Polic¨ªas en la frontera de la ley
El procesamiento de 15 'mossos' cuestiona algunos procedimientos policiales
La pel¨ªcula policiaca por excelencia, Serpico, protagonizada por Al Pacino, mostraba que el agente escrupuloso con las normas constituye una honrosa excepci¨®n. Las ¨²nicas intervenciones importantes de droga realizadas por los Mossos d'Esquadra entre septiembre del a?o 2000 y febrero de 2001 est¨¢n ahora en entredicho. Los supuestos traficantes detenidos en esos casos ya se han presentado en la causa abierta contra la polic¨ªa y tienen muchas posibilidades de ser exculpados. Los quince mossos que participaron, en mayor o menor medida, en estas cuatro operaciones han sido procesados por delitos contra la salud p¨²blica, falsedad de documento oficial u omisi¨®n del deber de perseguir delitos. En una de las operaciones se acusa a algunos agentes de torturas, prevaricaci¨®n, detenci¨®n ilegal o amenazas.
Es conocido que la mayor¨ªa de las polic¨ªas del mundo practican m¨¦todos poco ortodoxos y al l¨ªmite de la legalidad para atrapar a los delincuentes. El caso de la polic¨ªa auton¨®mica catalana permite profundizar en los l¨ªmites de la actuaci¨®n policial. El fiscal del caso, que se investiga en el Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Figueres, mantiene que la Unidad Regional de Investigaci¨®n de la comisar¨ªa de los Mossos d'Esquadra de Girona consigui¨® 'brillantes resultados' poniendo en marcha un m¨¦todo para la aprehensi¨®n de drogas 'como pr¨¢ctica habitual de actuaci¨®n, dados los buenos resultados producidos con el mismo con un m¨ªnimo esfuerzo'.
Dicho procedimiento se iniciaba estableciendo contacto con un par de confidentes policiales. ?stos, mediante sus contactos con el mundo del tr¨¢fico de drogas, encargaban a terceras personas diversas cantidades de estupefacientes. Los confidentes actuaban como supuestos compradores y la polic¨ªa les dejaba escapar en la aparatosa redada policial con que acababa cada operaci¨®n. Esa fuga preparada obligaba a los agentes a falsear atestados, en los que aparec¨ªa alguna breve alusi¨®n a un supuesto comprador que siempre consegu¨ªa huir. En un caso, los polic¨ªas hab¨ªan llegado a introducir pastillas en la chaqueta de un detenido para tener una prueba m¨¢s consistente. El fiscal se?ala que la petici¨®n de comprar droga lanzada por los contactos policiales hac¨ªa surgir en los futuros vendedores de la sustancia una voluntad de comercio il¨ªcito 'que antes no siempre ten¨ªan'. Este punto resultar¨¢ crucial en el juicio.
Carles Monguilod, letrado que defiende a supuestos traficantes detenidos en varias operaciones policiales cuestionadas, mantiene que sus clientes ser¨¢n absueltos si de demuestra que los mossos provocaron el delito. 'Provocar la prueba es legal, pero no el delito. Parte de las pastillas confiscadas entraron en el mercado porque la polic¨ªa hizo el ofrecimiento de comprarlas', asegura Monguilod.
Una sentencia del Tribunal Supremo de 1993 arroja luz sobre el particular. 'Si el agente policial o confidente se introduce en la trama delictiva cuando el delito ya se ha cometido o est¨¢ en grado m¨¢s o menos avanzado de comisi¨®n, no cabe exonerar de sus responsabilidades a los autores de la acci¨®n, pero si, por el contrario, el delito se produce por la influencia directa y necesaria de esos confidentes o agentes policiales, no cabe hablar de delito...'.
La relaci¨®n entre polic¨ªas y confidentes origina peligrosas complicidades. De hecho, la compleja investigaci¨®n que ha acabado con el procesamiento de los 15 mossos se origina por una sospecha mucho m¨¢s grave. ?Es posible que dos agentes hubieran avisado a los responsables de un desembarco de droga en Cadaqu¨¦s, en enero de 2001, de que la polic¨ªa conoc¨ªa sus intenciones y les estar¨ªa esperando? La investigaci¨®n no reuni¨® indicios suficientes para formular una acusaci¨®n. En la tarificaci¨®n de las llamadas de m¨®vil de uno de los traficantes implicados en el desembarco, posteriormente detenido, se hallaron continuadas llamadas a dos agentes en d¨ªas anteriores y durante la noche del supuesto desembarco en que se mont¨® el dispositivo de captura. Esta sospecha puso en marcha la compleja investigaci¨®n llevada a cabo por la divisi¨®n de Asuntos Internos de los Mossos d'Esquadra, que ocupa unos 11 tomos de sumario.
Los mossos pagaron presuntamente a uno de los confidentes con 1.000 pastillas de ¨¦xtasis confiscadas. Antonio Justo [el nombre es ficticio para preservar su identidad], un comisario del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa con m¨¢s de 30 a?os de experiencia, recuerda que no hace muchos a?os era frecuente que parte de la droga intervenida se quedara en la comisar¨ªa. 'Se usaba para trapicheos e intercambios con confidentes', admite.
Si bien el pago con droga ha desaparecido -existen fondos reservados para gratificar determinadas informaciones-, Justo asegura que el trato con el confidente es necesario. 'Es nuestro caballo de Troya, un privilegiado del mundo del hampa que puede ver y o¨ªr donde dif¨ªcilmente llega un polic¨ªa'. El comisario admite: 'Es habitual perdonar peque?os delitos para conseguir uno gordo. Un buen polic¨ªa debe aprovechar ciertas debilidades y decirle a un ladronzuelo de poca monta: '?No te comes este marr¨®n si me das otro mejor!'.
Justo considera que, en ocasiones, la frontera de la ley es difusa y resulta muy complicado moverse en sus l¨ªmites. El veterano polic¨ªa asegura que las unidades especializadas en narcotr¨¢fico o crimen organizado crean grupos muy cerrados, con unos valores diferentes y unas estrechas complicidades. 'Su riesgo es mayor. Se dedican en cuerpo y alma a su labor, y si alguno de extralimita, los dem¨¢s le cubren. Ellos crean su propio c¨®digo de conducta y a menudo ni sus superiores conocen sus verdaderos m¨¦todos'. Lo que m¨¢s sorprende a este experimentado polic¨ªa del caso ocurrido en Catalu?a es que 'los de asuntos internos les hayan podido grabar conversaciones comprometedoras'. Justo asegura que la primera norma de los polic¨ªas que 'siguen su propia ley' es tomar las mismas precauciones que los delincuentes.
Seguridad y libertad
Amadeu Recasens, director de la Escuela de Polic¨ªa de Catalu?a, donde se forman los agentes de los Mossos d'Esquadra, asegura que todos ellos conocen perfectamente el l¨ªmite de la ley. 'No hay zonas en sombra, la l¨ªnea es clara. Cuando un agente la traspasa, sabe lo que est¨¢ haciendo y sabe que se la juega', asevera. Recasens asegura que la legislaci¨®n espa?ola, al igual que la alemana, regula perfectamente la labor del agente encubierto y que ¨¦ste no debe provocar el delito, sino infiltrarse en una red para ver lo que est¨¢ sucediendo. El director de la Escuela de Polic¨ªa cree que la actual ley da suficiente margen y no hace falta incurrir en ilegalidades. Recasens, sin entrar en el caso concreto que afecta a la polic¨ªa auton¨®mica, es claro respecto a ciertos m¨¦todos policiales poco ortodoxos: 'S¨¦ que se practican, pero no los puedo admitir, aunque sea para el buen fin de restablecer la justicia. Si les cogen, deben pagar'. En opini¨®n de Recasens, toma fuerza desde los atentados del 11-S la idea de que para tener mayor seguridad hay que soltar lastre de libertades. 'Pero eso es claramente reaccionario y peligroso', advierte. Desde ciertos sectores de juristas especializados en cuestiones policiales se mantiene que el avance del delito forzar¨¢ a dotar de m¨¢s amplios m¨¦todos de actuaci¨®n a la polic¨ªa, que actualmente est¨¢ 'atada por demasiados controles y garant¨ªas'. Esta opini¨®n mantiene que la provocaci¨®n del delito se convertir¨¢, en el futuro, en un m¨¦todo aceptado para combatir el crimen organizado, a imagen y semejanza de lo que nos muestran ciertas pel¨ªculas norteamericanas.
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