?l nunca lo har¨ªa (el test)
Las vacaciones se nos echan encima y a¨²n no tengo a punto el perro que abandono anualmente por estas fechas. Ser¨¢ el de la foto. Todav¨ªa no es m¨ªo porque acaba de entrar en vigor la nueva ley sobre posesi¨®n de perros potencialmente peligrosos. Soy de las que creen que cualquier perro es un peligro potencial, as¨ª que antes de adquirir a Pili (ese es su nombre) pido hora para sacarme la licencia. Me atienden en Cerme (po¨¦tica contracci¨®n de Centro de Revisiones M¨¦dicas). La recepcionista, que teclea en una Olivetti gris, me informa del precio de la prueba: 33,24 euros.
El doctor me hace entrar en un cub¨ªculo preparado para revisiones oculares. Me da un cart¨®n en forma de rect¨¢ngulo al que le ha doblado, artesanalmente, una de las esquinas. Tengo que taparme un ojo con ¨¦l y decir qu¨¦ letras veo. El hombre va apuntando. 'Esto es para el permiso de armas, ?no?', me pregunta. 'No, para perros peligrosos'. Cuando ya me voy, a?ade, sin levantar la vista del papel: 'Ah, por cierto, ?cu¨¢ntos colores ve en la pared?'. En la pared hay un sem¨¢foro, as¨ª que digo 'tres'. Luego, me traslado a una sala de espera donde se ve un cuadro que representa a Benjamin Franklin. En la parte de abajo pone: 'Con la invenci¨®n de las lentes bifocales Benjamin Franklin facilit¨® la visi¨®n joven a las generaciones siguientes'. Enseguida una doctora me hace una prueba de o¨ªdo. Una vez la supero, me acompa?a a otra sala, donde el cuadro de la pared, esta vez, muestra al f¨ªsico Thomas Young. El texto reza: 'Midiendo sus propios ojos, Thomas Young realiz¨® experimentos desde 1799 a 1801 y dieron luz a sus explicaciones sobre el astigmatismo y acomodaci¨®n'.
Neurotismo, paranoidismo, fuerza del yo, o agitaci¨®n, son objeto de test psicol¨®gico para ser due?o de perros peligrosos
Finalmente, paso al despacho de la psic¨®loga. Ahora me toca la prueba decisiva, y lo s¨¦. Para ir entrando en materia me pregunta si he tenido el impulso de suicidarme. Miento y digo que nunca. '?Bebes?', quiere saber tambi¨¦n. Le contesto que s¨ª, que suelo consumir. '?Cu¨¢nto?'. Bueno, no es f¨¢cil decirlo de memoria. ?Hay que sacar la media por tipos de destilado? ?Por copas? ?La t¨®nica se puede descontar del total de litros? Ayer hice unas consumiciones, pero hoy estoy limpia. '?Se te ha detectado alcoholismo?', susurra, preocupada. Tambi¨¦n quiere saber la raza de mi perra (por alguna raz¨®n, supone que es hembra y no la contradigo). Me pregunta por qu¨¦ la tengo. Respondo que me gusta. 'Ya, pero ?por qu¨¦ esa raza? ?Para vigilar una torre? ?Por defensa?'. (No puedo confesar que es para abandonarla). '?Por cari?o?', me ayuda. 'S¨ª. Eso'. Cuando me toca decir d¨®nde la dejo cuando me voy de vacaciones improviso que en una residencia canina. Me quejo, muy en mi papel, de que en algunos hoteles no admitan animales, y noto que gano puntos a sus ojos. Resulta que tambi¨¦n tiene un perro. Luego conecta un ordenador. En la pantalla van apareciendo frases y debo contestarlas eligiendo entre las posibilidades: 'Siempre', 'A menudo', 'A veces' y 'Nunca'. Una de las afirmaciones es: 'Hay lugares (supermercados o cines) en los que noto que me falta el aire'. A pesar de que escojo la respuesta 'nunca', estoy mintiendo. Hay algunos supermercados en los que te falta el aire, pero no porque est¨¦s loco, sino porque no hay extractor de humos. 'Me siento perseguido', leo a continuaci¨®n. Pongo 'nunca', que es lo que debi¨® poner de Mohamed Atta en el test psicot¨¦cnico de piloto. 'Me gusta meterme en l¨ªos' es la siguiente y tambi¨¦n pongo -muy perspicaz- que 'nunca'. 'Hay razas inferiores', afirma la otra. Se refiere a los humanos, no a los perros, as¨ª que hay que poner 'nunca' (aunque 'nunca' no es lo m¨¢s exacto para esta frase, lo exacto ser¨ªa 'no' o 's¨ª'). Sobre todo, los skins, xen¨®fobos y neonazis, en este punto, no deben dejarse llevar por la sinceridad. No s¨¦ si captan que con su respuesta, la psic¨®loga detectar¨¢ si quieren a su Pili para atacar inmigrantes. Y esto va tambi¨¦n por los asesinos. Si el permiso de armas es para acabar con su cu?ado hagan el favor de disimular o lo tendr¨¢n que matar sin licencia (y les multar¨¢n). 'Me aburro', dice otra frase y aqu¨ª pongo 'siempre'. 'Tengo cosas en la cabeza que me impiden conciliar el sue?o'. Escribo que 'a veces'. Otras preguntas son: 'Todo me da igual', o 'Disfruto poniendo el coche a tope'. (Sobre todo los pilotos suicidas, mucho ojo aqu¨ª). Al terminar el test, en la pantalla salen mis resultados. En 'neurotismo' he sacado un 16, en 'paranoidismo' s¨®lo un 10, en 'agitaci¨®n' un 12 y en 'fuerza del yo' un 11. 'La fuerza del yo te sale un poco alta', me dice la psic¨®loga. A?ade que se me ve nerviosa y que por tanto la perra tambi¨¦n lo debe ser. Sugiere que seguramente tomo tranquilizantes. Le explico que no los tomo (si los tomara no estar¨ªa nerviosa), pero no s¨¦ si me cree. Entonces, sin poderlo evitar, le confieso que Pili todav¨ªa no es m¨ªa y que por tanto nunca la he dejado en una residencia canina. Si bien al dec¨ªrselo subo unos cuantos puntos en paranoidismo, tambi¨¦n logro que la amable profesional se sincere. Me cuenta que lo que conseguir¨¢ esta ley de perros peligrosos es que algunos due?os que no pasen la prueba o no quieran gastarse los euros, los abandonen.
Luego me toman la tensi¨®n, me miran los reflejos, me preguntan si tengo diabetes y el permiso es ya m¨ªo. Al salir compro a Pili y la arrastro hasta la gasolinera m¨¢s pr¨®xima.
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