Sans¨®n y las Torres Gemelas
1. El terrorismo artesanal. Hab¨ªamos llegado a creer que era sostenible un mundo donde por un extremo se muere de colesterol, es decir, un mundo moralmente inaceptable a la vez que pol¨ªticamente estable. M¨¢s o menos escandalizados, sobre esta piedra plane¨¢bamos levantar la Iglesia de un orden m¨¢s mundial que nunca: globalizado, conectado, en red. A fin de preservar y pastorear este orden nuevo de tanto lobo como anda suelto, deb¨ªan de bastar ahora intervenciones quir¨²rgicas y puntuales (nunca otro Vietnam); apenas peque?as guerras limpias, cortas, distantes y a plazo fijo que no inquietaran m¨¢s de la cuenta a nuestra poblaci¨®n civil.
La ilusi¨®n acab¨® el pasado 11 de septiembre de 2001. Ese d¨ªa se hizo evidente que el Star Wars pod¨ªa proteger de las bombas que llovieran de un sat¨¦lite, pero no de las que viajan en turista de American Airlines o del cintur¨®n que un desperado se ci?a m¨¢s de la cuenta en Times Square. La tecnolog¨ªa nuclear o qu¨ªmica iba siendo ya un secreto a voces. Los candidatos a la inmolaci¨®n aumentaban entre los pueblos sacrificados u olvidados. La nanotecnolog¨ªa posibilitaba las bombas 'para llevar'. E Internet se encargaba de coordinar todos estos factores.
A partir de aqu¨ª, las actuales diferencias entre el mundo rico y el miserable dejan de ser s¨®lo un esc¨¢ndalo moral para transformarse en un peligro mortal, imposible de controlar. Y torna a hacerse evidente lo que nunca debi¨® dejar de serlo: que no hay m¨¢s seguridad propia que la esperanza y las expectativas del otro -ni m¨¢s prudencia efectiva que la que surge del temor a su respuesta-. Todas las medidas de seguridad o prevenci¨®n que quieran tomarse chocar¨¢n con este 'hecho tozudo': el abaratamiento a la vez de las armas y de la vida de sus porteadores al por menor. Y no parece que el peligro puede evitarse sin enfrentar el esc¨¢ndalo de este diferencial ricos/pobres, poderosos/menesterosos que el propio mundo vegetal ya no soporta. (Es sabido, por ejemplo, que la biomasa se reduce dr¨¢sticamente all¨ª donde hay demasiados medios para explotarla aceleradamente o demasiada pobreza para poder permitirse el lujo de conservarla).
Pero el abismo crece a¨²n entre quienes se alinean para recibir galletas con prote¨ªna de Naciones Unidas y quienes toman leche descremada o bebidas light para guardar la l¨ªnea. El bienestar, la dignidad, las expectativas de futuro y la propia esperanza de vida de unos y de otros es simplemente inconmensurable. Y es l¨®gico que acabe dando lugar a dos estrategias de enfrentamiento perfectamente distintas y contrastadas, cuyo paradigma ser¨ªa el siguiente.
a) Por un lado, las guerras limpias, sin bajas, casuality free de los poderosos que desde el cielo han de arrasar preventivamente un pa¨ªs -Kosovo, Irak, Afganist¨¢n- a expensas de machacar a la poblaci¨®n civil que haga falta. S¨®lo as¨ª pueden ahorrarse las dos o tres bajas propias que alarmar¨ªan a la sociedad norteamericana. En Kosovo se calcul¨® que para no arriesgar la vida de un soldado propio hab¨ªa que machacar a 17 paisanos 'de m¨¢s' (en Vietnam la ratio hab¨ªa sido de 1/40: 50.000 bajas americanas por dos millones de asi¨¢ticas). Ahora bien, ?no hay una cierta correspondencia o simetr¨ªa entre estos 17 por 1 que mueren en Kosovo o Gaza y los 17 que mueren en un mercado de Jerusal¨¦n por una bomba port¨¢til?
b) La estrategia complementaria, tan l¨®gica y explicable como la anterior, se traduce en el abnegado terrorismo artesanal que no dispone de helic¨®pteros ni de otros medios para matar a salvo, y que con el cintur¨®n de dinamita bajo la t¨²nica se constituye el mismo en la v¨ªctima a priori de sus propios actos.
?Terrorismo?: sin duda. Pero no hay que olvidar que tanto la tradici¨®n jud¨ªa como la cristiana han bendecido a menudo este sacrificado terrorismo. ?O no cuenta la Biblia (Jueces, 16-24-27) que apenas recuperado del afeite de Dalila, Sans¨®n decide derrumbar el templo de Dag¨®n para que mueran, junto con ¨¦l mismo, todos los filisteos que est¨¢n dentro? La narraci¨®n b¨ªblica deja claro que se trata de v¨ªctimas civiles, como en las Twin Towers, y tambi¨¦n que su n¨²mero es parecido:
'Estaba la casa de llena de hombres y mujeres, m¨¢s de tres mil personas (...). Sans¨®n tom¨® las dos columnas centrales, hizo fuerza y dijo: '?Muera yo mismo con los filisteos!'. Y la casa se hundi¨® sobre los filisteos y sobre el pueblo que all¨ª estaba, siendo los muertos que hizo al morir m¨¢s de los que hab¨ªa hecho en vida'.
En la edici¨®n de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, el padre Viccari, s. j., a?ade a¨²n algunas precisiones:
'Sans¨®n en su ¨²ltima haza?a pretende directamente la muerte de los enemigos de Dios, y s¨®lo indirectamente la propia. Por eso no comete suicidio. Es el caso de todos aquellos que, siendo necesario, se exponen a una muerte cierta por la salvaci¨®n de la Patria'.
En la tradici¨®n jud¨ªa y en la ex¨¦gesis cristiana Sans¨®n es venerado como el h¨¦roe y m¨¢rtir que asegura la continuidad del pueblo de Israel. ?Y c¨®mo no iban a venerar los palestinos a sus adolescentes sansones que mueren por la continuidad del pueblo palestino? M¨¢s todav¨ªa: el hecho de que las v¨ªctimas de las Torres Gemelas o de Tel Aviv sean civiles, ?no retoma y en cierto modo contin¨²a la tendencia que desde la Segunda Guerra Mundial se orienta a provocar m¨¢s bajas civiles que militares y a aterrorizar la retaguardia? En definitiva: ?es siempre menos leg¨ªtimo matar(se) por su Dios o por su pueblo que matar o morir 'regularmente' por dinero, por encargo o por empleo: como mercenario, sicario, mameluco, soldado de leva o de fortuna...?
Como la Torre de Babel, como las Columnas Gemelas de Sans¨®n en el siglo XII antes de Cristo, hoy las Torres Gemelas nos han devuelto el s¨ªmbolo y la imagen tr¨¢gica de nuestra existencia. Y esta lecci¨®n s¨ª vaut le detour -aunque el desv¨ªo haya acabado atravesando el World Trade Center-.
Xavier Rubert de Vent¨®s es fil¨®sofo.
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