El antiamericanismo unifica el mundo ¨¢rabe
El apoyo de Bush a Israel y la guerra que prepara contra Irak desvanecen la verg¨¹enza y la piedad que provoc¨® entre moderados y progresistas el derrumbe de las Torres Gemelas
Cuando terminaron las guerras de L¨ªbano, hace una d¨¦cada, Karim Sabbag comenzaba sus estudios de arquitectura de Par¨ªs. Hab¨ªa pasado toda su infancia y su adolescencia en Beirut conviviendo cotidianamente con batallas callejeras, bombardeos artilleros y a¨¦reos, atentados con coches bomba y secuestros. Sabbag se alegr¨® del fin de los conflictos en su pa¨ªs, termin¨® en Par¨ªs su carrera y regres¨® a Beirut justo para vivir un gran periodo profesional en la segunda mitad de los noventa. El pa¨ªs estaba en plena reconstrucci¨®n, abundaban las obras y sobraba trabajo para un arquitecto reci¨¦n licenciado. As¨ª que hizo dinero, se compr¨® un apartamento en la Corniche, lo decor¨® con muebles y tapices orientales, cuadros vanguardistas franceses y lo ¨²ltimo en electr¨®nica e inform¨¢tica, y se cas¨® con una abogada.
Hace pocas semanas, Sabbag cen¨® con este reportero en la terraza de su apartamento, con una vista fant¨¢stica al Mediterr¨¢neo. A la derecha se vislumbraba esa roca llamada Grotte Aux Piegons y a la izquierda titilaban las luces del Moviempick, un complejo hostelero de lujo reci¨¦n inaugurado por un pr¨ªncipe saud¨ª. Beirut estaba repleto de turistas procedentes de Arabia Saud¨ª, Kuwait, los Emiratos y otros pa¨ªses del Golfo. 'Es', subray¨® Sabbag, 'uno de los efectos beneficiosos para L¨ªbano del 11-S. Los ¨¢rabes se sienten a disgusto en Europa y Estados Unidos, all¨ª se les mira como bichos raros o como c¨®mplices de Bin Laden. As¨ª que prefieren venir aqu¨ª'.
Aunque el rey saud¨ª Fahd haya vuelto este verano a Marbella, decenas de miles de sus compatriotas y vecinos han preferido la familiaridad del ambiente ¨¢rabe de Beirut y sus reverdecidos encantos de hoteles de cinco estrellas, comidas con espect¨¢culo de danza del vientre, hermosas prostitutas, alcohol a discreci¨®n y casinos. Y si no se ha confirmado el rumor sobre una masiva retirada de fondos saud¨ªes de EE UU, es evidente que una de las primeras consecuencias pol¨ªticas del brutal derrumbe de las Torres Gemelas es el enfriamiento de la relaci¨®n de estrecha complicidad entre Washington y Riad. Es como si el hecho de que Bin Laden y muchos de los suicidas del 11-S sean saud¨ªes hubiera abierto los ojos a los norteamericanos sobre el despotismo y la corrupci¨®n de Arabia Saud¨ª y su financiaci¨®n de una visi¨®n fundamentalista del islam.
Karim Sabbag es hijo de un musulm¨¢n sun¨ª y una cristiana greco-ortodoxa, su familia es de clase media alta, ha estudiado en Par¨ªs, admir¨® en Nueva York las Torres Gemelas a finales de los noventa, habla ¨¢rabe, franc¨¦s e ingl¨¦s y se siente tan a gusto en Occidente como en L¨ªbano. No es una persona religiosa y le horrorizan las ideas y las pr¨¢cticas del islamismo. Y, sin embargo, esa noche tuvo reproches muy duros para Estados Unidos en general y para George W. Bush en particular. El sost¨¦n de Washington a la pol¨ªtica feroz de Ariel Sharon -'lo que Sharon les est¨¢ haciendo a los palestinos', dijo, 'es lo m¨¢s pr¨®ximo a un genocidio que puede concebirse de un pa¨ªs que se dice civilizado y democr¨¢tico'- y sus preparativos de guerra contra Irak -'Sadam es una bestia, pero ni tiene que ver con el 11-S ni constituye ahora un peligro serio para nadie'- consegu¨ªan sacar de sus casillas al joven arquitecto liban¨¦s. 'No es que los ¨¢rabes seamos paranoicos', dijo, 'es que Bush nos est¨¢ dando muchas razones para que nos sintamos humillados, discriminados, amenazados'.
Desde otro extremo del mundo ¨¢rabe, al borde del Atl¨¢ntico, en Rabat, Ali Lmbaret convers¨® telef¨®nicamente hace unos d¨ªas con EL PA?S. Lmbaret es el director de Demain, un semanario muy cr¨ªtico con la monarqu¨ªa de Mohamed VI por su lentitud en los avances democr¨¢ticos y sociales, y, a?os atr¨¢s, fue acusado por medios marroqu¨ªes de ser 'un traidor y un esp¨ªa del Mossad' por ser el primer periodista ¨¢rabe que entrevist¨® a Benjam¨ªn Netanyahu, entonces primer ministro israel¨ª. Ahora, Lmbaret declara en perfecto castellano, lengua que domina igual de bien que el ¨¢rabe y el franc¨¦s: 'Nunca pens¨¦ que alg¨²n d¨ªa estar¨ªa de acuerdo con Abdelaziz Rantisi, dirigente de Hamas cuando ¨¦ste, respondiendo a una periodista, dijo que su organizaci¨®n detendr¨¢ los atentados suicidas cuando el pueblo palestino tenga aviones F16, helic¨®pteros Apache y tanques Merkava. Entretanto, los palestinos se defienden como pueden frente a un ocupante que tiene uno de los ej¨¦rcitos m¨¢s potentes'.
Como tantos ¨¢rabes que se espantaron al ver en televisi¨®n los atentados contra las Torres Gemelas, el periodista marroqu¨ª responde as¨ª a la pregunta sobre las consecuencias del 11-S: 'Me siento m¨¢s radicalizado que nunca; la respuesta de EE UU est¨¢ siendo desenfocada y desproporcionada y su apoyo a Sharon es insoportable. Me di cuenta de que mi posici¨®n no es marginal cuando hace algunos d¨ªas, en un debate en Al Yazira entre un intelectual palestino que hab¨ªa firmado la carta pidiendo la suspensi¨®n de los atentados contra Israel y un responsable de Hamas en el extranjero, los telespectadores que llamaban se met¨ªan con el intelectual firmante. Ninguno lo apoy¨®'.
En su casa en la Corniche de Beirut, el arquitecto Karim Sabbag tambi¨¦n ve Al Yazira, la cadena ¨¢rabe de televisi¨®n por sat¨¦lite. La noche que este reportero cen¨® con ¨¦l, Sabbag pregunt¨® por el conflicto entre Espa?a y Marruecos a prop¨®sito del islote Perejil, que ¨¦l segu¨ªa al detalle en Al Yazira. Y es que la consolidaci¨®n en el mundo ¨¢rabe de esta cadena como fuente de informaci¨®n permanente, en lugar de CNN y los burdos y ama?ados telediarios nacionales, es otra de las palpables consecuencias del 11-S. 'A CNN aqu¨ª la llamamos PNN, Pentagon News Channel', dijo Sabbag. 'Al menos, Al Yazira informa en ¨¢rabe y desde el punto de vista ¨¢rabe'.
?Existe un punto de vista ¨¢rabe? Existi¨® en los a?os sesenta del siglo XX, en los tiempos de Nasser, cuando el rais egipcio predicaba sus ideas de panarabismo laico e izquierdista desde una emisora de radio de El Cairo que millones de personas se afanaban por escuchar desde Casablanca a Bagdad. Pero el panarabismo muri¨® con la derrota de Nasser frente a Israel en la Guerra de los Seis D¨ªas y su lugar fue ocupado en las d¨¦cadas siguientes por el islamismo, que sustituy¨® el sue?o de la umma o comunidad de los ¨¢rabes por la umma de los musulmanes.
Sin embargo, si hoy existe algo semejante a una comunidad supranacional ¨¢rabe, eso es Al Yazira. En much¨ªsimos de los hogares y las oficinas de Marruecos, Egipto y L¨ªbano, los tres pa¨ªses ¨¢rabes visitados por este reportero despu¨¦s del 11-S, las televisiones estaban encendidas con las noticias de esta cadena. Y transmit¨ªan el sentimiento de que la respuesta de Bush al 11-S acent¨²a el doble rasero norteamericano: todo para Israel, nada para los ¨¢rabes.
'No ha habido avances significativos hacia la democracia, el desarrollo econ¨®mico y la justicia social en el mundo ¨¢rabe tras el 11-S', constata desde El Cairo Diaa Rachwan, polit¨®logo del Centro de Estudios Pol¨ªticos y Sociales de Al Ahram. Entre otras cosas, porque EE UU no ha querido interrogarse seriamente sobre las causas del terrorismo islamista y no ha incluido entre sus respuestas al mismo una pol¨ªtica a largo plazo de fomento del progreso pol¨ªtico y socioecon¨®mico en el universo ¨¢rabe y musulm¨¢n. 'De modo que', prosigue el polit¨®logo cairota, 'los ¨²nicos cambios son que ha crecido el antiamericanismo entre la gente y que los Gobiernos han aprovechado la ocasi¨®n para reforzar las clavijas del autoritarismo y la represi¨®n'.
La buena noticia es que Bin Laden no ha pasado del papel de h¨¦roe de mercado -el tipo astuto que escapa al mayor poder de todos los tiempos- al de l¨ªder factible. 'Aunque Bin Laden usa argumentos populares, como la presencia militar estadounidense en Arabia Saud¨ª, el embargo contra Irak y los sufrimientos palestinos, sus m¨¦todos son demasiado salvajes para ser defendidos en voz alta', observa Rachwan.
Tras la verg¨¹enza y las teor¨ªas conspirativas -como la que afirma err¨®neamente que no hab¨ªa jud¨ªos en las Torres Gemelas- que les provoc¨® el 11-S, los ¨¢rabes se unifican en el resentimiento contra Bush.
El pulso ¨¢rabe, pa¨ªs por pa¨ªs
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