M¨¢s all¨¢ del silencio
Al plantear el tema de la ilegalizaci¨®n de Batasuna, viene insisti¨¦ndose en que el partido abertzale no conden¨® el atentado de Santa Pola. El silencio culpable servir¨ªa entonces de base para iniciar el proceso de exclusi¨®n de la legalidad en los t¨¦rminos previstos en el art¨ªculo 9 de la Ley de Partidos Pol¨ªticos. Pero la verdad es que Batasuna no call¨®. Su m¨¢ximo dirigente y portavoz, Arnaldo Otegi, explic¨® en una rueda de prensa tras lo que ¨¦l llamaba 'sucesos' -en euskera la menci¨®n era m¨¢s expl¨ªcita: 'acci¨®n armada', 'ekintza armatu bat'-, que exist¨ªan unas responsabilidades muy claras por el luctuoso acontecimiento, y que las mismas correspond¨ªan a 'Sharon-Aznar' (sic), culpable de impulsar 'la aniquilaci¨®n de la izquierda abertzale y la aniquilaci¨®n del proyecto nacional vasco'. Es m¨¢s, con la mentira en la boca, ya que fue ETA la que suspendi¨® los contactos, acusa tambi¨¦n a Aznar de haber asumido una posici¨®n 'conscientemente provocadora y saboteadora' que hizo fracasar la tregua 'indefinida' (nuevo sic) de ETA despu¨¦s de Lizarra.
En suma, Otegi, y con ¨¦l Batasuna, proceden a una exculpaci¨®n absoluta de ETA respecto del crimen de Santa Pola, y no s¨®lo eso, de acuerdo con una estrategia del discurso t¨ªpicamente nazi -una vez m¨¢s la reproducci¨®n del 'arbeit macht frei' de Auschwitz-, el culpable del crimen resulta ser quien se opone a los asesinos. Impl¨ªcitamente, la 'acci¨®n armada' de ETA es absuelta mediante esa transferencia de responsabilidad. Batasuna asume as¨ª la defensa del terrorismo desde la legalidad que obviamente ETA no puede llevar a cabo, y por si Otegi se qued¨® corto, la manifestaci¨®n de Donostia aclar¨® a¨²n m¨¢s las cosas con el 'gora ETA' y el 'Ertzaina, zipaio, pim, pam, pum': eso no es libertad de expresi¨®n, juez Perfecto Andr¨¦s y diputado Anasagasti, sino clamorosa incitaci¨®n al crimen pol¨ªtico. Hay que aferrarse a la convicci¨®n de que nunca es posible aceptar la pena de muerte para no evocar en este caso, como en el de las matanzas y destrucciones ordenadas por Sharon o en el de los torturadores y asesinos de Lasa y Zabala, pues la barbarie es plural, la pertinencia de una justicia de excepci¨®n como la que aplicaba Bertolucci al fascista Atila en Novecento. La ¨²nica virtud que contiene el episodio consiste en poner de manifiesto la radical inhumanidad de quienes promueven desde Euskadi la violencia y el terror. La conclusi¨®n es clara: si ello es factible, no deben tener cabida en una legalidad democr¨¢tica.
Hasta el final de la tregua pudo pensarse en la aplicaci¨®n a Euskadi del modelo norirland¨¦s, considerando que la existencia de un partido legal coordinado con la banda terrorista desembocar¨ªa en una autonom¨ªa creciente del primero que le convirtiera a fin de cuentas en interlocutor necesario para empujar a los terroristas hacia la senda de la paz. Hicieron nacer esa esperanza en 1998-1999 alguna declaraci¨®n de Euskal Herritarrok contra la violencia y las puntualizaciones de Otegi sobre el apoyo electoral mayoritario requerido para la independencia. El wishful thinking se mantuvo por un momento en las manifestaciones que siguieron al fin de la tregua: muchos informadores prefirieron no ver que la de los batasunos, Otegi la culmin¨® con un sonoro '?Gora Euskadi Ta Askatasuna!'. La fidelidad al Gran Hermano quedaba as¨ª p¨²blicamente garantizada, y en lo sucesivo los independentistas que rechazasen el terror s¨®lo ten¨ªan como opciones el abandono de la militancia o su integraci¨®n como disidentes en el que es hoy el grupo Aralar.
El espejismo se disip¨® y, con la ayuda de las investigaciones del juez Garz¨®n, fue cobrando perfiles precisos una realidad que antes era ¨²nicamente en sus l¨ªneas generales por los an¨¢lisis de soci¨®logos e historiadores. El mundo legal aglutinado por Batasuna no era s¨®lo una trama de organizaciones partidarias de ETA, sino los tent¨¢culos del pulpo, por usar la imagen de la piovra acu?ada para la Mafia, mediante los cuales la propia ETA actuaba por grupo interpuesto en la sociedad civil, hac¨ªa ejecutar sus decisiones y reclutaba militantes. Esto, especialmente a partir de la organizaci¨®n juvenil Jarrai, protagonista de la kale borroka y sustentada en la peculiar sociabilidad de las herrikotabernas. No se trataba, pues, de dos estructuras convergentes en los fines, una clandestina y otra legal, sino de una sola estructura, centrada en ETA, que penetraba en la sociedad y en la pol¨ªtica vascas por medio de un conjunto de organizaciones legales de especializaci¨®n funcional, cuyo eje era Batasuna, la ¨²ltima mutaci¨®n de HB. A trav¨¦s de sus componentes, ETA recog¨ªa informaci¨®n para los atentados, los preparaba de cara a la opini¨®n p¨²blica, como fue el caso de la visita de gentes de Gestoras Pro-Amnist¨ªa al concejal durangu¨¦s Pedrosa, pronto asesinado, o doblaba los atentados con amenazas y violencia contra los representantes estatutistas, tal y como ocurri¨® en Lasarte o en Portugalete. Resultaban fortalecidas as¨ª la intimidaci¨®n contra las v¨ªctimas y el conjunto de los dem¨®cratas activos y la eficacia agresiva de los batasunos, quienes estaban en condiciones de difundir con toda impunidad las distintas variantes del '?ETA, m¨¢talos!'. En conjunto, un panorama de indefensi¨®n que un Estado de derecho no pod¨ªa aceptar indefinidamente.
Es sabido c¨®mo a partir de los primeros d¨ªas de 2000 Garz¨®n fue tirando de la madeja con la documentaci¨®n disponible para mostrar c¨®mo cada una de esas organizaciones subalternas, de Xaki a Gestoras Pro-Amnist¨ªa y Jarrai/Haika/Seg¨ª, respond¨ªan a una articulaci¨®n dependiente respecto del centro de decisiones etarra. La labor investigadora culmin¨® hace poco m¨¢s de un mes con el bloqueo de cuentas a la propia Batasuna, por considerarla 'una especie de empresa-pantalla en la que act¨²an unos administradores de derecho, pero que obedece a las directrices de los administradores de hecho que dirigen la empresa matriz: ETA'. ETA protagonizaba de hecho la kale borroka, ejecutada por los militantes juveniles 'perfectamente amparados, impulsados y coordinados' por Batasuna o sus predecesoras. Desde este punto de vista, de nada sirve mantener a Batasuna en la legalidad, ya que, como se vio durante la tregua aqu¨ª, Arnaldo Otegi no es Gerry Adams: el interlocutor es ETA. Y mantener a Batasuna en la vida legal equivale de hecho a permitir una fraudulenta legalidad de ETA.
Por otra parte, la reanudaci¨®n de la guerra contra el Estado a partir de diciembre de 1999 se salda hasta el momento con una importante derrota parcial de ETA, que ha visto c¨®mo eran desmantelados uno tras otro los comandos reconstruidos durante la tregua con abso
luta tranquilidad y bien provistos de explosivos franceses. Ha sido un ment¨ªs claro al t¨®pico tantas veces repetido de que no cabe una eliminaci¨®n de ETA por v¨ªa policial. Hasta los bondadosos obispos vascos lo temen, y por eso afirman que no es buena soluci¨®n: por criminal que sea el terror, m¨¢s vale el di¨¢logo, dicen. El hecho es que, si funciona a pleno rendimiento la colaboraci¨®n hispanofrancesa, ETA s¨®lo podr¨¢ mantener una supervivencia precaria, como la del primer semestre de este a?o. Adem¨¢s, tampoco ETA deja otra soluci¨®n, tal y como muestran sus comunicados y las declaraciones de su recadero parlamentario Otegi: es preciso desenganchar cuanto antes la m¨¢quina y avanzar 'democr¨¢ticamente' en esa mal llamada 'construcci¨®n nacional' de Euskal Herria desde Bayona a las puertas de Logro?o. No existe un ¨¢pice de rectificaci¨®n en esa confrontaci¨®n delirante con 'el jacobinismo franc¨¦s' y 'el fascismo espa?ol' -a¨²n hay clases-, y la inmutable 'alternativa democr¨¢tica' de 1995, todav¨ªa vigente, se apoya como primer ejemplo en Palestina. 'Mientras condenen a muerte a Euskal Herria', afirma un comunicado del pasado junio, 'ETA seguir¨¢ luchando'. Pero de momento, la ofensiva iniciada en enero de 2000 fracas¨®, EH se hundi¨® ante el PNV en las elecciones de mayo de 2001 y la huida hacia delante en el proceso de intimidaci¨®n de tipo nazi facilita la perspectiva de una ilegalizaci¨®n general del entramado ETA, algo que, como es l¨®gico, para nada gusta a la organizaci¨®n. Por eso Otegi pide ¨¢rnica a Ibarretxe y al nacionalismo democr¨¢tico. Cabe todav¨ªa una reorganizaci¨®n que prolongue la estela de muertes. A la vista de lo ocurrido estos dos a?os y medio, ?para qu¨¦?
Eso no significa, empero, que el camino de la ilegalizaci¨®n sea f¨¢cil. Para empezar, durar¨¢ meses, y en ese plazo ETA tratar¨¢ de forzar al m¨¢ximo la m¨¢quina de movilizaciones, violencia y atentados. Por a?adidura, sin ser jurista, cabe augurar que no ser¨¢ f¨¢cil en el Constitucional confirmar la culpabilidad del silencio prevista en el art¨ªculo 9 de la Ley de Partidos Pol¨ªticos. Y quedar¨ªa Estrasburgo. Un camino sembrado de obst¨¢culos en cuyo curso una sentencia de devoluci¨®n de legalidad a Batasuna tendr¨ªa un lamentable efecto bumer¨¢n sobre la pol¨ªtica vasca.
Antonio Elorza es catedr¨¢tico de Pensamiento Pol¨ªtico de la Universidad Complutense.
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