Putin defiende su apuesta por Bush
El presidente de Rusia aprovech¨® la oportunidad del 11-S para acercarse, con todos los riesgos, a Occidente
El presidente de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, supo captar las muchas oportunidades que el 11-S brindaba a su pa¨ªs y, pocos d¨ªas despu¨¦s, en contra de la opini¨®n de la ¨¦lite pol¨ªtica, dio un espectacular viraje prooccidental. El balance del a?o transcurrido es positivo para Mosc¨², pero fr¨¢gil y pre?ado de riesgos. El peso del nuevo rumbo sigue descansando casi exclusivamente sobre las espaldas del presidente, ya que ¨¦ste no se ha procurado el respaldo de un equipo competente y capaz de consolidar los logros obtenidos.
'EE UU y Rusia son amigos ahora, pero no son una pareja madura', afirma el analista ruso Dimitri Trenin, del centro Carnegie de Mosc¨², que est¨¢ preocupado tanto por la incapacidad de las instituciones rusas para desarrollar la pol¨ªtica de Putin como por la visi¨®n miope de Washington. 'Los funcionarios rusos se permiten actuar en contra de la l¨ªnea del presidente; los dirigentes norteamericanos, por su parte, no ven la necesidad de incrementar sus esfuerzos para que Rusia quede firmemente anclada en Occidente', se?ala Trenin.
La apuesta de Putin repite, salvando las distancias, la que Mija¨ªl Gorbachov efectu¨® en la d¨¦cada de los ochenta con la perestroika y el 'nuevo pensamiento'. Ahora, sin embargo, se pone a prueba la capacidad de Rusia de aceptar un papel m¨¢s modesto que el que correspondi¨® a la Uni¨®n Sovi¨¦tica el pasado siglo. Ni la clase pol¨ªtica local ni mucho menos los militares est¨¢n preparados a¨²n para que su pa¨ªs se convierta en un aliado de EE UU semejante al Reino Unido o Francia.
El elemento m¨¢s revolucionario de la pol¨ªtica exterior de Mosc¨² es la superaci¨®n de la mentalidad de 'fortaleza acosada' tradicional del pensamiento de Estado ruso. Putin ha aceptado la presencia militar norteamericana en las rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas de Asia Central y en el Estado cauc¨¢sico de Georgia con la idea de que los norteamericanos cumplan tareas que Mosc¨², por su falta de recursos, no puede efectuar. El Kremlin espera que EE UU act¨²e contra la amenaza del fundamentalismo isl¨¢mico y que contribuya tambi¨¦n a la estabilizaci¨®n pol¨ªtica de pa¨ªses con graves problemas econ¨®micos y sociales como Uzbekist¨¢n, Kirguizist¨¢n o Tayikist¨¢n. Ante la mirada complaciente de Putin, los l¨ªderes de aquellos Estados asi¨¢ticos no se han cansado de manifestar que esperan mucho de la ayuda econ¨®mica norteamericana y argumentan que su miseria influye tambi¨¦n en la seguridad norteamericana. En el caso de Georgia, el Kremlin quisiera que el entrenamiento del Ej¨¦rcito local pudiera eventualmente contribuir a echar a los separatistas chechenos del valle de Pankisi. En el frente de Chechenia, Putin ha conseguido en gran medida equiparar a los separatistas chechenos con los terroristas y tambi¨¦n que Occidente en general y EE UU en particular cierren los ojos ante los abusos de las tropas federales en lo que se refiere a los derechos humanos en aquel lugar.
Hoy por hoy, Mosc¨² conf¨ªa en que EE UU abandonar¨¢ Asia Central tras haber cumplido sus tareas. Si Washington se va de Asia Central antes de haberlas resuelto o si no se marcha despu¨¦s, Putin puede tener graves problemas.
El 11-S ha creado nuevas oportunidades para la energ¨ªa rusa, que se convirti¨® en la gran protagonista de la cumbre que Bush y Putin mantuvieron en mayo. Rusia aspira a abastecer a EE UU de crudo y gas y, eventualmente, sustituir a Arabia Saud¨ª y los pa¨ªses de la OPEP. La campa?a en este sentido pasa por un importante seminario organizado por la industria petrolera ruso-norteamericana este oto?o en Houston.
De momento, y pese a todos los progresos en el descubrimiento de sus 'intereses comunes', Washington mantiene todav¨ªa su desconfianza hacia Rusia. La causa est¨¢ en los coqueteos de Mosc¨² con el eje del mal y, especialmente, con Ir¨¢n. Washington cree que el programa de colaboraci¨®n nuclear con Ir¨¢n permita a este pa¨ªs construir una bomba at¨®mica y presiona a Mosc¨² con amenazas m¨¢s o menos veladas de limitar la cooperaci¨®n econ¨®mica, tecnol¨®gica y aeroespacial. En cuanto a Irak, los analistas rusos est¨¢n divididos sobre las consecuencias que un ataque estadounidense puede tener para el apoyo ruso a la coalici¨®n antiterrorista.
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