Caras
?Cu¨¢ntas veces no hemos dicho que ese se?or o esa se?ora que no conocemos tiene cara de esto o de aquello, de m¨¦dico o de profesora, de cura o de manicura! ?Tienen los oficios un rostro fijo? ?Hay rostros a los que corresponde determinada profesi¨®n? Un antrop¨®logo japon¨¦s de la Universidad de Tezukayama Gakuin, Yukinari Kohara, ha realizado un estudio que, abarcando desde los Meiji (1868-1912) hasta nuestros d¨ªas, desemboca en esta conclusi¨®n. Las profesiones nos llaman cara a cara, nos seleccionan por la impresi¨®n que damos y nosotros plasmamos esa faz en la profesi¨®n. ?Qui¨¦n dir¨¢, por tanto, despu¨¦s de haber comprobado el valor de la gen¨¦tica, las fatalidades en la historia de una familia, las reproducciones de caracteres en los genios, la reiteraci¨®n de miserias en algunos pueblos, que no existe alguna ley que gobierna el invisible azar? Somos lo que somos por la pinta que tenemos y mientras creemos que nos labramos un porvenir es el porvenir quien nos modela desde m¨¢s all¨¢. Probablemente lo que ha descubierto Yukinari Kohara a partir de estudiar la configuraci¨®n de los semblantes es la semblanza del tiempo. Creemos tontamente que vamos hacia adelante, pero ?qui¨¦n puede estar seguro de no estar viviendo hacia atras? A fin de cuentas, a todos los de nuestro alrededor les ocurre lo mismo y carecemos de contraste para estar seguros del verdadero sentido en que nos movemos. Los japoneses han logrado un indicio de que las cosas pueden ser precisamente del rev¨¦s. Hacer de pol¨ªtico toda una vida hace de cualquiera un ser t¨ªpicamente pol¨ªtico y tiene m¨¢s fundamento pensar que a alguien se le ha puesto una cara de tal cosa tratando asiduamente con tal cosa que sin haberla probado. Desde los primeros a?os escolares, los ni?os ya tienen la cara de la profesi¨®n y es, probablemente, porque ya regresan de haber ejercido en un pret¨¦rito donde los oficios tatuaban, manchaban de negro al minero, de rojo al matarife y de polvo al barrendero. Los sacerdotes, los l¨ªderes, los intelectuales, tambi¨¦n se pringaban y en consecuencia daban el resultado que emerge hoy. Lotes de gentes que se parecen entre s¨ª porque se apegaron a lo que hac¨ªan y les basta ser hoy la rutinaria memoria de aquel troquel.
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