Escuelas de verano y cambios en los Gobiernos
Jordi Pujol suele confesarse en las escuelas de verano. El a?o pasado les dijo a sus escolares que no se preocuparan, que a¨²n pod¨ªan ganar las elecciones, porque, textualmente, dijo, 'el voto anticatal¨¢n ya no ir¨¢ al PSC'.
En ese momento CiU y PP acababan de acordar en Madrid la no agresi¨®n mutua: Piqu¨¦ no vendr¨ªa a Catalunya y el PP se dedicar¨ªa a arrancar voto socialista haciendo espa?olismo en el ¨¢rea metropolitana de Barcelona.
Pero seis meses m¨¢s tarde todo cambi¨®.
A esas alturas nada hac¨ªa presagiar la veracidad de los grandes ¨¦xitos que Pujol hab¨ªa imaginado para el PP en los barrios obreros. Y lleg¨® la OPA amigable de Aznar, que invit¨® a CiU a entrar en el Gobierno espa?ol. Aznar optaba por sacar votos de CiU y dejarse de aventuras extra?as.
Algunos empresarios catalanes, ya un tanto inc¨®modos con las filigranas de CiU, se alegraron. Y el acuerdo CiU-PP para pelearse educadamente ha terminado en una pelea sobre el acuerdo.
Encima, desde octubre para ac¨¢, la intenci¨®n de voto favorable a CiU no ha dejado de separarse, a la baja, de la tendencia del voto socialista. Yo no creo en las encuestas una por una, pero s¨ª creo en las tendencias cuando todas las prospecciones concuerdan en se?alarlas, cada cual desde su particular muestra y su particular serie de preguntas.
Resultado: Pujol ha cambiado de tono. La escuela de verano de 2002 ten¨ªa que ser distinta. Esta vez ser¨ªa 'tenderos contra intelectuales'. Todav¨ªa podemos sorprender, afirm¨® esta vez. Esos intelectuales refinados de la izquierda no podr¨¢n con nuestros tenderos.
Pero la verdad es otra: los tenderos de hoy, los espabilados, los innovadores, los de los ejes comerciales, no se reconocen en la imagen pat¨¦tica que Pujol hace de ellos, ni tienen a san Pancracio en la estanter¨ªa.
Y los intelectuales se han resabiado. A fuerza de tortas se han hecho m¨¢s pol¨ªticos. Algunos superan a Pujol por su izquierda y se hacen soberanistas de verdad. Otros pasan de todo por el otro lado y se van al constitucionalismo puro y duro. Pero los m¨¢s est¨¢n en el constitucionalismo evolutivo y en el deseo de cambio de verdad: cambio en Barcelona y en Madrid.
El cambio de Gobierno de Aznar es teatralmente preelectoral. No es el cambio que esperamos. Lo m¨¢s importante del cambio de Gobierno es la dimisi¨®n del presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid y del presidente de la de Valencia. Y la marcha de Piqu¨¦ no se sabe hacia d¨®nde. Adivinen.
Todo ello tiene que ver con la preparaci¨®n de dos cosas: las elecciones del pr¨®ximo a?o y la retirada de Aznar y su intento de saltar a Europa. Para que no decaiga la ilusi¨®n. Y para intentar frenar una victoria socialista en Madrid a cualquier precio.
?Y en Catalunya? En Catalunya la batalla no ser¨¢ entre tenderos y poetas, sino entre aduladores y creativos, entre falsos tenderos y comerciantes modernos, entre los embabiados con el empresario modelo que est¨¢ siendo juzgado y los industriales de verdad, entre los hijos del r¨¦gimen y los j¨®venes aut¨®nomos y emprendedores.
?Nos sorprender¨¢n los convergentes?
?Ya nos han sorprendido! Mandan sin ganar del todo y, lo que es m¨¢s dificil, sin gobernar casi nada.
'Hay que tener m¨¢s votos', les dice Pujol siempre a ERC y a IC-Verdes. 'Hay que tener m¨¢s votos para poderlo decir', se le podr¨ªa contestar. Incluso para gobernar hay que tener m¨¢s votos. Sobre todo cuando los votos del PP van a su aire.
No s¨¦ cu¨¢nto tardaremos en percatarnos del tiempo perdido en la lenta transici¨®n que vivimos.
Ser¨¢ un momento de interrogaci¨®n: '?C¨®mo nos pudo ocurrir?', nos diremos. Pero sobre todo se lo preguntar¨¢n los gobernantes: ?por qu¨¦ nos han votado tanto y ahora nos abandonan?
Ya se lo digo: a lo primero, porque nunca desde el ¨²ltimo de los descendientes de Jaime I, nunca desde que Catalunya empez¨® a perder pie, hab¨ªamos tenido la oportunidad de sostener a un Gobierno pleno y con todas las de la ley.
Y a lo segundo, porque durar ha sido importante, pero nos hemos empezado a dar cuenta de que s¨®lo durar no basta. S¨®lo durar nos lleva de nuevo, si no a la decadencia hist¨®rica, s¨ª a la marcha lenta. Y no est¨¢n los tiempos como para dormirse.
Post scriptum. Han pasado un par de semanas y un par de cosas han cambiado. Una: no hace falta que adivinen que har¨¢ Piqu¨¦. Ya lo ha hecho: se ha proclamado presidente del Partido Popular en Catalunya y ser¨¢ candidato en las elecciones auton¨®micas. Dos: Pujol ha ido a otra escuela de verano. Catalu?a no quiere ser como Cuenca, ha dicho. Si Piqu¨¦ viene a Catalunya a ganar votos en la burgues¨ªa catalana, olvidando que se trata de un juego de suma cero, que no beneficia al conjunto de la derecha, ?ah!... entonces el pacto constitucional peligra. Pujol no lo ha dicho as¨ª, pero les aseguro que lo piensa as¨ª. Lo conozco como si lo hubiera parido. 'No queremos ser como Cuenca' quiere decir: 'Os vais a enterar'. Se acab¨® el Pujol manso y gran estadista que la derecha madrile?a descubre cada dos o tres a?os, en la confianza de que ya han amansado la fiera del catalanismo que tanto temen. Pues no se apuren, m¨¢s mansa no puede estar. El Gobierno de Catalunya necesita los votos populares, no para el presupuesto - prefieren una pr¨®rroga indolora-, sino para no alarmar a los empresarios, poco amigos de aventuras, y para tratar de recordar a los populares que el aut¨¦ntico adversario es la izquierda y que 'si se pierde Catalunya, Espa?a vendr¨¢ despu¨¦s'. Todo muy rom¨¢ntico. ?pica es lo que hace falta, se ha dicho en la escuela de verano convergente. Menuda ¨¦pica. Y menuda ¨¦tica.
Pasqual Maragall es presidente del Partit dels Socialistes de Catalunya.
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