Guerra, prensa y justicia
Un reportero de 'The Washington Post' rechaza declarar contra Milosevic
'Hay que favorecer el ¨¦xodo pac¨ªfico de musulmanes y croatas para crear un espacio ¨¦tnicamente limpio'. Pronunciada en 1993 por Radoslav Brdjanin, entonces viceprimer ministro serbobosnio, esta frase podr¨ªa ser una de las claves que demostraran la voluntad de Slobodan Milosevic, y de sus aliados, de formar un Estado con pureza de sangre serbia. Fue publicada en su d¨ªa por The Washington Post y firmada por Jonathan Randal.
Esta declaraci¨®n forma parte de un art¨ªculo objeto de dos interpretaciones opuestas sobre la independencia period¨ªstica que pueden sentar un precedente para el futuro de los corresponsales de guerra. A un lado se sit¨²a el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) que juzga en Holanda a Milosevic, y que ha citado a declarar al periodista. Aqu¨ª, aduce el TPIY, no hay fuentes que proteger. La identidad del entrevistado queda clara en el art¨ªculo y a su autor s¨®lo se le llama para hablar de esa conversaci¨®n. Randal, ya jubilado y residente en Par¨ªs, sostiene, por el contrario, que considerarle testigo legal de una de las partes en un conflicto armado vulnera su credibilidad y pone en peligro el trabajo de sus colegas.
Jonathan Randal cree que su declaraci¨®n pone en peligro el trabajo de sus colegas
Convocado oficialmente, su situaci¨®n personal es delicada. Desde que comenzara el proceso contra Milosevic, han testificado sin problemas en La Haya otros periodistas, en su mayor¨ªa brit¨¢nicos. Es el caso de Martin Bell, que fuera corresponsal de la BBC en los Balcanes, y de Penny Marschall, de la cadena televisiva ITN. Ambos aceptaron el requerimiento porque el Tribunal ha admitido siempre que s¨®lo debe citarse a los periodistas cuando sea estrictamente necesario, 'para no entorpecer su labor de recogida de informaci¨®n'.
El escrito de Randal supone una excepci¨®n a esta regla dado que las palabras de Brdjanin sobre musulmanes y croatas corroborar¨ªan los cargos de cr¨ªmenes de guerra que se le imputan, entendidos aqu¨ª como limpieza ¨¦tnica, y traducidos en la expulsi¨®n de m¨¢s de 100.000 ciudadanos no serbios durante la guerra de Bosnia. Y tambi¨¦n porque la defensa del ex l¨ªder serbio Milosevic mantiene que las citas del periodista, que precis¨® de un int¨¦rprete, pueden no corresponderse con lo que realmente dijo Brdjanin.
En un reportaje publicado por The Washington Post el 11 de febrero de 1993, Randal describ¨ªa al dirigente serbobosnio como un hombre partidario de librarse sin violencia de los residentes no serbios de la ciudad bosnia de Banja Luka.
En uno de los pasajes m¨¢s significativos se dec¨ªa que pretend¨ªa 'crear un espacio ¨¦tnicamente limpio' a base de exilios voluntarios. 'En lugar de matarlos, a musulmanes y croatas debe estarles permitido marcharse', a?ad¨ªa. Randal fue requerido por La Haya despu¨¦s de que ¨¦l mismo explicara a los investigadores del tribunal que un periodista local, presente en la misma entrevista, tradujo las palabras de Brdjanin. Dos d¨ªas despu¨¦s, ese colega, que permanece en el anonimato para protegerle, public¨® un art¨ªculo donde no aparec¨ªa la pol¨¦mica declaraci¨®n. 'Todos sabemos que de una misma entrevista salen art¨ªculos distintos en funci¨®n del periodista que los escribe, pero han venido otros reporteros, y tal vez acudan m¨¢s en el futuro, y nunca hab¨ªa ocurrido esto', han se?alado fuentes de la acusaci¨®n.
'No hay motivos para pensar que el se?or Randal est¨¦ expuesto a peligro alguno para su vida. Lo que parece pretender es que hagamos una excepci¨®n similar a las efectuadas en algunas ocasiones en Estados Unidos para situaciones distintas a la que nos ocupa', se?alaron los tres jueces del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia al confirmar que deb¨ªa presentarse a declarar.
The Washington Post, que ha apoyado la apelaci¨®n presentada por Randal, ha sugerido que los tribunales de guerra regulen bien la forma en que convocan a los reporteros enviados a zonas de conflicto. En un art¨ªculo firmado por Steve Coll, director del rotativo, expresaba su temor ante la posibilidad de que, a partir de ahora, los combatientes en guerras que no luchen a las ¨®rdenes de un Gobierno espec¨ªfico 'vean ahora a los periodistas como instrumentos de poderes extranjeros, y los traten como tales'.
Mark Stephens, abogado de Randal, ha ido incluso m¨¢s lejos. La decisi¨®n de los jueces de apelaci¨®n del TPIY influir¨¢, seg¨²n ¨¦l, en las futuras actuaciones de la Corte Penal Internacional (CPI), cuyo tratado fundacional entra hoy en vigor, y cuyos jueces estar¨¢n tambi¨¦n en La Haya. Creada para juzgar los cr¨ªmenes de guerra y el genocidio, la CPI nace lastrada por la negativa de Estados Unidos a que sus militares y funcionarios en misiones internacionales puedan ser encausados.
Si bien los jueces no pueden forzar a testificar a Randal, sus ¨®rdenes son vinculantes a la luz del Derecho Internacional. Por eso, de perder el reportero su apelaci¨®n, podr¨ªan solicitar a las autoridades francesas su entrega a las de Holanda.
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