M¨¢s all¨¢ de la 'maniera'
En 1968, Antonio Carvajal (Albolote, Granada, 1943) public¨® su primer libro, Tigres en el jard¨ªn, que ahora se reedita acompa?ado de Casi una fantas¨ªa, de 1975 aunque concluido diez a?os atr¨¢s. Son, las anteriores, dos fechas importantes en la constituci¨®n de la generaci¨®n a la que pertenece el poeta: una por ser el punto de convergencia de los principales acontecimientos que la impulsaron, la otra porque por entonces se inicia la recuperaci¨®n p¨²blica de aquellos rasgos est¨¦ticos repudiados por los nov¨ªsimos m¨¢s tempranos y recalcitrantes. Y digo recuperaci¨®n p¨²blica, porque a t¨ªtulo individual hubo sesentayochistas que nunca abjuraron de caracteres tales como la emoci¨®n heredera del romanticismo europeo, visible en Colinas, o el clasicismo de Carvajal. No por azar ambos autores est¨¢n incluidos en la restrictiva antolog¨ªa de Mart¨ªn Pardo (1970), que contrapesaba la n¨®mina y la orientaci¨®n de la que hab¨ªa publicado el mismo a?o Castellet, en la que no hay ni un h¨¢lito de entrega sentimental, ni un poema sometido al metro cl¨¢sico.
TIGRES EN EL JARD?N / CASI UNA FANTAS?A
Antonio Carvajal. Hiperi¨®n. Madrid, 2002 112 p¨¢ginas. 8 euros
Carvajal hizo justo lo contrario en estos dos libros que, si atendemos a la perfecci¨®n de sus formas, no desentonan de los m¨¢s acabados artefactos barrocos de sus antecesores granadinos seiscentistas. Lo cual, por cierto, no implica la renuncia a una sensibilidad rigurosamente moderna, en que destaca la facultad de verter en especie po¨¦tica la armon¨ªa a¨¦rea de la m¨²sica y la maleabilidad pl¨¢stica de la pintura, al servicio de una envolvente pasi¨®n encarnada en los mejores versos de Tigres en el jard¨ªn: 'Con estos mismos labios que ha de comer la tierra, / te beso limpiamente los m¨ªnimos cabellos'... El libro est¨¢ en su mayor parte compuesto por sonetos alejandrinos a la manera modernista, rebosantes de una plenitud vitalista donde se conjuntan el ¨ªmpetu er¨®tico y la unci¨®n contemplativa, particularmente intensa en los bodegones literarios.
Casi una fantas¨ªa, por su parte, dispuesto como una sonata cl¨¢sica y escrito en sextetos de factura impecable, obedece al complejo plan de una mente rectora llevado a cabo por un artesano de la maniera, que se regodea en los acr¨®sticos, las enumeraciones, los paralelismos, las aliteraciones, las met¨¢foras. Frente a lo que sucede con Tigres en el jard¨ªn, aqu¨ª el artificio no esconde los resortes de su funcionamiento. S¨®lo cabe temer que alg¨²n lector se detenga, deslumbrado por tantas y tales excelencias, a las puertas del tabern¨¢culo po¨¦tico -para¨ªso cerrado para muchos- al que esas excelencias conducen.
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