La m¨²sica solidaria
Daniel Barenboim es, en una primera aproximaci¨®n, un m¨²sico que entiende el arte de los sonidos sin limitaciones. Lo mismo toca magistralmente Beethoven al piano que se integra en un grupo de tangos al atardecer o dirige, tambi¨¦n magistralmente, Trist¨¢n e Isolda, Wozzeck o una sinfon¨ªa de Bruckner. Por amplitud de miras, Barenboim es la imagen renacentista de la m¨²sica en nuestros d¨ªas. Pone sus mejores energ¨ªas a su servicio y se divierte sin ning¨²n disimulo haciendo lo que hace. Todo ello es ya m¨¢s que suficiente para estar en el altar de los elegidos, pero Barenboim no se conforma con una visi¨®n unidimensional. No quiere esto decir que escriba o pinte, aunque, qui¨¦n sabe, a lo mejor lo hace, pero, en cualquier caso, no trasciende. La multidimensionalidad de Barenboim se centra, sobre todo, en el compromiso pol¨ªtico -o social, seg¨²n se mire- de la m¨²sica. Importa el anhelo de perfecci¨®n de lo que est¨¢ construyendo con sus orquestas de Chicago o Berl¨ªn, pero importa tanto o m¨¢s que la m¨²sica sirva de lugar de encuentro entre ideolog¨ªas, razas o pa¨ªses enfrentados. E importa, c¨®mo no, que la difusi¨®n de la m¨²sica rompa barreras en defensa de la libertad. Da igual que Daniel Barenboim forme una orquesta con ¨¢rabes e israel¨ªes para hacer m¨²sica de tradici¨®n europea, que trate de introducir a Wagner en lugares en que est¨¢ condenado por razones m¨¢s bien irracionales, que se salte a la brava las convenciones y pida a gritos un piano en una noche loca de Madrid, Barcelona o Buenos Aires para improvisar cualquier cosilla. Lo que en Barenboim prevalece no es tanto la m¨²sica como necesidad, sino la m¨²sica como alegr¨ªa de vivir. O como supervivencia, si se quiere. En la m¨²sica, Barenboim ve la esperanza de un mundo mejor desde m¨²ltiples perspectivas. Ve, desde luego, una posibilidad de concordia. Ve que es posible sustituir la cr¨®nica de la nada hecha pedazos por una festiva y equilibrada acumulaci¨®n de armon¨ªas. Lo dem¨¢s, para Barenboim, son pamplinas. Ha encontrado en la m¨²sica un manantial de arte solidario, que defiende y difunde con generosidad. A veces se le ve radiante con un puro encendido, contrastando con esa sensaci¨®n de fragilidad que desprende cuando parece pedir una mayor intensidad en los aplausos despu¨¦s de sus interpretaciones, una mayor fusi¨®n con el p¨²blico que le escucha. Barenboim es tan humano como humanista. Jud¨ªo, argentino, en cierta medida con vocaci¨®n espa?ola, Barenboim representa hoy en d¨ªa una superaci¨®n de fronteras geogr¨¢ficas y sociales desde un arte tan elitista e introvertido como es la m¨²sica. Es, en cierto modo, un transgresor. Algo realmente imprescindible en estos tiempos tan conservadores que invaden el arte musical (y no s¨®lo musical) de nuestros d¨ªas.
Babelia
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