La senda del mate
Como en los peores tiempos de Videla, Barcelona vuelve a ser una ciudad medio argentina, esta vez a causa del totalitarismo comercial que obliga a sus ciudadanos a abandonar el pa¨ªs. En el supermercado de El Corte Ingl¨¦s puedes encontrar productos que hace unos a?os brillaban por su ausencia (mate cocido Tarag¨¹i en saquitos ensobrados, yerba mate elaborada Rosamonte en paquetes de un kilo, dulce de leche tradicional Chimbote o Mardel) y que abastecen a una melanc¨®lica colonia de exiliados. Lejos de tu pa¨ªs, esos placeres (el ritual del mate, una galleta con dulce de leche) se convierten en clavos ardientes a los que asirse para soportar mejor el v¨¦rtigo de la distancia. Echar de menos la familia, el cielo, los olores y el acento son reacciones universales, pero a los argentinos tenemos la suerte de entenderles todo, incluso sus viste, este, tubaso, pedo, pibes y otras formas de enquilombarse con el idioma. En los ¨²ltimos meses, nos hemos acostumbrado a su acento a trav¨¦s de un tipo de cine que suple con inteligencia su heroica falta de medios: El mismo amor, la misma lluvia, o Apasionados, o Nueves reinas, o El hijo de la novia, que el pasado martes fue emitida en Argentina por una cadena de televisi¨®n cuyo concurso m¨¢s popular se llama Recursos humanos (el ganador consigue un puesto de trabajo).
Todo lo que usted quer¨ªa saber sobre Argentina en Barcelona: literatura, cine, gastronom¨ªa, m¨²sica, bares, deporte y mucha morri?a
Pero existen otros atajos mentales aparte del cine. Al igual que otros exiliados, los argentinos tambi¨¦n est¨¢n utilizando la tecnolog¨ªa para acercarse a los suyos. Las webcams (c¨¢maras conectadas a Internet) empiezan a llegar a los concurridos locutorios y son muchos los que se enganchan a esta nueva forma de correspondencia audiovisual. 'Como m¨ªnimo nos vemos las caras. As¨ª, aunque tardemos a?os en volver a vernos, nos reconoceremos', me comenta Sandra C., enfermera sin papeles nacida en Rosario, entusiasta del Newell's Old Boys y de Maxi, actual jugador del Espanyol. Tambi¨¦n me comenta su admiraci¨®n por Roberto Fontanarrosa, escritor y dibujante, del que acaba de editarse el libro Argentina para principiantes (RBA Libros), que incluye chistes publicados en el peri¨®dico Clar¨ªn y un pr¨®logo en el que se dice: 'Se acab¨® la ¨¦poca de tirar manteca al techo, cuando los j¨®venes estancieros argentinos practicaban esa apasionante muestra de la picard¨ªa criolla estampando trozos de manteca contra los techos de los mejores restaurantes parisienses, tras haber cruzado el Atl¨¢ntico en barco, llevando su propia vaca en la bodega para no extra?ar la leche nuestra'. Extra?ar la comida tambi¨¦n suele ser habitual. Para matar la morri?a g¨¢strica, los que tengan plata pueden acudir a El Tanguito, a La Estancia (bifes y asados) o al San Telmo (con m¨²sica en vivo en seg¨²n qu¨¦ noches) y, si se cruzan con un compatriota, despotricar de Duhalde o Menem a sus anchas o comprobar hasta qu¨¦ punto han envejecido, por optimistas, las reflexiones de Mafalda, que ya tiene la edad de esas peleonas cuarentonas que dibuja Maitena o el car¨¢cter de cualquiera de los desesperados personajes de la novela El vuelo de la reina, de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez (Premio Alfaguara 2002). Queda, para matar el gusanillo nost¨¢lgico, la poes¨ªa de Alejandra Pizarnik y algunos intensos momentos musicales.
La semana pasada, en La Cova del Drac-Jazzroom, vi actuar al Tr¨ªo Zorzal, representantes de la orilla uruguaya del R¨ªo de la Plata y aventajados int¨¦rpretes de tangos ortodoxos pero sin exceso de gomina. Por desgracia, ¨¦ramos pocos, pero los que no vinieron se lo perdieron. Rodrigo Flores (que venci¨® el obst¨¢culo de un fuerte resfriado para cantar), Jos¨¦ Reinoso (un pianista hincha del Pe?arol que rezaba para no tener que tocar Cambalache por en¨¦sima vez) y Andr¨¦s Serafini (contrabajista porte?o, hincha del San Lorenzo, al lado del cual tuve el honor de mear durante el descanso) saciaron el apetito de tangos que recorre esta ciudad mutante. Otras salas tambi¨¦n intentan conectar con este p¨²blico. En la sala Tinta Roja (Creu dels Molers, 17) actuaron los Malos Aires Tango y, hasta hace poco, la sala Dos Trece (Carme, 40) organizaba veladas de inspiraci¨®n porte?a en las que, al final, se tomaban copas y se compart¨ªa conversaci¨®n sobre Bonano, Saviola y Riquelme. Y si el exiliado era m¨¢s joven, adem¨¢s de comentar la facilidad con la que compone Calamaro, pod¨ªas dejarte maravillar por un hallazgo de nombre tan poco argentino como Kevin Johansen (Calvet de apellido materno), autor de un delicioso CD titulado The nada, presentado esta madrugada en La Bo?te. Y si eres un adolescente pop, paciencia: el mes que viene llegan las Bandana, cinco veintea?eras a lo Spice Girls. Y para los que tienen problemas de papeles y de morri?a, est¨¢ el Casal argentino (Els Salvadors, 22 bajos) y su versi¨®n virtual (casalargentino.org), una organizaci¨®n muy activa que centraliza las inquietudes del exilio y que, adem¨¢s, profundiza en los lazos catalano-argentinos. Ejemplo: el himno argentino es obra de dos exiliados de Matar¨® y en Buenos Aires hay una plaza muy importante que lleva el nombre de 11 de septiembre. Por cierto, una buena noticia: la primavera lleg¨® a Argentina. Mientras aqu¨ª las casta?eras empiezan a tomar humeantes posiciones, all¨ª la gente se quita la ropa, sonri¨¦ndole al sol mientras se pregunta qu¨¦ desgracia o chapuza se les habr¨¢ ocurrido a los pelotudos del Gobierno.
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