'El humor es la otra cara del terror'
El ser humano tiene un destino tr¨¢gico, una esencia l¨ªrica y una existencia c¨®mica'. La frase, siempre prestigiosa, de George Santayana merecer¨ªa estar impresa en los azucarillos del restaurante en el que transcurre la conversaci¨®n entre Juan Jos¨¦ Mill¨¢s (Valencia, 1946) y Antonio Orejudo (Madrid, 1963). La ¨²ltima novela del primero es Dos mujeres en Praga (Espasa). La del segundo, Ventajas de viajar en tren (Alfaguara), por la que Orejudo recibi¨® el Premio Andaluc¨ªa de novela en 2000 con un jurado presidido por el propio Mill¨¢s. La tragedia y la comedia, efectivamente, sobrevuelan las palabras de estos dos autores tan empe?ados en cuestionar la alegr¨ªa obligatoria como en defender un pensamiento parad¨®jico que hace gracia sin querer ser gracioso. Abri¨® el fuego Antonio Orejudo con esta pregunta: 'Juanjo, ?has le¨ªdo ¨²ltimamente alg¨²n libro de risa?'. Y continu¨® ¨¦l mismo.
Mill¨¢s: 'Hay zonas del ser humano a las que s¨®lo te puedes acercar desde el humor. Desde otro ¨¢ngulo ser¨ªan insoportables'
Orejudo: 'Hay un prejuicio contra la risa. Se sigue pensando en la lectura como en algo penitencial'
ANTONIO OREJUDO. A m¨ª me gust¨® mucho Lo mejor que le puede pasar a un cruas¨¢n, de Pablo Tusset. El t¨ªtulo es infame, pero la novela est¨¢ muy bien. Me la mand¨® Huerga, el editor de Lengua de Trapo por correo electr¨®nico, sin firma, y pens¨¦: imprimo 10 p¨¢ginas y digo que la he le¨ªdo toda. Pero me enganch¨®. Le dije al editor: 'esto es de Eduardo Mendoza, que quiere publicar algo en una editorial peque?a'. Creo que la cr¨ªtica, que suele ser muy solemne, no le ha dado la importancia que tiene. Tambi¨¦n le pas¨® a Mendoza, c¨®mo no le va a pasar a este chaval.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ tiene tan mala reputaci¨®n la risa?
JUAN JOS? MILL?S. Para la cr¨ªtica, esa novela y La aventura del tocador de se?oras, de Mendoza, son dos novelas menores. Cuando son dos novelas arriesgadas, al l¨ªmite.
A. O. En Espa?a hay un problema con la risa. Es algo esquizofr¨¦nico. Aunque a los lectores les gusta re¨ªrse con los libros, cuando terminan la lectura les habr¨ªa gustado tener un gesto m¨¢s adusto. Se sigue pensando en la lectura como en algo penitencial. Cuando t¨² cierras un libro y dices, 'qu¨¦ bien me lo he pasado', tambi¨¦n dices, 'si me lo he pasado bien yo, se lo puede pasar bien cualquiera; esto no tiene ning¨²n m¨¦rito'. Al lector, inconscientemente, le gusta verse sufriendo y decir: 'Qu¨¦ culto soy; este libro, con lo co?azo que es, lo he le¨ªdo hasta el final'. La risa se desde?a.
J. J. M. Porque la gente tiene la idea de que la lectura es algo solemne.
A. O. De ah¨ª el ¨¦xito de un libro como El nombre de la rosa, que ten¨ªa p¨¢ginas en lat¨ªn. El lector dec¨ªa: 'Jo, me estoy divirtiendo con una novela que est¨¢ escrita en lat¨ªn y en la que se habla de Arist¨®teles'. Hay un prejuicio muy grande contra los libros que hacen re¨ªr. Y no hablo de la fina iron¨ªa, que es algo que est¨¢ al alcance de cualquier intelectual, hablo de la risa que despereza f¨ªsicamente el cuerpo. Contra esa reacci¨®n qu¨ªmica hay un prejuicio.
J. J. M. En mi propia trayectoria, el humor es una conquista en contra de la atm¨®sfera. Recuerdo que cuando empec¨¦ a escribir no me permit¨ª muchas cosas que luego me he permitido porque pensaba que la literatura era algo sagrado.
A. O. Tus primeras novelas no son nada graciosas, son m¨¢s bien duras, sin embargo, en Papel mojado hay mucho humor.
J. J. M. Es curioso: un pa¨ªs que hace chistes sobre todo no tiene chistes de libros. Hortelano contaba que la gente no entraba en las librer¨ªas por la misma raz¨®n por la que ¨¦l no entraba en una joyer¨ªa de Serrano: porque no sabr¨ªa c¨®mo moverse. ?Y si le preguntan qu¨¦ quiere? Lo bueno de las grandes librer¨ªas es que no piensas que te van a hacer un examen.
A. O. Lo contradictorio es que el prejuicio contra la risa exista en un pa¨ªs que tiene como primer libro el Quijote, o el Lazarillo, que son libros de risa. ?C¨®mo se explica eso?
P. Quiz¨¢ porque la tragedia tiene m¨¢s prestigio que la comedia.
J. J. M. Quiz¨¢ es porque el humor se asocia a un estadio cultural inferior. Se dice mucho 'humor inteligente', como si el atributo del humor fuera la falta de inteligencia.
A. O. Tambi¨¦n est¨¢ el lastre de que durante la posguerra se dec¨ªa que el humor era de derechas: '?se se r¨ªe mucho, debe de ser un facha'. Estaban Mihura y tal. O Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez, que tiene cosas muy buenas.
J. J. M. Son muy buenos. Enlazan con la tradici¨®n del surrealismo, no s¨¦ si habi¨¦ndolo conocido.
A. O. Hay un prejuicio ideol¨®gico. Los de izquierdas estaban muy apesadumbrados con la derrota y no estaban para chistes. Aunque hab¨ªa humor antes de la guerra. ?Cu¨¢l es nuestra tradici¨®n? El Lazarillo, el Quijote, La Celestina o el Libro del buen amor, que, por cierto, es como una revista musical de Lina Morgan. Ninguna ten¨ªa vocaci¨®n de literatura seria. Es m¨¢s, ten¨ªan una intenci¨®n insultantemente fugaz. Lo que sucede es que aqu¨ª la gente piensa que, por ejemplo, el mon¨®logo interior no es una herramienta como el di¨¢logo o la descripci¨®n, sino que es un valor literario en s¨ª mismo, como t¨², Juanjo, me dijiste una vez.
J. J. M. El di¨¢logo, por ejemplo, est¨¢ muy mal visto.
A. O. El otro d¨ªa dec¨ªa Ferlosio que no le interesaban las novelas, ?con tantos guiones de di¨¢logo!
J. J. M. Es que yo creo que habr¨ªa que escribir la historia de la literatura no desde los g¨¦neros, sino desde la patolog¨ªa. En literatura, como en casi todo, primero hacemos las cosas y luego las justificamos. Si a uno le gusta madrugar dice que lo moralmente bueno es madrugar.
P. ?La risa va por ¨¦pocas? ?El experimentalismo de los a?os setenta ten¨ªa poco sentido del humor?
J. J. M. Cuando yo empec¨¦ a escribir no es que el experimentalismo estuviera de moda, sino que no hab¨ªa posibilidad de hacer otra cosa. Y hab¨ªa dos frases con las que los cr¨ªticos se cargaban una novela: 'Es una novela muy lineal' y 'es una novela costumbrista'. Cuando termin¨¦ mi primera novela, Cerbero son las sombras, y la rele¨ª me qued¨¦ aterrado porque me di cuenta de que ten¨ªa argumento, que era una de las cosas m¨¢s perseguidas. Por eso le puse ese t¨ªtulo, que no significa nada, para despistar. Siempre me he preguntado por qu¨¦ siempre ha estado tan perseguido el argumento.
A. O. Porque ayuda a la lectura. La gente no est¨¢ dispuesta a que lo mismo que ¨¦l lee lo pueda leer cualquiera.
J. J. M. Anthony Burgess habla en sus memorias de la amargura que le produc¨ªa el hecho de ser un escritor minoritario porque todos los grandes (Shakespeare, Cervantes) fueron populares.
A. O. Hay una confusi¨®n: se piensa que lo contrario de divertido es serio. Y lo contrario es aburrido.
P. ?Hay una definici¨®n para el humor?
J. J. M. La mejor que yo conozco es la de Bergson: 'El humor es una espera decepcionada'. Y eso exactamente es la literatura. Desde ese punto de vista, es imposible que exista una gran literatura sin humor. El problema surge cuando hablamos del g¨¦nero, que es un clich¨¦, una esclerotizaci¨®n. Pasa en todos los g¨¦neros, en el policiaco, en el de aventuras. El g¨¦nero es una especie de enfermedad. El humor como g¨¦nero no me interesa. Debe ser un efecto secundario.
A. O. El condimento, no el plato.
J. J. M. M¨¢s que el condimento, el efecto secundario de una mirada. Nunca se debe buscar directamente.
A. O. Por ejemplo, la historia del Lazarillo se puede contar como una tragedia. ?Qu¨¦ le pasa a ese muchacho? Nace hijo de una puta, a su madre se la folla un negro, ¨¦l se tiene que marchar con un ciego, pasa hambre, lo esclaviza un mont¨®n de gente y al final se casa con una mujer que le pone los cuernos. Sin embargo esa novela no nos produce un desgarro interior. Por el punto de vista.
J. J. M. Cuando el humor se busca directamente produce g¨¦neros menores, pero si trabajas desde un pensamiento parad¨®jico, como Chesterton, por ejemplo, se ponen al descubierto todos los mecanismos de la m¨¢quina de la realidad. Y produce risa. ?Woody Allen busca la risa? No.
A. O. Adem¨¢s, la risa es una forma de compromiso con la realidad. Generalmente la acusaci¨®n que se hace a los libros que producen risa es que son escapistas. Es todo lo contrario. El humor es el gran desenmascarador de imposturas. Eso s¨ª, hay que reconocer que la cr¨ªtica hecha con humor es menos efectiva que la del sesudo sant¨®n a lo Goytisolo. Te toman por gracioso.
J. J. M. Pero si t¨² has elegido el pensamiento parad¨®jico no puedes pedir ser escuchado como el sant¨®n. Si quieres ser el Diablo no puedes pedir que te escuchen como a Dios. El humor, cuando es bueno, es la otra cara del terror. Es imposible el uno sin el otro. Por eso las situaciones terror¨ªficas muchas veces nos producen risa.
A. O. Antes has mencionado a Chesterton, que es un ejemplo de lo que acabas de decir. El hombre que quer¨ªa ser jueves es una novela que a m¨ª me hace re¨ªr mucho y tiene como subt¨ªtulo: 'Una pesadilla'.
J. J. M. Chesterton hace re¨ªr porque se acerca a la zona m¨¢s abisal de la condici¨®n humana, y ah¨ª s¨®lo se puede llegar mediante el humor. Es una cuesti¨®n econ¨®mica, que es lo que dice Freud en El chiste y su relaci¨®n con el inconsciente: es un recurso para economizar emociones. ?l pone el ejemplo del tipo al que van a ejecutar un lunes y dice: 'Vaya forma de empezar la semana'. Es un recurso que crea un efecto, no un g¨¦nero.
A. O. La gente confunde el humor con los humoristas.
J. J. M. El g¨¦nero es la hipertrofia de un tic. Eso es Agatha Christie respecto a la literatura policiaca. El placer que uno encuentra en sus novelas es el mismo que encuentra en la resoluci¨®n de un crucigrama.
A. O. Estoy de acuerdo, pero yo soy partidario de los escritores que saben intercalar en la trama una an¨¦cdota hilarante. La risa intransitiva y f¨ªsica es algo que admiro profundamente. Yo soy un gran partidario de la risa. Pero, ?qu¨¦ es la risa? Que alguien haya conseguido reunir palabras que han conseguido estimular ciertas gl¨¢ndulas en el cerebro. Me parece milagroso. Cuando un autor consigue hacerme re¨ªr a carcajadas...
P. ?Y qui¨¦n le hacer re¨ªr a carcajadas?
A. O. Algunos libros de Mill¨¢s. Papel mojado, por ejemplo. Cuando el protagonista est¨¢ metido en una cabina telef¨®nica, se le acaba el dinero y le ofrece a la gente un billete de cien por un duro. Antes habl¨¢bamos de Mendoza. De Pablo Tusset. Cervantes me hace re¨ªr con algunas salidas que traducidas a la literatura contempor¨¢nea producir¨ªan una actitud cr¨ªtica de condescendencia. Si hoy alguien escribiera el Quijote volver¨ªa a pasar como una novela menor.
P. Andr¨¦s Trapiello suele decir que de vivir hoy Cervantes, el Premio Cervantes se lo dar¨ªan a Lope.
A. O. Exacto. La literatura de la ¨¦poca est¨¢ llena de testimonios de gente condescendiente con el Quijote.
P. El propio Cervantes prefer¨ªa el Persiles.
A. O. Claro. ?C¨®mo le va a gustar a la gente seria una novela de risa?
J. J. M. Por supuesto, ?c¨®mo se va a volver nadie loco por leer libros en un pa¨ªs como ¨¦ste?
P. ?Es un fen¨®meno espa?ol esa impostura trascendente?
A. O. Los ingleses tienen algo m¨¢s de humor.
J. J. M. Tienen, por ejemplo, un g¨¦nero como la novela de campus.
A. O. S¨ª. El mundo es un pa?uelo, de David Lodge, es desternillante. O John Irving, que aqu¨ª est¨¢ s¨®lo considerado por cuatro locos. El mundo seg¨²n Garp me parece extraordinario.
J. J. M. O Una mujer dif¨ªcil, que tiene momentos hilarantes y, al mismo tiempo, inquietantes, como pasa en Oraci¨®n por Owen. Cuando mejor le funciona lo c¨®mico es cuando no se puede separar de lo tr¨¢gico. Por eso dan tanto miedo los payasos, y por eso se cuentan tantos chistes en los velatorios. Por eso tambi¨¦n se dice que la risa es una cosa diab¨®lica y, claro, mucho m¨¢s humana.
A. O. Luego hay una vertiente de lo humor¨ªstico que es lo grotesto, que me interesa mucho. Lo exagerado, lo carnavalesco, Gargant¨²a, por ejemplo. Hay un escritor al que se tiene por muy serio y que tiene una vertiente muy grotesca: Agust¨ªn G¨®mez Arcos, que viv¨ªa en Francia. Pero en espa?ol hay poca literatura contempor¨¢nea de desmesura escatol¨®gica.
J. J. M. A m¨ª me gusta poco la literatura escatol¨®gica. Reconozco que es una limitaci¨®n. Es un rechazo visceral. Lo identifico con lo familiar en el peor sentido. En las familias espa?ola siempre se termina hablando de lo escatol¨®gico.
P. Quiz¨¢ es una manera indirecta de hablar del dinero.
J. J. M. Eso dec¨ªa Freud. Por eso son tan inquietantes los cajeros autom¨¢ticos. Recuerdo cuando vi el primer cajero: alguien contra la pared mirando a los lados,un poco violento, y viendo c¨®mo sal¨ªa dinero de una raja. Es un acto muy escatol¨®gico. Por eso pusieron esas cabinas en las que podemos hacerlo en la intimidad.
P. Un elemento que est¨¢ muy presente en ustedes es lo absurdo.
J. J. M. En la primera obra de Antonio prima la parodia, pero en la segunda lo absurdo te engancha porque va de la mano con lo terror¨ªfico, porque est¨¢s ante la duda de si re¨ªr o llorar. Lo absurdo nace de levantar las primeras capas de la realidad y ver la maquinaria. Eso produce una mezcla de miedo y risa. Por cierto, ?t¨² crees que Kafka es un humorista?
A. O. Por supuesto. El proceso es una novela para morirse de risa.
J. J. M. Claro. Si Kafka es un humorista, a lo mejor hay que llegar a la conclusi¨®n de que el humor est¨¢ en la esencia misma de la literatura. Y de la condici¨®n humana, que es pat¨¦tica, de risa. Hay zonas del ser humano a las que s¨®lo te puedes acercar desde el humor porque desde otro ¨¢ngulo ser¨ªan insoportables.
A. O. Salman Rushdie dec¨ªa que igual que el ojo segrega humores como medio de protecci¨®n, el humor es la ¨²nica manera que tenemos que protegernos de ciertos ¨¢mbitos.
J. J. M. Adem¨¢s, un acercamiento ingenuo (y el escritor tiene que ser ingenuo) a la realidad produce risa. Esto lo saben bien los ni?os, que hacen preguntas que ponen al descubierto la trampa y dicen que el rey est¨¢ desnudo. Crecer es hacer como que entendemos las cosas, cuando en realidad no las hemos entendido. Cuando alguien rompe el consenso y dice que el rey est¨¢ desnudo produce la carcajada, porque en el fondo nosotros sabemos que es cierto.
A. O. El humor desenmascara.
J. J. M. Es el gran liberador. Freud dice que el chiste tiene una salida no previsible que tiene que estar oculta, porque si no, no nos har¨ªa gracia. Es el ?por qu¨¦ no se me habr¨ªa ocurrido a m¨ª? El golpe de humor verbaliza algo que en el fondo la parte oculta del lector tambi¨¦n sabe. Uno ve lo que espera ver. Creo que era Nigel Barley el que en El antrop¨®logo inocente hac¨ªa una reflexi¨®n curiosa. Imag¨ªnate que un antrop¨®logo est¨¢ seis a?os en Oxford estudiando una tribu del centro de ?frica y a los siete a?os le dan una beca para que vaya a conocerla. ?Qu¨¦ va a ver ¨¦l all¨ª? ?Va a ver algo distinto de lo que ha estudiado? Es imposible, porque tirar¨ªa siete a?os de su vida a la basura. Cuando uno sale a la calle ve lo que espera ver. Adem¨¢s, la realidad colabora. Como la tribu, a la que siempre avisaba alguien: 'Que viene el antrop¨®logo'. Y se comportaba como se espera de ella.
BIBLIOGRAF?A
Lo mejor que le puede pasar a un cruas¨¢n. Pablo Tusset (Lengua de Trapo; Punto de Lectura, bolsillo). La aventura del tocador de se?oras. Eduardo Mendoza (Seix Barral). El bosque animado. Wenceslao Fern¨¢ndez Fl¨®rez (Espasa). Cuentos sin plumas. Woody Allen (Tusquets). El hombre que fue jueves. G. K. Chesterton (Mondadori, Valdemar, Oc¨¦ano, La Encina). El mundo es un pa?uelo. David Lodge (Anagrama). El mundo seg¨²n Garp. John Irving (Tusquets). Queridos m¨ªos, es preciso contaros ciertas cosas. Agust¨ªn G¨®mez Arcos (INAEM). El chiste y su relaci¨®n con el inconsciente. Sigmund Freud (Alianza).
La tristeza y la contradicci¨®n
?El humor negro marca los l¨ªmites del humor? ?Hay temas sobre los que no se debe hacer bromas? Antonio Orejudo. El humor es, por definici¨®n, humor negro. Seg¨²n el punto de vista, algo puede producir horror o risa. Un ejemplo ser¨ªan las pel¨ªculas de Charlot. ?No es atroz que alguien tenga que comerse un zapato? Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. No se puede generalizar. Depende del talento. ?A qui¨¦n se le habr¨ªa ocurrido que se podr¨ªa hacer humor sobre la persecuci¨®n de los jud¨ªos por los nazis, y sin embargo ah¨ª esta La vida es bella. Hay momentos espl¨¦ndidos. No hay normas generales. Cada uno tiene sus l¨ªmites. Lo escatol¨®gico para m¨ª, por ejemplo. Aunque yo presumo de haber reparado en la novela de Antonio en el Premio Andaluc¨ªa, que empieza con un hombre removiendo su propia mierda con un palo. Antonio Orejudo. Es curioso que la literatura espa?ola que produce risa, en realidad, bien mirado, es humor bastante macabro y negro. El Quijote a Nabokov le parec¨ªa la quintaesencia de la crueldad: una novela en la que la gente se pasa el d¨ªa d¨¢ndose palos y tir¨¢ndose pedos. Si repasamos las novelas de humor de la literatura espa?ola, nos damos cuenta de que son bastante tristes. Juan Jos¨¦ Mill¨¢s. La contradicci¨®n siempre es humor¨ªstica. Se acaba de anunciar que el Vaticano ha prohibido fumar, pero permite la venta de cigarrillos. El ¨¦xito de instituciones como la Iglesia es que dice una cosa en la teor¨ªa y otra en la pr¨¢ctica. Si no, ?c¨®mo se puede presumir de dem¨®crata y tener de presidente de honor a Fraga Iribarne. ?T¨² en tu vida personal admitir¨ªas esa contradicci¨®n? Claro que no, porque t¨² eres un piernas y nunca llegar¨¢s a nada. Hoy d¨ªa, cualquiera que diga una cosa y su contraria est¨¢ condenado al ¨¦xito. Est¨¢ en nuestra naturaleza. Por eso una de las grandes tradiciones de la literatura es la picaresca, en la que todo el mundo es lo contrario de lo que dice ser. Eso es la condici¨®n humana. Por eso nos enamoramos de quien nos maltrata.
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