Elogio de la locura
'Non placet Hispania', contest¨® Erasmo de Rotterdam a las realezas que le pidieron que viniera aqu¨ª. A m¨ª tampoco me gusta Espa?a: la veo demasiado en manos de conservadores compulsivos, eclesi¨¢sticos fanatizados, empresas concupiscentes. Era lo que vio tambi¨¦n Erasmo, de cuya exposici¨®n homenaje en Salamanca fueron ayer testigos importantes personajes de estas Espa?as reunidas, empezando por los Reyes. Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera tambi¨¦n dijo 'Amo a Espa?a porque no me gusta': qu¨¦ tonter¨ªa. Yo amo de Espa?a, o de T¨¢nger o de Gij¨®n, lo que me gusta y detesto lo que no me gusta. Pero su ¨¦poca era de frases equ¨ªvocas. El erasmismo tuvo en Espa?a gran acogida y los erasmistas fueron sospechosos. Reduzcamos la doctrina a l¨ªneas: el hombre ha de ser libre, y no perseguido para ser cristiano: s¨®lo si en plena libertad eleg¨ªa la imitaci¨®n de Cristo, y especialmente si al cumplir por voluntad y disposici¨®n de ¨¢nimo perdona a sus enemigos, pone las otra mejilla, reparte sus bienes con el pobre y todo lo dem¨¢s, salvar¨ªa su alma. Nadie salva a la fuerza, con hogueras o con leyes.
El mundo est¨¢ evidentemente loco; pero hay una locura superior, sana y justa, que es hacer el bien y sacrificarse por los dem¨¢s voluntariamente. De ah¨ª su Elogio de la locura, que fue su libro mas le¨ªdo en aquel tiempo y en posteriores: si aparecieron rasgos de erasmismo en la Espa?a del Siglo de Oro siguieron en generaciones m¨¢s esclarecidas. Se trataba, en general, de la libertad. All¨¢ el que no siga las ense?anzas de Cristo: su destino ser¨¢ s¨®lo suyo. Por eso no quiso venir a Espa?a. 'Non placet Hispania', escribi¨® en su bello lat¨ªn, que era el ¨²nico idioma que quer¨ªa su pluma. Con ¨¦l fustig¨® al Papa y a Lutero, mostr¨® su debilidad por la fuerza y el crimen, les exhort¨® a ser cristianos. No s¨¦ qu¨¦ dir¨ªa ahora. No s¨¦ qu¨¦ pensar¨ªa de sus visitantes, no s¨¦ qu¨¦ le parecer¨ªa que se ha hecho ahora de la locura que proclamaba este libertario cristiano. En todo caso, la locura elogiable en el sentido de la ayuda mutua -seg¨²n la definici¨®n de Kropotkin- a m¨ª me parece no s¨®lo locura, sino pura raz¨®n. Sobre todo si no lo hace uno para salvar ese humillo que debe ser el alma, sino por un sentido de especie y de espera de correspondencia.
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