El Madrid gana la Supercopa entre lujos
El equipo de Del Bosque super¨® con facilidad al Feyenoord con un brillante juego con el bal¨®n y algunos defectos defensivos
REAL MADRID 3| FEYENOORD 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Makelele, Cambiasso (Pav¨®n, m. 88); Figo, Ra¨²l, Zidane (Solari, m. 86); y Guti (Portillo, m. 70). Feyenoord: Zoetebier; Gyan (Buffel, m. 72), Van Wonderen, Paauwe, Rzasa; Emerton, Bosvelt, Ono, Lurling; Kalou y Van Hooijdonk. Goles: 1-0. M. 15. Centro raso de Roberto Carlos que Paauwe env¨ªa a su propia porter¨ªa. 2-0. M. 21. Roberto Carlos cede a Cambiasso y ¨¦ste a Guti, que toca de tac¨®n para Roberto Carlos que marca con la derecha. 2-1. M. 56. Falta al borde del ¨¢rea que Van Hooijdonk coloca directamente en la escuadra derecha de Casillas. 3-1. M. 60. Centro de Figo desde la derecha que cabecea Guto en el segundo palo. ?rbitro: Hugh Dallas (Escocia). Unos 25.000 espectadores en el Luis II de M¨®naco. El Madrid se proclama campe¨®n de la Supercopa de Europa por vez primera en su historia.
El segundo fue un prodigio de precisi¨®n con Roberto Carlos, Cambiasso, el taconazo de Guti y la reaparici¨®n de Roberto Carlos para rematar. En esa jugada se observ¨® todo aquello que distingue al Madrid. Luego vinieron los problemas del equipo que sufre sin la pelota, y hasta pareci¨® que pod¨ªa complicarse la victoria con el tiro libre que ejecut¨® Van Hooydonk. El Feyenoord llegaba con cierta facilidad al ¨¢rea y remataba con alguna frecuencia. Sin embargo, no tuvo oportunidad alguna. El Madrid contest¨® con la contundencia que acostumbra en Europa, donde juega como una naturalidad extrema, sin apurarse por las contingencias de los partidos. Esa sensaci¨®n de seguridad qued¨® plasmada en la jugada del tercer tanto, el que cerr¨® la victoria del Madrid. El bal¨®n se desplaz¨® entre pies madridistas ante la mirada perpleja de los holandeses, incapaces de interceptar la jugada, que termin¨® con un sencillo centro de Figo, perfectamente rematado por Guti, delantero a la fuerza porque Morientes estaba en la grada mientras se discut¨ªa su futuro. No pudo sumarse a la fiesta de un equipo que funciona como un reloj en Europa, donde nadie consigue descifrar el misterio de su juego.
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