Pol¨¦mica gratuita
La pol¨¦mica suscitada alrededor de la compatibilidad del cargo de entrenador de club con el de seleccionador, abierta a partir del fichaje de Javier Imbroda por el Real Madrid, es tan gratuita como interesada por parte de todos los supuestamente agraviados en el inexistente y artificial conflicto.
Tampoco debe extra?ar la que se ha montado, fiel reflejo de un mundo como el deporte (esto es extensible por ejemplo al mundo de la pol¨ªtica) donde en demasiadas ocasiones de lo que se trata es de hacer ruido, criticar al contrario, poner en duda la honorabilidad de tus adversarios, independientemente que la raz¨®n te asista. ?sto es lo de menos.
Ahora resulta que Alfonso Reyes ha fichado por el Real Madrid por la dualidad de cargos de Javier Imbroda, no hay duda que ?lex Mumbr¨² se traslada a Madrid por la misma raz¨®n, y por supuesto el nuevo t¨¦cnico madridista va a utilizar todas las armas en su mano para desde su cargo de seleccionador fastidiar al Barcelona, al Tau o al Unicaja.
Seguramente en el Mundial de Indian¨¢polis har¨¢ jugar mucho tiempo a los azulgrana para que lleguen cansados a la Liga ACB. ?Tan dif¨ªcil nos resulta pensar bien? Evidentemente el hecho que est¨¦ uno de los dos grandes poderes economico-social de por medio excita mucho la imaginaci¨®n de los malpensantes (si fuese el entrenador del Barcelona ser¨ªa lo mismo) y fomenta la pol¨¦mica, que no olvidemos que es la base sobre la que est¨¢ montada gran parte del tinglado deportivo de nuestro pa¨ªs.
En cambio se puede apostar con seguridad a que si estuvi¨¦semos hablando del entrenador del Forum de Valladolid (por decir un equip) no estar¨ªamos metidos en este fregado. Luego el problema no es de incompatibilidades, sino de quien pretende hacerlas compatibles. Si en el terreno te¨®rico hay poca base para oponerse, en el pr¨¢ctico a¨²n hay menos.
Un entrenador de selecci¨®n en exclusividad vive relajado diez meses al a?o e hist¨¦rico los otros dos. La inactividad que le obliga el cargo le anquilosa, le hace perder pulso, visi¨®n de juego, ritmo de competici¨®n. Todos sus miedos, tensiones y ambiciones los vuelca en un breve espacio de tiempo donde se suelen cruzar un entrenador con hambre de todo y unos jugadores m¨¢s que saciados de partidos, concentraciones, charlas, viajes, etc. Esto se acaba notando por lo que nunca las mejores versiones de los entrenadores surgen en estas condiciones.
No hay duda de que Javier Imbroda ha demostrado sobradamente su capacidad tanto para llevar a un club como para dirigir a una selecci¨®n. Y no hay ninguna raz¨®n de peso para pensar que no lo pueda hacer a la vez, siempre, por supuesto, que antepongamos su honorabilidad a otros tipos de pensamientos e intereses.
Ser¨ªa un error que se desperdiciase un t¨¦cnico id¨®neo para el equipo nacional por retorcidos planteamientos, pol¨¦micas inconsistentes y dudas muy poco razonables.
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