El bollo de la corona
De Arag¨®n, claro. La mixtura de coalici¨®n mediterr¨¢nea, federalismo asim¨¦trico y Espa?a transversal que han protagonizado los dirigentes socialistas de Arag¨®n, Baleares , Catalu?a y este pa¨ªs ha provocado una desmedida reacci¨®n que viene a acreditar los temores ¨ªntimos de la dirigencia popular, y de alguna otra dirigencia algo menos popular. La renovada utilizaci¨®n del fantasma del perill catal¨¢ constata que la operaci¨®n maragalliama ha cogido al competidor con la guardia baja. Acusar de catalanismo malvado a la presencia aragonesa en la reuni¨®n pueden perfectamente pasar a las antolog¨ªas de la necedad, cuando no de la indocumentaci¨®n . A alguno que yo me s¨¦ habr¨ªa que recordarle que en la ortodoxia del nacionalismo catal¨¢n los aragoneses son de otra naci¨®n, y que los ancestros de la operaci¨®n pol¨ªtica de agrupar de nuevo a los pa¨ªses del Casal d?Arag¨® no se encuentran precisamente en tales pagos, sino mas bien en el pacto republicano federal de 1869 y en la posici¨®n pol¨ªtica de Joaqu¨ªn Costa, espejo de catalanistas como bien se sabe. Que personas inteligentes y documentadas de la competencia se vean forzadas a decir tama?as tonter¨ªas acredita los temores que la operaci¨®n suscita.
Que la iniciativa de la recuperaci¨®n de la Corona de Arag¨®n es maragalliana parece evidente, como lo es que al dirigente socialista catal¨¢n la operaci¨®n le interesa al menos por tres razones: porque refuerza su posici¨®n cara a la competici¨®n por la Generalitat de Catalunya, porque refuerza su posici¨®n en el seno del PSC (le hace menos dependiente de los capitanes) y porque atestigua la capacidad de generaci¨®n de un bloque socialista mediterr¨¢neo con capacidad de negociaci¨®n con la coalici¨®n castellano-andaluza que hoy domina el socialismo espa?ol. La cuesti¨®n es si la operaci¨®n interesa a los dem¨¢s socialistas mediterr¨¢neos y a sus electores, y la respuesta se cae por su propio peso: s¨ª.
La raz¨®n de fondo es simple, como el mecanismo de un botijo, la Corona de Arag¨®n supone hoy casi un tercio de la poblaci¨®n de Espa?a y bastante m¨¢s del PIB, y desde luego se halla muy lejos de tener un tercio de los presupuestos, la influencia y el poder, ni en el Estado, ni en los partidos que gobiernan o pueden gobernar ese Estado. Nosotros estamos en la periferia, y por ello nuestros intereses se ven con frecuencia preteridos y nuestras necesidades desatendidas en contraste con quienes tienen un peso en el Estado y los partidos muy superior al que corresponde a su poblaci¨®n. Esa es la raz¨®n de fondo de que haya AVE a Valladolid y no existan ni la autopista a Somport ni el corredor mediterr¨¢neo. Una de las causas de esa preterici¨®n radica precisamente en la desconfianza y el desconocimiento, cuando no la hostilidad, entre las Comunidades afectadas y entre los partidos existentes en las mismas. La divisi¨®n entre quienes tienen intereses comunes dif¨ªcilmente puede apuntar a la satisfacci¨®n de esos mismos intereses. Si alguno de los ilustres cr¨ªticos se molestara en leer podr¨ªa buscar la raz¨®n de ser de tales cosas en un texto de Muntaner que Fuster gustaba citar: l?exempli de la mata de jonc. Claro que concluir que el anticatalanismo valenciano supone a la larga arrojar piedras en el propio tejado no es plato de gusto para algunos. Con raz¨®n canta Serrat: 'nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio'.
Y es que si una operaci¨®n del tipo que se comenta se consolida y va adelante muchas cosas cambiar¨ªan a medio plazo en el juego pol¨ªtico espa?ol. Por de pronto, y a muy corto plazo, facilitar¨ªa el ¨¦xito de la izquierda en las pr¨®ximas elecciones catalanas, con al menos dos consecuencias: operar¨ªa como el nuncio de un ¨¦xito socialista en las pr¨®ximas generales generando un evidente efecto demostraci¨®n que en nada favorece la continuidad de los conservadores en el poder; forzar¨ªa una profunda recomposici¨®n del nacionalismo catal¨¢n que, al menos a corto , le inhabilitar¨ªa como posible socio parlamentario del PP en un Congreso sin mayor¨ªa absoluta. Vistas as¨ª las cosas est¨¢ claro que la operaci¨®n discurre bajo la ¨¦gida catalanismo malvado y que busca pervertir la identidad valenciana. La identidad valenciana del imaginario madrile?o, claro.
Lo otro, lo del federalismo da?ino, no llega ni a necedad. En el plano de los hechos hace mas de quince a?os que Espa?a es un Estado Federal, y cualquiera que tenga la experiencia de tratar de explicar el Estado de las Autonom¨ªas a un forastero sabr¨¢ que no hay otro modo de hacerlo inteligible que decirle eso. Lo malo no es que tengamos un Estado Federal, lo malo es que lo tenemos a medio hacer, de tal modo que los instrumentos de colaboraci¨®n e integraci¨®n o no funcionan bien o no existen. Esa es una de las razones por las que hay que sustituir las cl¨¢usulas constitucionales que por su definici¨®n son transitorias, en definitivas, que es el argumentum m¨¢gnum a favor de esa reforma del Senado que el se?or Aznar defendi¨® y ahora paraliza.
Ya ven lo que da de s¨ª la perversi¨®n catalanista y el federalismo nefando. El bollo de la Corona de Arag¨®n.
Manuel Mart¨ªnez Sospedra es profesor de Derecho de la Universidad Cardenal Herrera- CEU.
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