El gran vendedor

Los valencianos tardaremos muchos a?os en tener al frente de nuestro Gobierno a un hombre con las habilidades pol¨ªticas de Eduardo Zaplana. Esto no es un juicio de valor, sino la constataci¨®n de unos hechos que cualquier persona puede revisar en las hemerotecas. A lo largo de su trayectoria p¨²blica, este abogado de Cartagena ha mostrado unas dotes poco comunes para satisfacer a sus seguidores y engatusar a sus adversarios. El resultado es deslumbrante, pese a que no compartamos sus maneras.

Desde que accediera a la alcald¨ªa de Benidorm, Eduardo Zaplana no ha ocultado en ning¨²n momento cu¨¢les eran sus artes en los asuntos p¨²blicos. Podemos reprobar que comprara la voluntad de la concejal socialista Maruja S¨¢nchez, pero el suceso no afecta a la calidad de sus habilidades. Su m¨¦rito es haber hecho cre¨ªbles estas destrezas y lograr que fueran aceptadas por un sinn¨²mero de personas. A su favor ha jugado una buena coyuntura econ¨®mica y una oposici¨®n pol¨ªtica muy debilitada. Ahora que las circunstancias est¨¢n cambiando y que deber¨¢ desenvolverse en un escenario relativamente distinto, habr¨¢ que ver el juego que es capaz de dar. En mi opini¨®n, y a poco que mantenga su suerte, saldr¨¢ airoso de la prueba.

El principal activo de Eduardo Zaplana es su falta de ideolog¨ªa y una percepci¨®n muy efectiva de los anhelos de buena parte de la sociedad. Sobre estos dos pilares, y el incuestionable poder del dinero, ha basado su actuaci¨®n, que tantos ¨¦xitos le ha reportado. Zaplana ha sido un vendedor extraordinario. Un vendedor simp¨¢tico y brillante, arrollador, que ha colocado su mercanc¨ªa all¨¢ donde ha querido y de la manera que ha juzgado m¨¢s favorable para sus intereses. En este terreno, ha sido un l¨ªder sin discusi¨®n, a mucha distancia de cualquier otro oponente.

La capacidad de este hombre para dar dimensi¨®n real a asuntos que no pasaban de ser ideas esbozadas en una hoja de papel no tiene parang¨®n. Yo, desde luego, no conozco ning¨²n caso parecido. En un tema como el de la Ciudad del Cine, que lleva m¨¢s de seis a?os dando vueltas, cualquier otro pol¨ªtico se hubiera estrellado desde hace tiempo. Eduardo Zaplana acaba de presentarlo en Madrid como un logro y la prensa le ha ofrecido espacios destacados. Y quien dice la Ciudad del Cine, dice la Ciudad del Teatro, o el AVE, el agua del Ebro, o aquel famoso plan de acci¨®n territorial que iba a solucionar los grandes problemas de infraestructuras de Benidorm, Alicante y Elche.

Eduardo Zaplana deja la sanidad p¨²blica en peores condiciones que la encontr¨®. Pese a sus repetidas afirmaciones, no parece que el mapa escolar vaya a completarse en esta legislatura. Terra M¨ªtica sigue en n¨²meros rojos y amenazada por la recesi¨®n del turismo. La deuda de la Generalitat, al decir de los economistas, alcanza cifras alarmantes y el Parlamento valenciano hace tiempo que dej¨® de ser el centro del debate pol¨ªtico, en contra de las promesas que ¨¦l mismo realizara. Pese a todo ello, Eduardo Zaplana marcha a Madrid como un triunfador. ?se es su misterio.