La recuperaci¨®n argentina
Se pueden ver los primeros indicios de la recuperaci¨®n de Argentina. Para muchos, lo que sucedi¨® y lo que est¨¢ sucediendo en ese pa¨ªs es un misterio. Se supon¨ªa que abandonar la 'convertibilidad', o sea, un sistema de tipos de cambio fijos, iba a ser un desastre, y lo fue. La producci¨®n cay¨® y el desempleo aument¨® dr¨¢sticamente. El temor a estos costes, combinado con las ayudas del Fondo Monetario Internacional (FMI), impidi¨® a Argentina abandonar su plan de conversi¨®n hasta mucho despu¨¦s de que hubiera quedado claro que el sistema no pod¨ªa mantenerse. Esta obstinaci¨®n empeor¨® las cosas cuando todo se desmoron¨®.
Pero lo que mantuvo a Argentina unida a un sistema que no pod¨ªa funcionar fue fundamentalmente el miedo a la hiperinflaci¨®n. Cuando preguntaba a la gente, durante mis visitas a Buenos Aires, por qu¨¦ Argentina insist¨ªa en este desatino econ¨®mico, me daban una ¨²nica respuesta: 'S¨ª, cuando Brasil abandon¨® el cambio fijo, su inflaci¨®n permaneci¨® moderada; pero Brasil es Brasil, y nosotros somos Argentina'. Hab¨ªa casi orgullo en la falta de confianza que el pueblo ten¨ªa en sus instituciones y en su capacidad para administrar sin los grilletes de la convertibilidad.
Hasta el momento, la temida hiperinflaci¨®n no se ha materializado. Naturalmente, se ha producido la inflaci¨®n normal asociada a los fuertes aumentos en los precios de las importaciones que siempre siguen a las grandes devaluaciones, pero en vez de desencadenar una espiral de subidas de los precios, parece que los tasas de inflaci¨®n aminoran. Argentina parece dispuesta a unirse a la larga lista de pa¨ªses -Brasil, Corea, Rusia, Tailandia e Indonesia- que controlaron las devaluaciones sin que se disparase la inflaci¨®n.
Para un economista, la recuperaci¨®n de Argentina no es ninguna sorpresa. La devaluaci¨®n estimula varias fuerzas restauradoras. Las exportaciones son m¨¢s baratas, y los ingresos derivados de las exportaciones (medidos en pesos) han aumentado espectacularmente. El turismo y las industrias relacionadas est¨¢n en pleno auge. La sustituci¨®n de las importaciones salta a la vista: una tienda de ropa que el a?o pasado s¨®lo vend¨ªa prendas importadas, ahora vende exclusivamente bienes de producci¨®n nacional.
Al igual que en Asia orienta despu¨¦s de su crisis en 1998, lo que inhibe a estas fuerzas restauradoras es la falta de cr¨¦dito. Se supon¨ªa que la propiedad extranjera de los bancos acudir¨ªa al rescate de sus filiales argentinas si ¨¦stas necesitaban dinero. Y que los dep¨®sitos en las sucursales de bancos estadounidenses en Buenos Aires estar¨ªan tan seguros como los dep¨®sitos en Miami. Desgraciadamente, los depositarios se encontraron con todo lo contrario.
Por otro lado, los bancos extranjeros siempre se quedaban cortos a la hora de garantizar una oferta adecuada de cr¨¦dito a las peque?as y medianas empresas argentinas. Esta falta de cr¨¦dito ahog¨® el crecimiento, lo que contribuy¨® a los males econ¨®micos del pa¨ªs; y ahora el cr¨¦dito pr¨¢cticamente se ha secado.
Naturalmente, algunos bancos nacionales contin¨²an ofreciendo cr¨¦ditos. Pero para sostener la recuperaci¨®n, se tiene que aumentar el cr¨¦dito, bien creando nuevas instituciones financieras o ampliando las que ya hay. En este sentido, las cooperativas de cr¨¦dito pueden resultar especialmente importantes, si tenemos en cuenta la aparente falta de confianza en el sector bancario m¨¢s tradicional. Tambi¨¦n hay que reanimar urgentemente el cr¨¦dito comercial: su importancia se reconoci¨® a principios de la crisis del Asia oriental, donde Jap¨®n, haciendo un gesto de buen vecino, proporcion¨® a trav¨¦s de la iniciativa Miyazawa 30.000 millones de d¨®lares, gran parte de los cuales se destin¨® a financiar el cr¨¦dito comercial y a ayudar a reactivar la econom¨ªa.
La cuesti¨®n es sencilla: los verdaderos recursos de Argentina -su gente, con su enorme talento y capacidad, su tierra f¨¦rtil, sus bienes capitales- siguen ah¨ª. Lo que la econom¨ªa necesita es una reactivaci¨®n, y la pol¨ªtica del Gobierno debe centrarse en esta tarea. Si el sector privado no puede mejorar la disponibilidad de cr¨¦dito por s¨ª solo, y ning¨²n buen vecino da un paso para echarle una mano, como hizo Jap¨®n en el Asia oriental, el Gobierno debe desempe?ar un papel m¨¢s activo a la hora de reestructurar las instituciones de cr¨¦dito existentes y tambi¨¦n crear algunas nuevas.
?Crear¨¢ unos niveles peligrosos de inflaci¨®n la participaci¨®n del Gobierno en la provisi¨®n de cr¨¦ditos? Dirigir el cr¨¦dito para aumentar la oferta de mercanc¨ªas no tiene por qu¨¦ disparar la inflaci¨®n; por el contrario, el aumento de la oferta de art¨ªculos de producci¨®n nacional podr¨ªa ser un instrumento eficaz para combatirla.
Una contabilidad congruente, en la que se separen los gastos para recapitalizar a los bancos de los gastos ordinarios, como los que se necesitan para dirigir hospitales y colegios, dejar¨ªa claro que estos gastos no son en s¨ª inflacionarios. Lo ¨²nico que podr¨ªa resultar inflacionario es la necesaria expansi¨®n del cr¨¦dito que esos gastos permiten. En una econom¨ªa con enormes problemas, en la que los recursos est¨¢n infrautilizados y aquejada de una falta masiva de cr¨¦dito, una modesta expansi¨®n de ¨¦ste no llevar¨ªa de hecho a un aumento de la inflaci¨®n.
Si centramos la atenci¨®n en la reactivaci¨®n, queda claro por qu¨¦ los cr¨¦ditos del FMI est¨¢n mal encaminados. Estos cr¨¦ditos se emplear¨¢n para devolver el dinero al FMI, no para reactivar la econom¨ªa. Supuestamente, el cr¨¦dito del FMI 'restaurar¨¢ la confianza' en la econom¨ªa, pero el que lo haga depende de las condiciones que se impongan. Si el FMI impone una contracci¨®n fiscal o una estrategia mal encaminada para reestructurar el sector financiero (como hizo en Indonesia), entonces la econom¨ªa se ver¨¢ debilitada y esto desembocar¨¢ en una erosi¨®n adicional de la confianza.
Si, por el contrario, el cr¨¦dito del FMI se obtiene seg¨²n unas condiciones razonables, su contribuci¨®n ser¨¢ positiva. Pero no ser¨¢ una panacea. De hecho, el cr¨¦dito del FMI no servir¨¢ de mucho a la hora de resolver los problemas econ¨®micos claves, excepto en la medida en que libere dinero de otras fuentes internacionales y esos fondos se empleen para reactivar la econom¨ªa.
La comunidad internacional puede ayudar a Argentina abriendo sus puertas a las mercanc¨ªas de ese pa¨ªs, tom¨¢ndose la ret¨®rica del libre comercio en serio y reconociendo que el comercio puede ser un instrumento importante no s¨®lo para el crecimiento a largo plazo, sino tambi¨¦n para la recuperaci¨®n econ¨®mica. Las exportaciones contribuir¨¢n a reactivar la econom¨ªa argentina, mientras que los consumidores de Europa y EE UU se beneficiar¨¢n de unos productos de buena calidad a precios m¨¢s bajos. Esta es una forma de hacer que la globalizaci¨®n funcione en beneficio de los necesitados.
Joseph E. Stiglitz es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Finanzas en la Universidad de Columbia, ganador del Premio Nobel de Econom¨ªa de 2001 y autor de La globalizaci¨®n y sus miserias. ? Project Syndicate. 2002.
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