Guardianes del planeta
La narrativa de la norteamericana Barbara Kingsolver (Kentucky, 1955) tiene como eje central el de la tensi¨®n entre la historia individual y la colectiva. En La Biblia envenenada, las hijas de un predicador baptista que se ha instalado en una remota misi¨®n congole?a para llevar a cabo su labor evangelizadora se convierten en rehenes del sangriento proceso de descolonizaci¨®n. En Verano pr¨®digo, las v¨ªctimas de la historia son los habitantes de las granjas del sur de los Apalaches, que no pueden sino certificar la destrucci¨®n de su medio natural en aras de eso que llamamos progreso. Ahora se presenta en Espa?a Los sue?os de los animales, publicada originalmente con anterioridad a estas dos, y esa misma tensi¨®n es lo que da forma a la peripecia de su protagonista, una mujer que regresa a su pueblo natal en Arizona para reencontrarse consigo misma y tratar de dar alg¨²n sentido a su existencia.
LOS SUE?OS DE LOS ANIMALES
Barbara Kingsolver Traducci¨®n de Albert Borr¨¤s Del Bronce. Barcelona, 2002 465 p¨¢ginas. 20 euros
Cr¨®nica de un renacer sim
b¨®lico, Los sue?os de los animales recrea la renovada historia de amor entre la alta y pelirroja Cosima y uno de sus novios de la adolescencia, el indio Loyd, y a trav¨¦s de ella reivindica las formas tradicionales de vida de la poblaci¨®n nativa americana frente a los abusos del hombre civilizado, que s¨®lo aparece por la zona para contaminar las huertas con ¨¢cido sulf¨²rico y arruinar el valle con la construcci¨®n de presas. El progreso (la historia, en definitiva) est¨¢ siempre visto como una suerte de amenaza para las an¨®nimas vidas de sus indefensos habitantes, y lo que la autora propone, en ¨¦sta como en otras novelas, es la recomposici¨®n del pacto que a lo largo de los siglos el ser humano hab¨ªa mantenido con el entorno, la vuelta a cierto ideal de armon¨ªa con la naturaleza que s¨®lo algunas comunidades marginadas por la modernidad han sabido conservar. En una novela como Los sue?os de los animales, que desprende un aroma algo cargante de religiosidad laica, la naturaleza se erige en el bien sagrado por antonomasia, y a ello no puede ser ajena la condici¨®n de bi¨®loga de la escritora, que explicar¨ªa el tono did¨¢ctico de algunas de sus p¨¢ginas: de hecho, el prop¨®sito de Cosima de convertir a sus alumnos en 'los guardianes del planeta Tierra' se hace con frecuencia extensivo a nosotros mismos, simples lectores.
Pero esa tensi¨®n entre la historia individual y la colectiva resulta particularmente perceptible en uno de los hilos secundarios de la trama, el que tiene por protagonista a Hallie, hermana de Cosima e intr¨¦pida cooperante en la turbulenta Nicaragua de mediados de los a?os ochenta. Su historia, que nos llega de forma fragmentaria a trav¨¦s de la correspondencia epistolar que mantienen las hermanas, se acaba antojando merecedora de un tratamiento m¨¢s extenso, lo que acaso habr¨ªa situado a esta novela en la fruct¨ªfera senda de La Biblia envenenada y la habr¨ªa alejado de la esterilidad narrativa de Verano pr¨®digo.
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