Maquiavelo en la plaza de Sant Jaume
Pere Esteve ha dado con la puerta en las narices de Pujol. A unos les parece el trueno que anuncia el temporal, la primera prueba de la descomposici¨®n del formidable aparato digestivo convergente; y a otros, una exc¨¦ntrica flor de oto?o, la venganza del mayordomo arrinconado. Como dice el t¨®pico, s¨®lo el tiempo puede confirmar una de estas dos hip¨®tesis, que actores y portavoces defienden seg¨²n desear¨ªan. Algo, sin embargo, parece fuera de duda. El cemento de CiU est¨¢ perdiendo consistencia. Me he permitido consultar a Maquiavelo sobre nuestra entra?able coyuntura. Sobre Esteve ha afirmado: 'No se puede ofrecer a los hombres incomodidades sin premio'. Y a Pujol, cuya fase descendente empez¨® al perder por votos una presidencia que agarr¨® por los esca?os, Maquiavelo recomienda no menospreciar el portazo: 'No debe el pr¨ªncipe hacer caso de las conjuras cuando el pueblo le sea ben¨¦volo, pero cuando le odia, debe temer a cualquiera'. El partido de Pujol hab¨ªa solucionado hasta ahora sus pleitos internos sin apenas temblores. Nadie se hab¨ªa atrevido a salir dando un portazo. Ni Trias Fargas, le¨®n domesticado. Ni Roca Junyent, cuyo final record¨® el de Petronio, un suicidio como prolongaci¨®n de su elegante personalidad (aunque a la luz de su espl¨¦ndida reconversi¨®n profesional brilla de otra manera).
Esteve es, ciertamente, un pol¨ªtico de enjundia. Observado a distancia, parece informado, voluntarioso, tenaz. Dicen que es vanidoso. Lo que est¨¢ claro es que no ha conseguido labrarse el perfil florentino de Roca ni part¨ªa como Trias Fargas de un mullido pedigr¨ª. Parece responder Esteve al perfil del coronel degradado: 'Si un hombre ha sido ofendido gravemente o en p¨²blico o en privado, y no ha sido satisfactoriamente reivindicado, buscar¨¢ recompensar el agravio aunque sea a costa de su rep¨²blica'. No puede excluirse, sin embargo, que el comportamiento de Esteve responda a una visi¨®n prof¨¦tica de s¨ª mismo. No puede descartarse que crea estar protagonizando un gesto fundacional, un paso rompedor que muchos nacionalistas an¨®nimos, hartos hasta el mo?o del PP, parec¨ªan estar esperando (le aplauden con fervor en las radios catalanas en los que la opini¨®n del oyente ha sido requerida). Desde este punto de vista, Esteve podr¨ªa estar respondiendo a una tendencia (no ideol¨®gica, pues es visible a derecha e izquierda) que emerge en Europa. Las tibiezas, los centrismos, las ambig¨¹edades que hasta ahora reg¨ªan en la vida pol¨ªtica europea empiezan a ser combatidos por segmentos no despreciables del electorado tradicional, burgu¨¦s o socialdem¨®crata. Populismo y trotskismo en Francia, ecologismo y nacionalismo en Alemania, explosivas mezclas de liberalismo y nacionalismo en Holanda, Suecia, Italia, Espa?a... El tono agrio, intemperante de Aznar tiene traducci¨®n simult¨¢nea en Arzalluz (o viceversa), pero no lo tiene en Catalu?a. Una porci¨®n del electorado catal¨¢n parece estar reclamando m¨¢s madera. 'Es de pusil¨¢nimes no seguir una gloriosa senda cuando el resultado es dudoso', parece decir Pere Esteve. En lat¨ªn pusillus significa 'peque?o' y animus, 'esp¨ªritu, coraje'. Los pol¨ªticos de esp¨ªritu menor (antes llamados prudentes) no est¨¢n de moda. No sabemos hasta qu¨¦ punto es significativo el segmento nacionalista partidario del coraje y las chispas. D¨¢ndoles el portazo al patr¨®n que se va y al borroso heredero, Pere Esteve debe creer que este espacio no es despreciable.
Es c¨¦lebre la pregunta de Maquiavelo sobre el cemento del poder. ?Qu¨¦ es mejor, para el pr¨ªncipe, ser amado o ser temido? Ambas respuestas son deseables, contesta el mejor analista pol¨ªtico de la historia, pero puesto que son generalmente incompatibles, cree que el temor le es m¨¢s ¨²til al pr¨ªncipe que el amor. 'Los hombres son ingratos, inconstantes, falsos y fingidores, cobardes ante el peligro y ¨¢vidos de riqueza; y mientras les beneficias (...) te ofrecen su sangre, sus bienes, su vida, sus hijos (...), pero cuando la necesidad se acerca, te dan la espalda, as¨ª que el pr¨ªncipe que haya confiado en sus palabras se hundir¨¢. Porque las amistades (...) se compran pero no se poseen, y en el momento necesario no se dispone de ellas. A los hombres les da menos miedo atacar a uno que se hace amar que a uno que se hace temer (...) porque el amor se basa en un v¨ªnculo que los hombres (...) rompen cada vez que se opone a su propio provecho, mientras que el temor se basa en un miedo al castigo que nunca te abandona'. Esteve ha puesto en evidencia la debilidad del ¨²ltimo Pujol, y de Artur Mas. No dan miedo. Y sobre el afecto podr¨ªa hablarle a Pujol un compa?ero suyo de fatigas, Helmut Kohl, reunificador de Alemania y, sin embargo, cruelmente despreciado por sus secuaces durante la pasada campa?a electoral.
El pastel del pujolismo est¨¢ en venta y muchos son los que pugnan por una porci¨®n de su herencia. El sonriente Carod, por ejemplo, m¨¢s p¨ªcaro de lo que aparenta, sorbiendo, de un tiempo a esta parte, la luz de todos los focos. Si la hip¨®tesis de Esteve tiene fundamento -es decir, si no ha actuado como el ch¨®fer de Isabel Preysler o el yerno de Roc¨ªo Jurado-, si la jugada tiene fundamento, Carod Rovira y su ERC pueden estar razonablemente esperanzados. En la hip¨®tesis de que la federaci¨®n de CiU no logre sobrevivir entera a la jubilaci¨®n del fundador, aspiran a quedarse con el ingrediente b¨¢sico del pastel, con el sabor nacional. Por su parte, el PSC puede tener la tentaci¨®n de sentarse en la puerta de casa esperando un cortejo funerario. Ser¨ªa una temeridad: 'Los hombres frecuentemente se comportan como las aves de rapi?a. Es tan voraz su deseo de atrapar a la presa, que no se dan cuenta de que otra ave mayor est¨¢ encima de ellos para matarlos'. Y tambi¨¦n: 'Se cre¨ªan ya vencedores los Veienti asaltando a los romanos desunidos. Aquel asalto caus¨® la uni¨®n de los romanos y la ruina de aqu¨¦llos'. Adaptado al presente, esto significa que hay que ganar en positivo, por m¨¦ritos propios, al margen de la hipot¨¦tica descomposici¨®n del adversario.
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