La prudencia del tirano
Stalin tuvo unos antecedentes familiares y de formaci¨®n at¨ªpicos en el marco del bolchevismo. Era de origen extremadamente pobre, georgiano y nada menos que educado en el seminario de Tbilisi. All¨ª se forjaron algunos de los rasgos dominantes de su personalidad. Muy pronto perdi¨® la fe, pero su mentalidad sigui¨® siendo de por vida religiosa. La importancia del nacionalismo georgiano entre los seminaristas tampoco dej¨® de afectar al futuro l¨ªder sovi¨¦tico, quien experiment¨® un proceso de transferencia similar a tantas otras personalidades que pasaron de la peque?a a la gran naci¨®n, del corso Napole¨®n al vasco Unamuno, manteniendo el mismo grado de intensidad e intransigencia en su sentimiento de adhesi¨®n. Otra rigidez, la dogm¨¢tica, y la intenci¨®n pedag¨®gica te?ida de manique¨ªsmo por el ejercicio habitual de las pol¨¦micas, vendr¨¢n tambi¨¦n del tiempo de seminario. Y, por ¨²ltimo, desempe?ar¨¢ un gran papel la coyuntura de persecuci¨®n en que se desenvolvi¨® su vida de estudiante. Entonces aprendi¨® el joven Josif a fingir, a desconfiar de todo y a conocer la importancia de la disciplina y del ejercicio de una vigilancia implacable.
As¨ª como la formaci¨®n entre los jesuitas es capital para entender la peculiar forma de acci¨®n comunista en Fidel Castro, las duras vivencias del seminario constituyen el cimiento de la carrera hacia el poder del joven bolchevique. ?ste, inicialmente, adopta el seud¨®nimo de Koba, nombre de un h¨¦roe legendario de Georgia, y m¨¢s tarde el de Stalin, el hombre de acero. Es buen organizador, camarada ego¨ªsta y distante durante la estancia en Siberia, polemista que, m¨¢s que discutir, busca satanizar y destruir al oponente, por serlo, sin distinci¨®n de ideolog¨ªas, y h¨¢bil a la hora de prestar servicios como te¨®rico de la cuesti¨®n nacional a Lenin. En la forma y en las conclusiones ambos coinciden, de modo que Lenin tardar¨¢ en darse cuenta de que 'el maravilloso georgiano' es en realidad un brutal 'nacionalista granruso', y que, desde su posici¨®n de poder como secretario general del partido, ya enfermo el l¨ªder de Octubre, no dudar¨¢ en insultar a su esposa, la Krupskaya.A diferencia de un Trotski enfermo de teor¨ªa, Stalin descubri¨® lo que pod¨ªa hacerse con el modelo organizativo del centralismo democr¨¢tico para construir su propio poder personal. En los funerales de Lenin, sus famosos juramentos en nombre del partido le hicieron ya gran sacerdote de la nueva religi¨®n del leninismo. Y mientras que Lenin, Trotski o Bujarin son culturalmente occidentalistas, su lema es 'ex-Oriente lux'. Su tendencia al nacionalismo recubre el internacionalismo con la conocida f¨®rmula de Rusia como 'patria del socialismo', de manera que cuando llegan las grandes purgas, lo primero que le importa es conservar el gran imperio ruso heredado de los zares. Conscientemente, se sent¨ªa un nuevo Iv¨¢n el Terrible, personaje demasiado clemente a su juicio, entregado ante todo a aplastar a sus enemigos interiores. Para Stalin ¨²nicamente contaba el juego del poder, sin l¨ªmite moral alguno y, por eso, se encuentra a gusto en la carrera de la complicidad y del enga?o mutuo con Hitler, fall¨¢ndole s¨®lo la previsi¨®n de que un buen g¨¢nster como el germano no iba a atacar a su colega exponi¨¦ndose a un desastre. Y esta terrible imprevisi¨®n sirvi¨® finalmente para acrecentar su duradera gloria.
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