Reveses
Estos m¨¦dicos europeos son tremendos. V¨¦ase, si no, el titular de un diario madrile?o: 'Duro rev¨¦s de los m¨¦dicos europeos a los holandeses por apoyar la eutanasia'. Dieron, pues, un bofet¨®n inverso a sus colegas, que eso es el rev¨¦s, un tortazo dado con la mano vuelta. Resulta fant¨¢stico imaginar aquella marimorena de batas col¨¦ricas, expandidas por los Pa¨ªses Bajos atizando a sus colegas a modo de duques de Alba redivivos. Pero ocurre que el desafortunado titulador quer¨ªa informar s¨®lo de que los m¨¦dicos del continente se oponen (?todos?) al descabello humanitario patrocinado por sus colegas neerlandeses.
Leyendo diarios, los nervios de un lector moderadamente sensible pueden recibir cien descargas como esa por minuto. Aunque no se la atienda hoy mucho, sigue vigente la necesidad de que toda persona, casi desde el parvulario, se vea obligada a aprender dos lenguas: la hablada y la escrita. Ambas comparten amplias extensiones del mismo territorio, pero no todo ¨¦l. La gr¨¢fica se aprende con bastante retraso respecto de la oral, el dominio de ambas nunca llega a ser completo y es mucho m¨¢s dif¨ªcil ser competente en la primera, privada como est¨¢ de los gestos y tonos que a menudo permiten entender cuando nos llega un mensaje re?ido con el l¨¦xico y la gram¨¢tica.
Esa atenci¨®n a la escritura formaba parte de la educaci¨®n escolar, y su finalidad no era s¨®lo el aprendizaje, sino la creaci¨®n de h¨¢bitos de duda en la propia pericia expresiva: ?era aquella la mejor manera de hacerlo?, ?no ofrec¨ªa el idioma veh¨ªculos mejores para transportar el sentido? Tales h¨¢bitos, bien se comprende, tendr¨ªan que ser consustanciales con el uso profesional del lenguaje, de modo eminente en el ejercicio de la docencia, la abogac¨ªa, la pol¨ªtica, la publicidad y, como es natural, el periodismo. Aquella actividad temprana contagiaba adem¨¢s la saludable pr¨¢ctica de no llegar a la decisi¨®n sin pasar por la duda, incluso en los trozos de vida que no eran lenguaje. Hoy apabulla la cantidad de personas que, escribiendo para el p¨²blico, obran sin miramiento con el idioma del cual viven: all¨ª lo cogen y all¨ª lo matan.
Veamos hoy algunos ejemplos. Un conocido pol¨ªtico socialista anunci¨® que, en la votaci¨®n de una ley, lo har¨ªa contra su partido. Y un compa?ero 'le record¨® las virtudes de la disciplina de voto una vez que el asunto se ha discutido end¨®genamente'. ?Qu¨¦ tendr¨¢ que hacer ah¨ª ese adverbio?; el adjetivo end¨®geno significa 'Que se origina o nace en el interior de algo', y se emplear¨ªa en frases como 'el desacuerdo obedece a causas end¨®genas', es decir, que se han generado dentro del partido, por causas internas. El autor de la denuncia se qued¨® en el cole con que endo- significa 'dentro', pero no lleg¨® a enterarse de que, unido ese formante a -geno, se matiza con la nota de que algo 'se ha causado u originado dentro de algo'; y, puesto que la posici¨®n ante aquella ley hab¨ªa sido discutida dentro del partido (?pero no generada!), le vino al teclado semejante sandez.
En una columna del mes de julio precav¨ªamos contra el uso cafre de la locuci¨®n latina a priori. De la misma familia etimol¨®gica (prior) es prioridad, vocablo que otro tartaja mental emplea imp¨¢vido en vez de antes que en esta cochambre verbal: 'Por una vez, el sentido pr¨¢ctico y la prioridad a los resultados han guiado el proyecto'. Con lo sencillamente que un hablante antiguo dir¨ªa: 'Por una vez, el sentido pr¨¢ctico y la atenci¨®n preferente a los resultados...'.
No hay modo de que entren en raz¨®n estos osados de mente abuhardillada. Se ha propuesto una ley referente a la asistencia m¨¦dica; un peri¨®dico subtitulaba as¨ª la noticia: 'Los socialistas piden que se fije un cat¨¢logo de prestaciones com¨²n a todas las comunidades' (?por qu¨¦ no escribir este ¨²ltimo nombre con may¨²scula, para diferenciarlas de otras menos rentables?). Pero el titular estampado en letra grande y gorda rezaba: 'El PSOE propone una ley que garantice la equidad sanitaria tras las transferencias'. Consulto el Diccionario: no contiene ni la m¨¢s peque?a tolerancia, ni la atenuante m¨¢s comprensiva que permita hablar de equidad sanitaria. Otro latinista como el anterior: aprendi¨®, Dios sabe d¨®nde y cu¨¢ndo, que el formante equi- significa 'igual', y se dijo que si la ley pretend¨ªa que todos los espa?oles recibi¨¦ramos trato igual en la enfermedad, eso era equidad sanitaria. Asombroso.
La prisa es el burladero a que suelen acogerse tales prevaricadores; lo cual tiene un pase si es excepcional, pero no cuando la faena suele fundarse en frecuentes desarmes. Muy a menudo, casi no se nota la tropel¨ªa, como aqu¨ª: 'Los terroristas contaban con un listado de m¨¢s de mil objetivos, algunos de ellos muy elaborados'. El lector entiende, pero tal vez se pregunte c¨®mo se elaborar¨¢ un objetivo.
Y en esa misma noticia, leemos: 'La polic¨ªa averigu¨® que ETA se nutr¨ªa principalmente de peri¨®dicos y revistas del coraz¨®n...'. Si nos hacemos fuertes y seguimos leyendo, sabremos que aquella nutrici¨®n no serv¨ªa a ETA para engordar, sino como pista para sus balas. Es imposible saber hasta d¨®nde puede llegar el ansia, el hambre de los metaf¨®ricos, nuevos rocinantes. Extra?a que, a este, el ordenador no le haya sacudido un calambrazo al teclearle el tropo.
Por fin, un articulista recuerda que, all¨¢ por mayo o junio, Zapatero y Yussufi 'celebraron una entrevista bilateral'. No era la primera: 'Al igual que en diciembre, cuando el l¨ªder del PSOE realiz¨® una visita bilateral a Rabat...'. Tal vez quisiera decir que no era oficial o que se celebr¨® de tapadillo o que interven¨ªan m¨¢s que ellos dos, cualquiera sabe; pero, por ejemplo, ?podr¨¢ decirse que, digamos, una arcaica estrella de cine tiene una relaci¨®n bilateral con un mozo gallardo? ?O que un psiquiatra mantiene una relaci¨®n bilateral con sus pacientes? ?O el confesor con el penitente?
Con motivo del inolvidable rifirrafe del Perejil, escribe otro informador que el tal Yussufi lanz¨® contra Espa?a 'amenazas altisonantes'. Pero el Diccionario tampoco aclara c¨®mo fueron las amenazas de tal sujeto; dice, en efecto, que altisonante califica al 'lenguaje o estilo en que se emplean con frecuencia o afectadamente voces de las m¨¢s llenas y sonoras'. ?Amenaz¨® Yussufi a gritos, o acometi¨® su soflama tan sublimemente como Castelar: '?Al¨¢ es grande en el Gurug¨²!'? ?No querr¨ªa decir que las amenazas fueron graves, fanfarronas, arrogantes, insolentes, altivas..? Cualquiera sabe: fueron altisonantes. Esto est¨¢n graduando nuestras universidades: expertos en arrear reveses al idioma.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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