Nueva York revive el patriotismo del 11-S
Decenas de miles de personas acuden a conmemorar el aniversario del atentado de Nueva York
Decenas de miles de personas madrugaron ayer para asistir a los actos del aniversario del 11-S en la zona cero. Llegaron de todas las ciudades de Estados Unidos para api?arse contra las barreras policiales con sus camisetas patri¨®ticas y collares de flores moradas. Quer¨ªan marcar con su presencia, su silencio y, en algunos casos, una ira muy gr¨¢fica el primer aniversario de los atentados. Wall Street qued¨® de nuevo paralizado, y todo Nueva York se cubri¨® de banderas para marcar el luto del 11-S. Un acto organizado por la Asociaci¨®n para las Relaciones Isl¨¢mico-Estadounidenses apenas logr¨® reunir a una docena de personas. Los musulmanes siguen sufriendo discriminaci¨®n en Estados Unidos porque la gente les asocia con los atentados.
Mitch Mitchell ha remolcado una extra?a carga desde Carolina del Sur: un ata¨²d donde yace un mu?eco de Osama Bin Laden con un tiro en la frente. Normalmente lo tiene guardado en el garaje de su casa desde que lo confeccion¨® en las pasadas fiestas de Halloween. Ayer, tras un viaje de casi 24 horas, lo trajo con su moto hasta la zona cero. 'Es una forma de vivir mi dolor en este d¨ªa tan triste'.
Los que llegaron a primeras horas de la ma?ana en metro, esperando encontrar sitio entre las tremendas medidas de seguridad, no fueron tan agresivos. Pero todos llevaban algo patri¨®tico: camisetas con banderas, corbatas con las torres, incluso fotos de los desaparecidos: 'David Agnes [uno de los primeros nombres que ley¨® ayer el ex alcalde, Rudolph Giuliani] no te olvidamos'; 'Denise Benedetto, pensamos en ti', 'En recuerdo de John Coughlin'.
Matthew Honey, envuelto en una gigantesca bandera, prefiri¨® no arriesgarse y opt¨® por pasar la noche a las puertas de Century 21, el almac¨¦n de rebajas m¨¢s popular de Nueva York. 'Perd¨ª a tres amigos bomberos. Nadie me iba a impedir estar aqu¨ª para recordarlos'.
El tiempo es casi tan bueno como hace un a?o. Un ¨²ltimo d¨ªa de verano. La gente est¨¢ apacible, tranquila. Voluntarios de la Cruz Roja distribuyen kleenex a los que sollozan. Otros tienden octavillas con mensajes religiosos o relatos de los atentados. Apenas hay ruido. Los discursos llegan difuminados por una megafon¨ªa que no consigue llenar la zona cero.
Los que se api?an contra las barreras policiales vienen de todo Estados Unidos. Laurie se pidi¨® unos d¨ªas de descanso para venir desde Carolina del Norte. Dan Stettmier, un jovenc¨ªsimo bombero de Pittsburg, viaj¨® toda la noche en coche para honrar a sus compa?eros y recordar los tres d¨ªas en los que particip¨® en las labores de desescombro.
Ray mira hacia el vac¨ªo que antes ocupaba el World Trade Center. 'Habr¨ªa que retomar los planos de las torres y reconstruirlas igual o m¨¢s altas, para demostrar al mundo que no tememos a nadie. Yo me apunto ma?ana'. Ha venido desde Long Island con sus compa?eros del sindicato del metal. Su amigo Jack se exalta. 'Esto es el final de los moros. Nosotros ya no vamos a comprarles nada. A lo mejor me ponen una bomba en el caf¨¦. Ya s¨¦ que no son todos culpables, pero no puedo evitarlo'.
?ste no es buen d¨ªa para ser musulm¨¢n en Nueva York. En Battery Park, a unas manzanas de la zona cero, la ceremonia de la Asociaci¨®n para las Relaciones Isl¨¢mico-Estadounidenses es un fracaso. Entre el ruido de los autobuses, de los helic¨®pteros y de la gente que acude a trabajar, apenas 12 personas se han sumado a la manifestaci¨®n que el grupo ha organizado para recordar los eventos y protestar por la discriminaci¨®n que padecen desde el 11-S.
'No es momento para discursos sino para reflexiones serias', dice el presidente de la Asociaci¨®n, Nihad Awad que ha viajado desde Washington, 'Nuestra comunidad ha sufrido mucho en este a?o pero hemos conseguido mantenernos unidos. Si no ven gente aqu¨ª es que estamos celebrando ceremonias religiosas por todas las mezquitas del pa¨ªs', asegura para justificar el vac¨ªo al que se est¨¢ dirigiendo.
Unas calles m¨¢s arriba, en Wall Street, los brokers esperan sentados en las escaleras del Federal Hall a que abra la Bolsa. La sesi¨®n empez¨® ayer con dos horas de retraso para permitir a los empleados seguir los actos del aniversario. El distrito financiero ya no se inmuta ante nada: ni por las celebraciones, ni por la cola ante la vecina Trinity Church, ni por los turistas que fotograf¨ªan todo, con los collares de flores malvas que han conseguido en la zona cero.
Y si no han podido pasar las barreras policiales se han consolado en la tienda de vaqueros de la calle Broadway que su due?o, David Cohen ha transformado en monumento al conservar una parte de su vitrina tal y como amaneci¨® tras los atentados: cubierta de polvo y restos. 'La mantendr¨¦ mientras pueda porque esto es realmente lo que pas¨®', dice Cohen ocupado en plegar camisetas de la polic¨ªa y de los bomberos. 'El negocio ha ca¨ªdo un 40% pero hoy es un buen d¨ªa llevo ya 100 vendidas'.
Ema no ha tenido tanta suerte. Es ecuatoriana y menudita. Lleva un fajo de banderas estadounidenses. 'Estoy aqu¨ª desde las seis de la ma?ana y apenas he vendido dos docenas. Parece que la gente no se anima. Por cierto ?C¨®mo se dice bandera en ingl¨¦s?'.
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