El hombre que cambi¨® a Los Verdes
Fischer, el gran triunfador de los comicios, supo transformar su peque?o partido asambleario en un socio cre¨ªble de Gobierno
D¨ªas antes de las elecciones, en una entrevista televisiva, Joschka Fischer, hoy el gran triunfador de las elecciones federales alemanas, se mostraba conmovido cuando le recordaban que lo ¨²nico que esperaba su madre de ¨¦l es que tuviera 'un empleo fijo con derecho a jubilaci¨®n'.
Las gafas peque?as, que esconden unos ojos de brillante inteligencia y marcan la cara prematuramente envejecida del eterno animal pol¨ªtico y en su adolescencia gamberro, hijo de alemanes expulsados despu¨¦s de la guerra de Hungr¨ªa, no ocultaban la emoci¨®n de este hombre a¨²n joven que en la d¨¦cada de los ochenta ten¨ªa infinitas posibilidades de acabar siendo 'carne de beneficencia' en la estaci¨®n central de Francfort. Hoy es probablemente una de las cabezas m¨¢s brillantes de la pol¨ªtica activa.
El l¨ªder verde tiene control y autoridad para neutralizar las veleidades de su partido
'No estamos pidiendo nada a¨²n. Hablaremos con nuestros socios socialdem¨®cratas y el canciller Schr?der como siempre lo hicimos, con lealtad. No somos de los que se hunden en los reveses. Ni de los que se inflaman de arrogancia y exigencias en la victoria'. Pero Fischer sabe ya que tiene m¨¢s posibilidades que nunca de exigir, cargos e influencia, a un canciller que seguir¨¢ si¨¦ndolo no ya gracias a su partido el SPD, sino a ¨¦l, a Joschka Fischer, personalmente.
Ya se habla de nuevos ministerios para Los Verdes en un Gabinete en el que en todo caso su peso aumentar¨¢ considerablemente. Los conceptos pol¨ªticos de un partido ecologista y pacifista, que surgi¨® como movimiento asambleario han ido cristalizando en opciones pol¨ªticas muy realistas bajo la batuta de un ministro de Asuntos Exteriores que hoy tiene autoridad y control en el partido para neutralizar todas las veleidades irrazonables y reconducir actitudes y postulados hacia posiciones cada vez m¨¢s f¨¢cilmente asumibles por parte del partido mayoritario de los socialdem¨®cratas.
Por otra parte, est¨¢n las relaciones pol¨ªticas y personales entre los dos l¨ªderes, que podr¨ªan dar contenido a un libro o tratado. Fischer y Schr?der, tan diferentes el uno del otro, han logrado cultivar una simbiosis que ha acabado d¨¢ndoles el r¨¦dito de otra legislatura cuando nadie pod¨ªa esperarlo hace semanas y desde luego muchos descartaban. Fischer ha salvado a Schr?der en estas elecciones, ¨¦ste lo sabe y no deja de decirlo en cuanto puede, ayer mismo tras las elecciones.
Schr?der asumi¨® en 1998 un riesgo nada desde?able al integrar en su Gobierno a Los Verdes, un partido que entonces era todo menos calculable. Las cuentas salieron bien, seg¨²n se ha visto en estas elecciones, pero tambi¨¦n valorando la actuaci¨®n de unos ministros de Los Verdes, Fischer por supuesto, pero tambi¨¦n J¨¹rgen Trittin, ministro del Medio Ambiente, y Barbara K¨¹nast, que han solventado muy dif¨ªciles retos con seguridad y sin un ¨¢pice de la irresponsabilidad que algunos observadores les adjudicaban.
Todos saben que Fischer ser¨¢ exigente en la defensa de los principios ecopacifistas de su partido, pero ante todo los propios. Lo que tambi¨¦n parece claro es que Fischer es cada vez m¨¢s la conciencia de Schr?der y que sus intereses, ambiciones y principios van uni¨¦ndose en identidad. En este sentido, las frecuentes apariciones p¨²blicas de los dos dirigentes juntos, en un mitin a punto de terminar la campa?a, pero tambi¨¦n en la propia noche electoral, revelan lo que supone la generaci¨®n de un t¨¢ndem pol¨ªtico que va a determinar en los pr¨®ximos a?os la pol¨ªtica alemana y, por tanto, en gran medida, la pol¨ªtica europea.
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