La especulaci¨®n al poder
Durante el debate del estado de la naci¨®n, Aznar no dedic¨® un segundo a analizar la evoluci¨®n del mercado inmobiliario. Tampoco incluy¨® ning¨²n comentario sobre las actuaciones del Gobierno -Plan de Vivienda, incentivos previstos para la vivienda en alquiler en la reforma del IRPF-, ni anunci¨® compromiso alguno. A la vista de que tampoco ha cesado al ministro de Fomento, cabe deducir que, seg¨²n Aznar, la especulaci¨®n inmobiliaria es algo saludable y no hay ning¨²n problema en materia de vivienda sobre el que el Gobierno deba preocuparse ni ocuparse.
Sin duda, no existe problema -todo lo contrario- para los beneficiarios del espectacular aumento del precio de la vivienda: en concreto, los propietarios de suelo, para los que las medidas supuestamente liberalizadoras promovidas por el PP desde 1996 se han traducido en ingentes incrementos del valor de mercado de sus patrimonios. Se ha puesto ya en evidencia la falacia de la tesis del PP, seg¨²n la cual cuanto m¨¢s suelo se califique como urbanizable, m¨¢s barato ser¨¢ el suelo, y, en consecuencia, la vivienda. El mejor ejemplo es la Comunidad de Madrid: Ruiz-Gallard¨®n ha estimulado planes urban¨ªsticos que suponen, hoy, una oferta de suelo urbanizable equivalente a m¨¢s de 800.000 viviendas; y con ello ha contribuido al mayor incremento del precio del suelo y de la vivienda registrado en Espa?a, as¨ª como a la demostraci¨®n pr¨¢ctica de que un incremento de oferta no garantiza en absoluto una reducci¨®n del precio.
Aznar se equivoca al no preocuparse por el mercado inmobiliario. El retraso en la emancipaci¨®n de nuestros j¨®venes -inducido por la carest¨ªa de la vivienda y por la precariedad de sus condiciones laborales- constituye un grav¨ªsimo problema social que requiere actuaciones urgentes. En segundo lugar, los analistas comienzan a temer los efectos negativos -para las familias, los bancos y muchas empresas del sector- de un cambio de tendencia en la evoluci¨®n de los precios inmobiliarios que parece anticiparse en la desaceleraci¨®n en el n¨²mero de tasaciones y procesos m¨¢s lentos de subrogaci¨®n, y empieza a traducirse en un menor incremento de los precios de la vivienda.
El probable estallido de la burbuja inmobiliaria responde a la gradual desaparici¨®n de algunos factores: se ha frenado la carrera a la baja de los tipos de inter¨¦s hipotecarios, e incluso se ha producido un repunte; la masiva colocaci¨®n en el mercado inmobiliario de dinero negro en pesetas ha culminado y han empeorado los principales indicadores econ¨®micos.
No obstante, sigue vivo otro factor que est¨¢ manteniendo la burbuja inmobiliaria: la catastr¨®fica evoluci¨®n de los valores burs¨¢tiles sigue provocando una notable preferencia por la colocaci¨®n del ahorro en inmuebles. Ello, unido al mantenimiento de tipos de inter¨¦s bajos, contrarresta, en parte, los elementos de freno al crecimiento de los precios ya comentados, y acent¨²a los efectos negativos de un crecimiento econ¨®mico basado principalmente en la construcci¨®n, mientras que el resto de los sectores productivos reduce su competitividad y no se aplican suficientes recursos, ni p¨²blicos ni privados, a I+D y a innovaci¨®n. Al ritmo de los ¨²ltimos cuatro a?os - 500.000 viviendas iniciadas frente a tan s¨®lo 300.000 hogares netos al a?o-, Espa?a corre el riesgo de convertirse en un pa¨ªs bastante edificado..., pero cada vez menos tecnificado.
Las familias espa?olas han alcanzado un nivel de endeudamiento del 77% de su renta bruta disponible, y los cr¨¦ditos para adquisici¨®n de vivienda suponen un 40% de dicho agregado, seg¨²n el ¨²ltimo informe del Banco de Espa?a. Si aumentase un punto el tipo de inter¨¦s de los cr¨¦ditos hipotecarios se agravar¨ªa la dificultad econ¨®mica, ya evidente, de las familias para llegar a fin de mes. Por supuesto, la situaci¨®n ser¨ªa m¨¢s grave si se diera una disminuci¨®n en t¨¦rminos reales de los precios de la vivienda, dado su car¨¢cter de garant¨ªa real de los cr¨¦ditos hipotecarios. Vale la pena recordar, por ejemplo, que en el periodo 1992-95 se registr¨® una reducci¨®n en t¨¦rminos reales del 15%, y en t¨¦rminos nominales, del 1,7%. Ello supuso tensiones importantes tanto para las familias como, sobre todo, para las empresas del sector que hab¨ªan adquirido suelo o inmuebles a precios muy elevados.
La burbuja inmobiliaria presenta caracter¨ªsticas muy diferentes a la burs¨¢til, pero el Gobierno no parece preparado para prevenir o mitigar el posible estallido consecutivo de ambas burbujas -a tenor de las resoluciones continuistas aprobadas tras el debate sobre el estado de la naci¨®n-, y que requerir¨ªan, a nuestro juicio, comenzar por reconocer la gravedad de los problemas se?alados.
Cristina Narbona Ruiz es secretaria federal de Medio Ambiente y Ordenaci¨®n del Territorio del PSOE.
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