Federalismo cultural
El reconocimiento de la pluralidad cultural y ling¨¹¨ªstica, basada en una concepci¨®n m¨¢s abierta de una Espa?a consciente de su propia diversidad, requiere pol¨ªticas activas para preservar y promover las identidades diversas y facilitar su aportaci¨®n a la convivencia y a la solidaridad. Sin duda la lengua es la principal se?a de identidad que ha mantenido la existencia de realidades socioculturales diversas.
M¨¢s all¨¢ de debates competenciales, existe un deber moral y pol¨ªtico del Estado de incorporar al patrimonio colectivo las culturas y las cuatro lenguas habladas, m¨¢s cuando en seis de las comunidades aut¨®nomas se reconoce la cooficialidad. Es imprescindible emprender una acci¨®n p¨²blica compartida en tres niveles: gobiernos aut¨®nomos, cooperaci¨®n entre las autonom¨ªas y las actuaciones propias del Gobierno central, consecuente con la pluralidad de Espa?a. Una pluralidad producto de la historia y promesa de discordia o de convivencia para el futuro, que abarca dimensiones sociol¨®gicas, hist¨®ricas y pol¨ªticas sabiendo que vivimos en el segundo pa¨ªs multiling¨¹e de Europa, en una construcci¨®n pol¨ªtica de base cultural heterog¨¦nea.
Espa?a no fue una naci¨®n, sino un imperio o una monarqu¨ªa compuesta, hasta el siglo XVIII. En el siglo XIX avanza el nacionalismo espa?ol y surgen otras identidades culturales y pol¨ªticas, como el catalanismo. La Constituci¨®n de 1978 abre el periodo m¨¢s largo en el ejercicio de las libertades y el reconocimiento de la autonom¨ªa pol¨ªtica de nuestra historia contempor¨¢nea. Tras d¨¦cadas de negaci¨®n de la diversidad, el Estado de las autonom¨ªas configura un sistema pol¨ªtico acorde con las demandas de autogobierno, devoluci¨®n y proximidad en una sociedad compleja, quiz¨¢ arquet¨ªpica en identidades conc¨¦ntricas. Hablamos, por todo ello, de naci¨®n de naciones, de Espa?a como patria com¨²n, lo que, seg¨²n Tusell, implica desde el punto de vista hist¨®rico un Estado compuesto y federal en el pasado, de nacionalizaci¨®n en el siglo XIX y de persistente pluralismo irresuelto de manera definitiva hasta el momento presente.
Se puede concebir la pluralidad, la diversidad, hasta la pura y simple tolerancia, un estadio insuficiente que debemos saber superar con ambici¨®n pol¨ªtica, por eso los socialistas apostamos por perspectivas de desarrollo federal, de reconocimiento simb¨®lico expl¨ªcito apoyado en pol¨ªticas activas de fomento y proyecci¨®n de una Espa?a plural.
Espa?a ha realizado en los ¨²ltimos 25 a?os una transici¨®n de un Estado profundamente centralista a otro descentralizado, si bien, seg¨²n coincidimos historiadores y pol¨ªticos, tenemos todav¨ªa una asignatura pendiente en la pedagog¨ªa de la pluralidad. Esa pedagog¨ªa implica sensibilidad y actitud moral de respeto a lo diferente en la base de la pol¨ªtica cultural y educativa compartida, as¨ª como avanzar en la creaci¨®n de mecanismos flexibles en las relaciones interauton¨®micas, por eso apostamos por la creaci¨®n del Consejo de las Culturas, espacio de visibilidad y cooperaci¨®n, e interlocutor de la pol¨ªtica cultural. Un organismo que podr¨ªa iniciar su camino a partir de una propuesta de la Entesa Catalana de Progr¨¨s debatida en el ¨²ltimo pleno del Senado que no prosper¨®, ya que si bien obtuvo el apoyo de todos los grupos, fue rechazada por el Partido Popular.
El Senado, definido como C¨¢mara de representaci¨®n territorial, podr¨ªa ser un marco ¨²til para construir un di¨¢logo que permita crear consenso en torno a la pedagog¨ªa de la pluralidad. Algunas propuestas concretas avanzadas por los senadores catalanes de izquierda, sobre el uso habitual de las lenguas cooficiales en los sellos o en la p¨¢gina web de la C¨¢mara alta, se aprueban y se incumplen o ni siquiera se consideran, como sucedi¨® con la moci¨®n que ped¨ªa introducir las lenguas en los sitios web de los ministerios, alegando dificultades insuperables en la traducci¨®n, cuando con toda normalidad ha sido adoptado el pluriling¨¹ismo en el primer estadio de navegaci¨®n por parte de algunas empresas espa?olas o multinacionales.
El reto de los pr¨®ximos tiempos se sit¨²a en el avance en una perspectiva federal, en las sociedades autogobernadas y en el gobierno compartido de la condici¨®n pluricultural, plurinacional y pluriling¨¹¨ªstica de Espa?a, horizonte que avanzar¨¢ en el medio plazo. Contrariamente, asistimos al desaf¨ªo pol¨ªtico, cultural y medi¨¢tico del neocentralismo espa?ol que representa el Partido Popular, fiel a la herencia del viejo centralismo, que en sus etapas blandas era amable con 'la riqueza de las peculiaridades de las regiones' y que en los periodos duros, cuando no hac¨ªa concesi¨®n alguna, era imperial, jacobino y autoritario.
El neonacionalismo espa?ol simula no autorreconocerse, si bien algunos ejemplos bastar¨¢n para ejemplificarlo: no acepta la profundizaci¨®n del proceso auton¨®mico, ni el reconocimiento de la Espa?a plural, ni la reforma del Senado; se niega a hablar de la presencia de las comunidades aut¨®nomas en los ¨®rganos de la Uni¨®n Europea; centraliza el poder econ¨®mico y medi¨¢tico, y se enroca impidiendo una salida pol¨ªtica en la reivindicaci¨®n de los papeles de Salamanca. Practica un neocentralismo en inversi¨®n p¨²blica cuando discrimina unos territorios con relaci¨®n a otros que, como recoge un estudio de las Cajas Confederadas de entre 1995-2000 dirigido por Julio Alcaide, supone 'la tendencia a perder posiciones' de las ¨¢reas geoecon¨®micas del arco mediterr¨¢neo, si no se recupera la inversi¨®n en grandes infraestructuras de desarrollo territorial. Podr¨ªa parecer, en definitiva, que la mayor¨ªa absoluta supone la orden de reconstruir la Espa?a centralista y uniformista.
Montserrat Duch es diputada en el Parlament por el PSC-CpC y senadora auton¨®mica de la Entesa Catalana de Progr¨¨s.
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