Una doctrina err¨®nea
Al incluir la doctrina de guerra preventiva en su estrategia de seguridad nacional enviada la pasada semana al Congreso, George W. Bush no s¨®lo quiere convertir a EE UU en juez y parte de las relaciones internacionales, sino que, manipulando el concepto de leg¨ªtima defensa al amparo del art¨ªculo VII de la Carta de la ONU, el presidente estadounidense pretende arrumbar el orden mundial que dos de sus predecesores, Franklin Delano Roosevelt y Harry S. Truman, con la inestimable ayuda de Winston Churchill, so?aron con la fundaci¨®n en San Francisco de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas hace ahora medio siglo. ?sta es la cuesti¨®n importante en el tema de Irak. No el ataque en s¨ª -pocos dudan de que Oriente Medio y el mundo ser¨ªan m¨¢s seguros sin la presencia de uno de los dictadores vitalicios m¨¢s crueles y sanguinarios que el mundo ha conocido en los ¨²ltimos tiempos-, sino la decisi¨®n anunciada por Bush de actuar en solitario, si Naciones Unidas no apoya sus deseos.
No hay duda de que el mundo ha cambiado tras los infames ataques del 11-S y de que todos los pa¨ªses deben aunar sus esfuerzos para combatir el terrorismo. Pero, de ah¨ª a que la ¨²nica potencia mundial consagre como evangelio oficial la doctrina de guerras preventivas para desalojar del poder a los tiranos, como Sadam Husein, media un abismo. Un ataque contra Bagdad, bendecido por el Consejo de Seguridad, con el objetivo de privar a Sadam de sus armas de destrucci¨®n masiva, est¨¢ m¨¢s que justificado por las 16 mandatory resolutions inclumplidas del alto organismo. (Conociendo al dictador iraqu¨ª es m¨¢s que probable que la que se est¨¢ cociendo ahora siga el camino de las 16 anteriores). Hace 11 a?os, la guerra del Golfo estuvo avalada por la legalidad internacional. Ahora, un pre-emptive attack (ataque preventivo) para 'cambiar el r¨¦gimen', en solitario o s¨®lo con los leales, establecer¨ªa un precedente grav¨ªsimo para el futuro de las relaciones internacionales. ?Hace falta recordar los conflictos latentes en Oriente Pr¨®ximo, en el C¨¢ucaso entre Rusia y Chechenia, entre India y Pakist¨¢n, y en el Extremo Oriente entre las dos Coreas y entre China y Taiwan? Cualquiera de las partes en litigio en esas zonas calientes podr¨ªa invocar la doctrina de ataques preventivos para eliminar a sus respectivos adversarios.
Bush olvida, o quiere olvidar, que su nueva doctrina -a la que se opone gran parte de la c¨²pula uniformada del Pent¨¢gono que filtra sus opiniones a trav¨¦s de insignes generales de cuatro estrellas retirados- no forma parte de la tradici¨®n militar estadounidense. EE UU precis¨® del hundimiento de un trasatl¨¢ntico lleno de ciudadanos norteamericanos por submarinos alemanes y del ataque a Pearl Harbor para participar en las dos guerras mundiales del siglo XX. En Corea en 1950, como en el Golfo en 1991, EE UU lider¨® una coalici¨®n de 50 pa¨ªses, que lucharon con la bendici¨®n de la ONU, para repeler la invasi¨®n norcoreana de la Rep¨²blica de Corea. Enfrentado a una invasi¨®n de la pen¨ªnsula coreana por 200.000 efectivos de la China comunista, que pon¨ªan en peligro a las fuerzas aliadas, Truman destituy¨® al m¨¢ximo h¨¦roe militar estadounidense de la II Guerra Mundial, Douglas MacArthur, por su defensa de 'un ataque preventivo' contra las bases chinas al norte del r¨ªo Yalu. Truman escribe en sus memorias: 'Siempre me he opuesto a pensar siquiera en este tipo de guerra. No hay nada m¨¢s disparatado que creer que la guerra puede ser evitada por la guerra. Por la guerra no se puede evitar m¨¢s que la paz'. ?L¨¢stima que las Memorias de Truman no figuren entre los libros de cabecera de Bush! Y, ?l¨¢stima tambi¨¦n!, que los recalcitrantes aprovechen los desafortunados planteamientos de un presidente para atacar injustamente a un pa¨ªs que, pese a quien pese, sigue siendo un faro de libertad y democracia en el mundo. Y, por favor, no hablemos del petr¨®leo. O, ?es que alguien cree que Francia y Rusia est¨¢n movidas por el altruismo en su tratamiento del tema iraqu¨ª?
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