Hacia el fin de la aventura
?ES POSIBLE la aventura en el mundo en que vivimos? ?Acaso no acaba con ella el proceso de mundializaci¨®n y el 'totalitarismo t¨¦cnico'? Esta cuesti¨®n ha generado un intenso debate en Alemania, que coincide con dos publicaciones sobre el tema: una de ellas intenta desentra?ar la 'filosof¨ªa' de Reinhold Messner, el c¨¦lebre alpinista y aventurero; la otra es la autobiograf¨ªa del nonagenario explorador austriaco Heinrich Harrer, famoso por su obra Siete a?os en T¨ªbet, llevada hace poco al cine. La aventura siempre se ha nutrido de dos elementos indispensables: lo desconocido y lo considerado imposible. ?Qu¨¦ espacio queda entonces para la aventura en un planeta sin secretos para los sat¨¦lites y las agencias de turismo? Parece que s¨®lo queda el riesgo preparado y controlado como suced¨¢neo de la aventura. Imitadores de exploradores cruzan regiones inh¨®spitas con la ayuda de los ¨²ltimos adelantos t¨¦cnicos en busca de un reto que encontrar¨ªan multiplicado, si tuvieran el valor de atravesar un barrio conflictivo en una de las grandes metr¨®polis. Reina cierta coincidencia en que asistimos al 'desencantamiento' de la aventura. Aun as¨ª, nos vemos saturados de 'aventureros profesionales', cuyos libros y documentales gozan de gran difusi¨®n.
Los libros mencionados, protagonizados por Messner y Harrer, reflejan visiones pertenecientes a dos generaciones distintas. Sin embargo, los dos autores se mantienen en las tres dimensiones tradicionales en que se ha desenvuelto el esp¨ªritu aventurero: la dimensi¨®n cient¨ªfica, la deportiva y la ecol¨®gica, resisti¨¦ndose a aceptar la actual tendencia que cree descubrir en la 'diversi¨®n' la esencia de la experiencia aventurera. En los ¨²ltimos tiempos, Reinhold Messner ha despertado el inter¨¦s de los fil¨®sofos alemanes, quienes, pese a su rechazo, insisten en considerarle uno de los pensadores m¨¢s interesantes del panorama intelectual. En efecto, sus libros no s¨®lo son descripciones de expediciones en condiciones extremas, sino que en ellos el autor reflexiona sobre sus experiencias y motivaciones. Su obra, sin embargo, tambi¨¦n se interpreta como s¨ªntoma de un pensamiento posmoderno. As¨ª, Messner rechaza que haya un 'sentido' exterior al individuo; el sentido es algo puramente humano y subjetivo, es el individuo quien otorga sentido a las cosas. Esto quiere decir que vivimos en un mundo sin Dios y sin una verdad objetiva. ?Qu¨¦ sentido puede tener entonces la aventura en un mundo 'carente de sentido'? Para resolver esta paradoja, Messner recurre a Nietzsche, cuya obra confiesa leer como si fuera una novela, y concibe la vida como un experimento. Sus acciones al filo de lo imposible adoptan la categor¨ªa est¨¦tica de una 'obra de arte'. M¨¢s cerca del solipsista Stirner que de Nietzsche, Messner no tiene escr¨²pulos en afirmar que es un ego¨ªsta, que todo ser humano es ego¨ªsta, y que el no ego¨ªsta no puede vivir porque es incapaz de sobrevivir. Su modelo es el 'superhombre' nietzscheano entendido como el individuo que se determina y crea a s¨ª mismo. En la obra de Messner tambi¨¦n se constata la decadencia de la aventura: critica el incremento de tecnolog¨ªas para controlar el riesgo como un rasgo m¨¢s del culto a la t¨¦cnica que nos domina, as¨ª como el turismo de masas que perturba el equilibrio ecol¨®gico. La ¨²nica soluci¨®n para rescatar el esp¨ªritu aventurero ser¨ªa el 'minimalismo', la renuncia a las ventajas que ofrece la t¨¦cnica, en definitiva, un acercamiento respetuoso a la naturaleza.
En la autobiograf¨ªa de Heinrich Harrer tenemos acceso a una experiencia aventurera a¨²n ligada a lo que se podr¨ªa llamar la ¨¦poca cl¨¢sica de la exploraci¨®n, dominada sobre todo por alemanes e ingleses. En la tradici¨®n del gran explorador sueco Sven Hedin, a quien lleg¨® a conocer personalmente, Harrer, alpinista, ge¨®grafo y etn¨®logo, no s¨®lo busc¨® la aventura, sino que se vio envuelto en ella llevado por el azar o la providencia. Su internamiento en un campo de prisioneros en la India durante la Segunda Guerra Mundial, su evasi¨®n y posterior huida hacia territorio tibetano, donde permaneci¨® siete a?os y sell¨® una duradera amistad con el actual Dalai Lama, labraron su fama. En las descripciones de los ¨²ltimos a?os, en cambio, se aprecia la nostalgia de un aventurero que constata una transformaci¨®n alarmante. Los pueblos que visit¨® y que viv¨ªan en un estado natural se han visto desbordados por un brutal proceso de aculturaci¨®n; un turismo que destruye las diferencias. En el libro de Harrer se describe la decadencia de la aventura, pero no del coraz¨®n aventurero. Quiz¨¢ haya llegado la hora de rescatar la aventura intelectual como reacci¨®n a una escenificaci¨®n de la aventura que trivializa su contenido.
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