El pelot¨®n llega con buena salud
La UCI se alegra del descenso de hematocrito y hierro de los corredores
Los 189 ciclistas que comienzan hoy el Tour debieron de madrugar el jueves para someterse al an¨¢lisis de sangre pertinente para ser declarados aptos. La Uni¨®n Ciclista Internacional (UCI) espera dos cosas de esos an¨¢lisis: que ning¨²n corredor sobrepase el l¨ªmite m¨¢ximo permitido de 50% de hematocrito (porcentaje de gl¨®bulos rojos en la sangre) y que los resultados confirmen la tendencia a la baja que se ha observado en el pelot¨®n desde que se pusieron en marcha los controles preventivos, en marzo de 1997. El descenso de hematocrito es una buena noticia, es un ¨ªndice indirecto de que la lucha por erradicar el dopaje con EPO va por buen camino.
En 1997, cuando, alarmado por la extensi¨®n de la EPO a todos los niveles, el ciclismo puso en marcha los controles de hematocrito como v¨ªa indirecta para frenar su consumo (la EPO no ha sido detectable en orina y sangre m¨¢s que a partir de 2000), el hematocrito medio de los 750 ciclistas controlados era del 45,5%, superior en dos puntos a los valores hallados en un estudio de 1988, a?o en que, oficiosamente, comenz¨® el uso de la sustancia dopante que m¨¢s ha influido en la historia del ciclismo.
El descenso de hematocrito ha sido lento, pero constante, y en los 1.171 controles efectuados hasta ahora en 2002 se ha situado en 43,5, pr¨¢cticamente el valor de la era pre EPO. En estos seis primeros meses del a?o, la UCI y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) han efectuado 1.984 controles antidopaje en el ciclismo, pero de ellos s¨®lo 120 capaces de detectar la EPO o la NESP (darbepoetina), la sustancia que supone una evoluci¨®n de la EPO y cuyo uso sac¨® a la luz el positivo del esquiador Johann Muehlegg en los Juegos Ol¨ªmpicos de Invierno de Salt Lake City (EE UU). La cantidad de an¨¢lisis de EPO est¨¢ limitada por su elevado coste, la lentitud de la t¨¦cnica de detecci¨®n, el escaso n¨²mero de laboratorios capaces de hallarla y por el hecho de que s¨®lo se analiza la orina de aquellos ciclistas que muestren unos sospechosos valores sangu¨ªneos en un an¨¢lisis previo.
Mientras la UCI interpreta estos datos de una forma muy optimista y el doctor Le¨®n Schattenberg, presidente de la Comisi¨®n Antidopaje del m¨¢ximo organismo ciclista, habla de 'una normalizaci¨®n de la media de hematocrito como consecuencia de un cambio de comportamiento del pelot¨®n con respecto a los productos que estimulan la producci¨®n de gl¨®bulos rojos', otras fuentes hablan de un doble rasero, de unos equipos de gran nivel sometidos a controles de todo tipo, incluidos los internos, y de unos equipos de segunda divisi¨®n descontrolados, en los que el recurso a sustancias prohibidas es rampante. Estas fuentes tambi¨¦n advierten del recurso a sustancias nuevas y a m¨¦todos como la autotransfusi¨®n que aumentan la capacidad de la sangre de transportar ox¨ªgeno sin aumentar por ello el valor del hematocrito.
Otro valor que cotiza a la baja y es, por lo tanto, un indicio de que el pelot¨®n m¨¢s controlado goza de mejor salud que hace unas temporadas es el de la ferritina, una prote¨ªna que refleja en la sangre el nivel de los dep¨®sitos de hierro del organismo. El abuso de hierro, solo o acompa?ado de EPO, para prevenir anemias o para aumentar los efectos de oxigenaci¨®n de la sangre propios de la EPO, ha sido una de las constantes de las ¨²ltimas d¨¦cadas en el pelot¨®n. El exceso de hierro est¨¢ asociado con riesgos a largo plazo de c¨¢ncer de h¨ªgado y de enfermedades cardiovasculares. En 1999, a?o en que se pusieron en marcha los controles longitudinales de salud, s¨®lo el 37% de los corredores ten¨ªa valores normales de ferritina, lo que quiere decir que dos tercios del pelot¨®n estaba enfermo y recurr¨ªa a una abusiva suplementaci¨®n de hierro, el porcentaje de corredores con valores normales ha subido al 56,7%, m¨¢s de la mitad del total, en lo que va de 2002. Al mismo tiempo, los grandes consumidores (corredores con valores patol¨®gicos, superiores a 700 nanogramos por mililitro) han descendido del 14% en 1999 a s¨®lo el 3,1% en 2002.
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