la Generalitat. A nadie se le escapa que los actuales propietarios del cargo no solo no tienen la misma sensibilidad que los anteriores, sino que tienen un cero patatero de sensibilidad ecol¨®gica. Maluquer, de momento, ha disparado todas las alarmas en el mundo del animalismo. Lo que resulta es un donde digo digo, digo Diego; la Generalitat se revis¨® a s¨ª misma, dio el permiso y ahora la granja empieza a construirse. Por supuesto el marco legal es absolutamente d¨¦bil -es de pena la ley de protecci¨®n de los animales, que ni tan solo proh¨ªbe la experimentaci¨®n-, pero incluso con ese marco en la mano se pod¨ªa denegar. A¨²n se puede, si el Ayuntamiento pide la nulidad del acta de la licencia, por diversos defectos, entre ellos la inexistencia del informe pertinente de Agricultura. Y por supuesto, quedan los tribunales.
Cosa que da, si me permiten, bastante pena, puesto que tener que llegar a los tribunales implica un rotundo fracaso: fracaso de Parlamento, fracaso de administraciones competentes, fracaso ?ay! de moral p¨²blica. Dec¨ªa el viejo eslogan catal¨¢n que el trabajo bien hecho no tiene fronteras, pero m¨¢s bien lo que no tiene fronteras es la impunidad con que se puede atentar contra la ecolog¨ªa en nuestro pa¨ªs. Pa¨ªs de agujeros negros en el marco legal de protecci¨®n, pa¨ªs de gobernantes que a¨²n creen que la sostenibilidad es una locura de cuatro amantes de la lechuga, pa¨ªs de tortura animal institucionalizada y ahora, parece ser, pa¨ªs plataforma donde recalar las actividades que el resto de Europa se sacude de encima. Espa?a va bien, dice este chico que ¨²ltimamente viaja tanto y hasta aprende a destrozar idiomas code¨¢ndose con los ocho ricos m¨¢s ricos. Va bien..., sobre todo bien cargada de abusos contra valores fundamentales que tendr¨ªan que garantizarnos un futuro sostenible. Lo de los primates de Camarles es la ¨²ltima verg¨¹enza, tanto en la Pujolandia feliz, donde felizmente campa la especulaci¨®n, como en el cierra Espa?a del para¨ªso aznarista. As¨ª de contentos est¨¢n los de la firma de San Mauricio: '?Nadie quiere los primates para experimentaci¨®n? Pues vayamos a Espa?a, que para el salvajismo animal, nunca falla'.
Pilar Rahola es escritora y periodista
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