Babcock vuelve a la incertidumbre
Una privatizaci¨®n en suspensi¨®n de pagos y con todos los compromisos a¨²n pendientes
Corre ya el rumor de que Babcock Borsig Espa?a, la antigua empresa p¨²blica Babcock & Wilcox, tiene un gafe. La privatizaci¨®n dur¨® cinco a?os y se resolvi¨® en una semana. Ocho meses despu¨¦s la empresa compradora, Borsig, est¨¢ en suspensi¨®n de pagos. Nadie asume la responsabilidad, es una patata caliente en la que apenas ha comenzado la transferencia de tecnolog¨ªa y fondos desde Alemania.
En los dos ¨²nicos consejos de Babcock Borsig Espa?a los representantes sindicales se negaron a firmar las cuentas
'Hubiera sido mejor repartir el dinero entre los trabajadores y cerrarlo'. Las palabras de un pol¨ªtico vasco que vivi¨® de cerca la privatizaci¨®n reflejan el hartazgo existente entre los partidos ante una empresa que les vuelve como si fuera un bumer¨¢n ocho meses despu¨¦s. Mantener 673 trabajadores cost¨® a las arcas p¨²blicas 1.274 millones de euros. La cifra incluye las p¨¦rdidas de los ¨²ltimos cinco a?os y las aportaciones directas a la privatizaci¨®n. Babcock Borsig adquiri¨® por 45 millones una nueva compa?¨ªa sin deudas, con unos fondos propios de 154,5 millones con el compromiso de mantener la plantilla cinco a?os, realizar transferencias de tecnolog¨ªa e invertir 135,23 millones en ese lustro.
Aparentemente todo era perfecto, sin embargo, el funcionamiento normal de la empresa tuvo problemas desde el primer d¨ªa. El art¨ªfice de la operaci¨®n, seg¨²n sus propias palabras, fue el hoy vicepresidente de Babcock Borsig Espa?a, Carlos Vento. Hoy, dice estar fuera de la gesti¨®n diaria. Sin embargo, ha sido en ausencia del presidente, Klaus G. Lederer, quien ha estado al frente de los dos ¨²nicos consejos de administraci¨®n de la firma espa?ola de capital alem¨¢n. En aquellas reuniones los dos representantes de los sindicatos, CC OO y UGT, se negaron a firmar las cuentas y pidieron una auditor¨ªa. Todav¨ªa est¨¢n esperando una nueva reuni¨®n que se ha pedido con mayor intensidad desde hace 15 d¨ªas al verse llegar la crisis.
Al irregular funcionamiento del consejo se debe a?adir el par¨®n en la transferencia tecnol¨®gica. Los intercambios de t¨¦cnicos se han suspendido. Aunque ahora la planta de Vizcaya tiene carga de trabajo para algo m¨¢s de un a?o, la producci¨®n no es especializada. Fuentes del consejo aseguran tambi¨¦n que los fondos prometidos por los alemanes tampoco han llegado y que con la crisis en la matriz parece dif¨ªcil que lleguen.
Babcock Borsig en el ejercicio 2000-2001 factur¨® 4.340 millones de euros, pero s¨®lo obtuvo 11,79 millones de beneficios, pero sus problemas vienen de lejos, ya en los a?os setenta y noventa estuvo a punto de suspender pagos. Ahora la suspensi¨®n de pagos puede ascender a 840 millones de euros. La firma alemana cuenta con 22.000 empleos en todo el mundo. El canciller alem¨¢n Gerhard Schr?der, acus¨® la pasada semana a la direcci¨®n de Borsig de arruinar la empresa con sus 'importantes errores de gesti¨®n'.
M¨¢s all¨¢ de especulaciones sobre la posible venta a un tercero o la resoluci¨®n de la crisis, la filial espa?ola ya padece los primeros efectos de la crisis. Endesa estudia la posibilidad de no firmar dos contratos para ciclos combinados en Gran Canaria y en Mallorca.
La vuelta de la incertidumbre ha hecho que los trabajadores hayan vuelto la mirada a la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales), su antigua propietaria, para que les resuelva su futuro. La agenda de la SEPI va a estar esta semana bastante cargada. Ma?ana reciben a los sindicatos y tambi¨¦n a primeros de esta semana tendr¨¢n un encuentro con los responsables alemanes de Babcock Borsig.
La SEPI se mantiene a la espera y dice que se trata ya de una empresa privada. Sin embargo, Borsig debe cumplir su parte del trato y eso est¨¢ en el aire. Hace algo menos de un a?o la SEPI negociaba la venta a la estadounidense McDermott. En una semana cambio de opini¨®n. Todo porque Borsig asumi¨® el acuerdo alcanzado con la estadounidense y dijo que matendr¨ªa 50 personas m¨¢s de la plantilla durante cinco a?os, en vez de los tres que ofrec¨ªa McDermott.
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