Derechos humanos en Guinea y petr¨®leo americano
Una delegaci¨®n de la Fundaci¨®n Internacional Olof Palme ha asistido como observadora al lamentable espect¨¢culo de parodia judicial que se ha celebrado recientemente en Malabo contra 144 ciudadanos acusados de preparar un golpe de Estado contra el presidente Obiang y que se ha saldado con la condena de 68 personas a penas de prisi¨®n que van de 6 a 20 a?os. Lo que hemos visto la delegaci¨®n formada por Joan Ferran, Nicol¨¢s Cort¨¦s, M. Josep Crespo y yo misma en el cine Marfil de Malabo ha sido esperp¨¦ntico.
En primer lugar, debo se?alar que no se puede calificar de juicio lo observado, sino simplemente de simulacro de juicio. La presencia abrumadora de polic¨ªa militar metralleta en mano ha constituido un elemento intimidatorio no s¨®lo para los encausados, sino para todos los asistentes. Se trata de 144 personas detenidas y encarceladas durante varias semanas sin saber de qu¨¦ se las acusaba, sin asistencia letrada, brutalmente torturadas, en algunos casos directamente por militares de alta graduaci¨®n, cuyos nombres coinciden con los de familiares directos del jefe del Estado, Teodoro Obiang Nguema.
Las declaraciones de los comparecientes han sido obtenidas al dictado de los propios torturadores mientras golpeaban a sus v¨ªctimas, atadas de pies y manos y colgadas de la barra y con los ojos vendados, sin otra alternativa que asentir y firmar cualquier cosa que se les pusiera delante para acabar con el calvario. Dram¨¢tico ha sido el testimonio de muchos de los encausados que a las preguntas de los fiscales aseguraban que las declaraciones que se les esgrim¨ªan supuestamente firmadas por ellos en realidad no llevaban ninguna firma personal porque los torturadores les hab¨ªan roto las mu?ecas.
Los hechos son que el partido todav¨ªa no legalizado Fuerza Democr¨¢tica Republicana (FDR), de Felipe Ond¨®, trataba de recoger firmas suficientes para poder legalizarse y concurrir a las elecciones presidenciales de febrero de 2003. Felipe Ond¨® Obiang y C¨¦sar Ela Ond¨®, promotores de este partido, son del clan de Momgomo, el mismo que Teodoro Obiang, que teme que su arbitraria pol¨ªtica le haya hecho perder el apoyo de los viejos de su propio clan que en su momento le apoyaron frente a Mac¨ªas. A las citadas elecciones tambi¨¦n pensaba concurrir el carism¨¢tico abogado y presidente del Partido Convergencia para la Democracia Social (CPDS), Placido Mic¨®. Obiang teme que una posible alianza futura entre los dos partidos antes citados podr¨ªa tener ciertas posibilidades en las elecciones del 2003. Menci¨®n aparte, pero relacionada con los hechos, merece el encarcelamiento de Fabi¨¢n Ensu¨¦, del partido de filiaci¨®n socialdem¨®crata UP, que todav¨ªa no ha sido encausado pero lleva m¨¢s de un mes en la prisi¨®n de Black Beach con las mu?ecas rotas.
?Qu¨¦ se cuece detr¨¢s de esta farsa sangrienta? La ambici¨®n de poder y el reparto de los beneficios del petr¨®leo que la compa?¨ªa Mobil abona directamente al dictador Teodoro Obiang en cuentas en el extranjero por un importe equivalente a 75.000 millones de pesetas anuales, sin que el pueblo guineano se beneficie de nada. Mientras, el sistema escolar y sanitario recae sobre el esfuerzo de la cooperaci¨®n espa?ola.
Las reservas de petr¨®leo del golfo de Guinea son important¨ªsimas y esto lo sabe la empresa Mobil, que ha firmado un contrato leonino con Obiang d¨¢ndole el 25% de las extracciones. La pol¨ªtica de Bush consiste en aumentar las explotaciones en la bolsa de la llamada Costa Esmeralda para evitar el colapso energ¨¦tico que se puede ocasionar por las p¨¦simas relaciones que tiene con el dirigente venezolano Hugo Ch¨¢vez, teniendo adem¨¢s en cuenta que, para salir de la crisis, Venezuela, como ha reconocido el ex ministro de Econom¨ªa y Catedr¨¢tico en Harvard Ricardo Hausmann, puede verse obligada a aumentar el precio del petr¨®leo; todo ello con el tel¨®n de fondo del ataque previsto sobre Irak para la primavera de 2003. Un ataque destinado a facilitar los intereses del lobby de Bush para controlar el oleoducto de Irak a Afganist¨¢n hacia la conexi¨®n europea. El futuro ataque puede provocar una reacci¨®n de Arabia Saud¨ª, obligada a responder al sentimiento ¨¢rabe ante los excesos norteamericanos. Para evitar la crisis econ¨®mica por la disminuci¨®n de barriles de Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, Bush quiere incrementar las extracciones del golfo de Guinea. Pero esta estrategia tiene tambi¨¦n riesgo. Primero porque Gab¨®n ha agotado su bolsa y quiere desplazarse hacia Guinea continental para continuar las extracciones, y tambi¨¦n porque no moverse ante una maniobra tan burda como es aniquilar a toda la oposici¨®n por un sistema totalmente primitivo y cruel, violentando el respeto a los derechos humanos y a la independencia de la justicia, puede acabar provocando un incendio pol¨ªtico cruento en la zona que nos recuerde brutalidades como las que hemos vivido recientemente en Liberia.
Ni a la Mobil ni a Estados Unidos les interesa una posibilidad como la citada. Por ello, por convencimiento o por inter¨¦s, la Embajada norteamericana en Camer¨²n y especialmente el muy solvente embajador Harry Sullivan est¨¢n profundamente preocupados y presionan al Gobierno de Obiang para que alivie la inhumana presi¨®n sobre la oposici¨®n. Lo sorprendente es que el Gobierno espa?ol, que este semestre ha presidido la Uni¨®n Europea, manifieste tan poco inter¨¦s por tutelar unos m¨ªnimos aceptables en la ex colonia, y a pesar de que el presidente Aznar tiene como asesor especial para el tema al diplom¨¢tico Gil Casares, o quiz¨¢ precisamente por ello, el Ministerio de Asuntos Exteriores no se ve libre para denunciar al Gobierno de Obiang por involucionista y por la falta de respeto a los derechos humanos m¨ªnimos aceptables en un Estado de derecho.
Anna Balletb¨® es secretaria general de la Fundaci¨®n Internacional Olof Palme
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