"La isla es de mis cabras"
La propietaria de las cabras que pastan en isla Perejil hace de cocinera para los soldados marroqu¨ªes que ocupan el pe?¨®n
Las u?as con dibujos anaranjados de henna cubren su boca desdentada cuando se r¨ªe. Se llama Rajma Lachili y es la propietaria de las cabras que se comen desde hace d¨¦cadas el perejil m¨¢s sabroso que crece en el islote protagonista de la ¨²ltima crisis entre Espa?a y Marruecos. Con su cabeza cubierta por un pa?uelo blanco anudado al frente y un desgastado vestido marr¨®n claro con un dibujo de hojas, Rajma se retuerce de risa cuando le preguntan de qui¨¦n cree que es la isla. 'De mis cabras', responde en el castellano que aprendi¨® en la ¨¦poca del protectorado espa?ol.
Esta afable mujer lleva muchos a?os (se niega en rotundo a decir su edad) sin salir de la peque?a aldea marroqu¨ª de Tsaura, donde s¨®lo hay cuatro casas habitadas por dos familias y, desde hace poco tiempo, un peque?o destacamento militar instalado en un barrac¨®n prefabricado, en el que ayer por la tarde s¨®lo hab¨ªa un soldado y un cabo, en permanente contacto por radio con otros dos militares marroqu¨ªes que saludaban desde lo m¨¢s alto del islote Perejil.
Tsaura es un peque?o territorio al que se llega, tras dos o tres kil¨®metros, por el sendero de monta?a que le une a Punta Leona. En el pasado lleg¨® a tener hasta una veintena de casas y su propia mezquita, pero trece de las viviendas y el templo se vinieron abajo por un terremoto en 1971. La familia de Rajma se qued¨®. Su esposo, fallecido hace siete a?os, y algunos de sus diez hijos prefirieron quedarse en su casita a la espalda del islote. Por supuesto, con ellos se qued¨® su modo de vida: las cabras comedoras de perejil. El lugar donde se levanta su peque?a casa familiar es espectacular. Los escasos doscientos metros que separan isla Perejil de la costa son aguas poco profundas y cristalinas. Se puede ver un fondo azul turquesa salpicado de machas de coral. Los hijos de Rajma sol¨ªan ir nadando hasta el islote, aunque lo m¨¢s normal es que llegaran hasta all¨ª en patera, con su ganado. Las cabras no necesitan pastor en la isla y, seg¨²n Rajma, la dieta que los caprinos encuentran en el islote convierten su leche agria en un alimento inigualable.
El ganado es la manera oficial de ganarse la vida de estas familias, pero cabe sospechar que quiz¨¢s tambi¨¦n colaboren en el tr¨¢fico ilegal de estupefacientes. Muerto el marido de Rajma, su yerno Mohammed Davut es el cabeza de familia. ?ste tuerce el gesto bajo su sombrero de paja cuando se le pregunta c¨®mo sobrevive durante el invierno, cuando la ladera de la monta?a bajo la que viven se convierte en una cascada.
Cerca de la casita reci¨¦n pintada hay un embarcadero camuflado, pintado del color de la piedra y desde el que baja una lengua de hormig¨®n hasta el mismo borde del agua. Sacar o meter una embarcaci¨®n de ese escondrijo ser¨ªan cuesti¨®n de poco m¨¢s de un minuto.
Pero la anciana est¨¢ ajena a todo esto y aprovecha la visita para ejercitar su castellano. Recuerda cuando sobre el pe?¨®n hab¨ªa tropas espa?olas de los Regulares mezcladas con fuerzas marroqu¨ªes. Ella les cocinaba el cusc¨²s vegetal y el pan. Asegura que tambi¨¦n lo ha hecho en varias ocasiones para los soldados que ahora ocupan el pe?¨®n, pero el soldado y el cabo de la radio le reprenden inmediatamente. No quieren que se d¨¦ la imagen de que las tropas reales se abastecen del puchero de una anciana.
La visita, autorizada por la oficina del gobernador de Tet¨²an, quiere ofrecer a varias agencias de noticias y corresponsales una imagen de identidad marroqu¨ª del islote. Tras escrutar el islote durante varias horas tan s¨®lo se pueden ver un par de soldados. Algunos lugare?os aseguran que en el momento de la toma hubo alrededor de una docena de militares involucrados, pero que ahora hacen turnos y la mayor parte del tiempo, la patera de abastecimiento tan s¨®lo lleva una par de raciones del cusc¨²s de Rajma.
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