?O no?
Hace casi dos a?os, a prop¨®sito del asesinato de Lluch me hac¨ªa en esta misma columna una serie de preguntas como respuesta previa al bloqueo que cada crimen de ETA genera en quienes no queremos perder la lucidez ni la generosidad: '?Damos por buena la obsesi¨®n excluyente que el PP proyecta sobre el PNV?', me preguntaba entonces. '?Es leg¨ªtima la abstracta pretensi¨®n del nacionalismo vasco (PNV y EA) de ir hacia la soberan¨ªa por medios pac¨ªficos y pactados? ?Tiene el constitucionalismo espa?ol soluciones para despejar el camino del soberanismo particular del pueblo vasco dando a la vez garant¨ªas a todos los actuales ciudadanos de que sus derechos y libertades no sufrir¨¢n sea cual sea la nueva situaci¨®n que se arbitre? ?Debe quedar excluida, por sistema, la cl¨¢usula de negociar directamente con ETA el abandono de las armas con la contrapartida de medidas de gracia a medio y largo plazo? ?Hay o no en otros procesos violentos contempor¨¢neos alguna idea que pueda asumirse aqu¨ª para ir m¨¢s aprisa hacia la paz y la integraci¨®n del conflicto en sus justos t¨¦rminos pol¨ªticos?'.
Hubiera podido hacerme m¨¢s preguntas, todas pertinentes, como datos inesquivables en la ya urgente salida de ese emponzo?ado y sangrante conflicto, como por ejemplo: ?Es evitable que el PSOE no tenga m¨¢s pol¨ªtica al respecto que ser prisionero del PP? ?Deber¨ªa desecharse, como axioma, la tentaci¨®n de encarcelar a todo el independentismo vasco que parece destilar Aznar en sus amenazas de estos d¨ªas?
Menos de dos a?os despu¨¦s de aquello observo con estupor que el PP no aprendi¨® la lecci¨®n de lo que ocurri¨® en las elecciones vascas, cuando arrastr¨® al PSE-PSOE al reduccionismo y dio lugar a una movilizaci¨®n del electorado hacia el PNV y a este partido a ocupar, ahora m¨¢s que nunca, el papel del liderazgo para llevar a cabo no s¨®lo la pacificaci¨®n de Euskadi, sino el objetivo nunca negado ni desechado de alcanzar la soberan¨ªa.
No contento con provocar la divisi¨®n del PSE, y presto a aplicar una receta pol¨ªtica dr¨¢stica -paralelamente a la policial o la judicial (estas dos, l¨®gicamente, inobjetables)-, para apoyar legalmente una estrategia peligrosamente equivocada, el Gobierno del PP opt¨® por reformar la Ley de Partidos para acomodarla a su estrategia de criminalizar no s¨®lo a los integrantes de la coalici¨®n Batasuna, sino, y por lo que se ha visto desde su reciente aprobaci¨®n, a los votantes de esa fuerza pol¨ªtica y, desde hace d¨ªas, a los dirigentes del PNV, de EA y de EB-IU en medio de una escalada de confrontaci¨®n heredera de la frustraci¨®n que produjo en su momento el fracaso de la posici¨®n constitucionalista en las elecciones vascas recientes.
Que el PNV responda a esa escalada con la extroversi¨®n de su programa m¨¢ximo (un ¨®rdago, dicen) s¨®lo puede sorprender a los necios y a quienes dec¨ªan con cinismo que en el marco de la Constituci¨®n pueden defenderse democr¨¢ticamente y sin violencia cualesquiera opciones para una configuraci¨®n diferente de la 'f¨®rmula pol¨ªtica' de la Constituci¨®n. Se les ha olvidado de golpe que ser republicano, por ejemplo, est¨¢ tan amparado por la CE como que el PNV y EA se declaren partidarios de un Estado Libre Asociado como f¨®rmula para asumir la soberan¨ªa de Euskadi en el contexto europeo, o que una declaraci¨®n de ese tenor pueda salir del jefe de un gobierno auton¨®mico, de un parlamento o de un manifiesto con firmas ante notario.
?O no?
Vicent.Franch@eresmas.net
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