Un torero y dos fantasmas

Seis toros de N¨²?ez del Cuvillo, otros seis de Martelilla y cinco de Los Bayones, adem¨¢s de los sobreros reglamentarios, hicieron falta para componer la corrida. Un esc¨¢ndalo, vamos. Que coincidi¨® con la llegada a la feria del gal¨¢ctico Jos¨¦ Tom¨¢s. Pero lo malo no fue s¨®lo lo que rechazaron los veterinarios, sino lo que aprobaron. C¨®mo ser¨ªan, pues, los que se quedaron dentro. Porque ninguno de los ocho toros que saltaron al ruedo tuvieron entidad. No fue corrida seria ni por delante ni en tipo. A todo eso a?adan una buena dosis de mansedumbre general y otra m¨¢s de acentuada invalidez permanente, y el resultado es f¨¢cil de imaginar.

Esta feria, que manten¨ªa un nivel muy digno en cuanto al toro, se desmoron¨® de pronto merced a las abusivas imposiciones de Jos¨¦ Tom¨¢s. Mas en el pecado llev¨® la penitencia y el bondadoso p¨²blico valenciano no le perdon¨® semejante osad¨ªa.

Lo m¨¢s gratificante de tan lamentable corrida estuvo de parte de C¨¦sar Jim¨¦nez, sobre todo por lo que apunt¨® y por lo que de futuro tiene. Su frescura y actitud fue un contraste con la tristeza y pasividad de Finito y Jos¨¦ Tom¨¢s. No llega a ser por ¨¦l y la tarde acaba como el rosario de la aurora. Por fortuna estaba C¨¦sar Jim¨¦nez. No fueron especialmente mejores sus toros que los de sus tristes compa?eros, pero hab¨ªa otra disposici¨®n. El tercero, de Los Bayones, fue un inv¨¢lido que con tanta ca¨ªda desluci¨® una faena de buenos matices, sutil y bien labrada. Un buen toreo con la izquierda, aunque siempre con la impresi¨®n de que faltaba toro. El sexto fue un cornad¨®n de Martelilla, justo de fuerzas, sin clase pero con cierto recorrido. Lo que le falt¨® a ese noble toro de viaje lo puso su joven matador. De nuevo una labor de concepto muy torero, fresca con fondo valiente y formas muy cl¨¢sicas. Incluso, cuando el de Martelilla quiso defenderse, C¨¦sar Jim¨¦nez solvent¨® con gracia. La estocada que recet¨® fue de ley, aunque cayera algo trasera, lenta de ejecuci¨®n y jugando la mano izquierda con autoridad.

Finito y Jos¨¦ Tom¨¢s fueron una an¨¦cdota. El primero pas¨® de puntillas y anduvo siempre muy precavido, tanto con el inv¨¢lido de Boh¨®rquez como con el manso de Martelilla. Y Jos¨¦ Tom¨¢s fue una sombra. Con su insignificante primero, que tuvo cierto recorrido, no se ajust¨® y acab¨® por descomponerse. Con el quinto, el segundo sobrero de Boh¨®rquez, se par¨® tan pronto como el mismo toro.

Al final, mientras a Finito y a Jos¨¦ Tom¨¢s se les desped¨ªa con una sonora bronca y lanzamiento de almohadillas, C¨¦sar Jim¨¦nez sal¨ªa a hombros. En definitiva, un torero por la puerta grande y dos fantasmas cabizbajos por la puerta de cuadrillas.