El retorno de Francesc Boix
Como otros campos, Mauthausen dispon¨ªa de un Erkennungsdienst, un 'Servicio de Reconocimiento', que era la denominaci¨®n oficial alemana para las oficinas de identificaci¨®n fotogr¨¢fica de los presos. En diferentes etapas, la oficina estuvo regida por tres oficiales de la SS: Kornatz, Ricken y Schinlauer. De los dos ¨²ltimos sabemos bastante. Paul Ricken se hizo cargo de las tareas fotogr¨¢ficas entre 1940 y 1943, la mayor parte del tiempo con la ayuda de Fritz Kornatz. Ricken, con estudios de fotograf¨ªa y de historia del arte, era un SS escu¨¢lido, altivo y bastante pac¨ªfico; utiliz¨® sus buenos oficios como fot¨®grafo para escalar hasta Hauptscharf¨¹hrer (sargento principal).
Hermann Schinlauer estaba destinado -por lo menos hasta febrero de 1944- al campo anexo de Leibnitz-Graz. Aunque no era propiamente fot¨®grafo, este Unterscharf¨¹hrer (la categor¨ªa inferior entre los suboficiales) continu¨® la l¨ªnea que hab¨ªa llevado Ricken, y que consist¨ªa b¨¢sicamente en registrar todas las manera de vivir y morir en Mauthausen.
Vivir y morir. En Mauthausen hab¨ªa, seg¨²n el inventario del preso Ernst Martin, treinta y cinco maneras de morir. Las m¨¢s acreditadas pod¨ªan ser el disparo por intento de fuga, el 'suicidio' por salto al vac¨ªo (en la cantera), el 'suicidio' por ahogo, la c¨¢mara de gas, el veh¨ªculo de gas o la inyecci¨®n letal. En contraposici¨®n, s¨®lo hab¨ªa una manera de vivir: sobrevivir. La rutina del Erkennungsdienst consist¨ªa en fotografiar este horror, fichar a la mayor parte de los presos que ingresaban en el campo y despu¨¦s dejar constancia de la manera que escog¨ªan muchos de estos para salir de ¨¦l. Esa ser¨ªa otra rutina asumida en la aterradora banalidad del universo concentracionario nazi de no ser porque, para desarrollarla, Kornatz, Ricken y Schinlauer contaron con la colaboraci¨®n de algunos presos, sobre todo de entre la nutrida remesa espa?ola. Uno de estos presos, como es bien sabido, era Francesc Boix.
La de Boix es una biograf¨ªa como cualquier otra de su ¨¦poca convulsa. Fot¨®grafo de las Juventudes Socialistas Unificadas, con el ingreso en Mauthausen tras la ca¨ªda de las rep¨²blicas espa?ola y francesa encontr¨® un destino inmejorable en el Kommando Erkennungsdienst. Su singularidad fue jugar all¨ª un papel inequ¨ªvoco: rescatar la m¨¢xima cantidad de negativos, pruebas preciosas de la colosal masacre. Solo o en compa?¨ªa de otros, Boix escondi¨® y rescat¨® del fuego apresurado ante el ¨²ltimo aliento de la bestia nazi del orden de veinte mil fotograf¨ªas, entre positivos y negativos. Algunos de estos documentos ser¨ªan pruebas contundentes en los juicios de Nuremberg o de Dachau.
La odisea de Boix, ya mencionada en el libro pionero de Montserrat Roig Els catalans als camps nazis (oportunamente reeditado por Edicions 62), ha sido evocada en un completo y emotivo documental de Lloren? Soler. Finalmente, Benito Bermejo ha terminado de indagar en su vida y en su obra con el volumen Francisco Boix, el fot¨®grafo de Mauthausen (RBA/La Magrana). Aqu¨ª se recogen muchas de las fotograf¨ªas que Boix rescat¨® o hizo personalmente. Si Barthes afirmaba -en La chambre claire- que toda fotograf¨ªa tiene algo que ver con la muerte, es as¨ª de manera inapelable con las recogidas en este libro.
El curso de las cosas ha sido este. Hoy nadie se acuerda de aquellos eficientes y desapasionados funcionarios, con apellidos de inequ¨ªvoca fon¨¦tica germ¨¢nica. La sonrisa sard¨®nica de Boix, sin embargo, es ya patrimonio indeleble de una patria moral inmensa y libre.
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