Debate de guante blanco
El tradicional debate de pol¨ªtica general que ha tenido lugar en el Parlament ha tenido dos invisibles convidados: Pere Esteve e Ibarretxe. Si hubiera comenzado justo una semana antes, su desarrollo hubiera sido distinto, pero tanto la s¨²bita deserci¨®n de Esteve de las filas convergentes como el ¨®rdago independentista de Ibarretxe han hecho mella en los partidos nacionalistas, en sus militantes y en sus votantes, y por tanto, hab¨ªa que adaptarse a las nuevas circunstancias.
En los ¨²ltimos d¨ªas, ambos hechos han suscitado una fuerte conmoci¨®n en las filas de CiU. El trato que la direcci¨®n de su partido ha dado a Esteve no ha sido un ejemplo de ¨¦tica pol¨ªtica. Pere Esteve ha mantenido p¨²blicamente unas determinadas posiciones y, en vista de que en su partido no hac¨ªan caso de las mismas y la l¨ªnea pol¨ªtica iba, cada vez m¨¢s, en sentido contrario, ha dado un sonoro y poco habitual portazo. Entre la alternativa de la ¨¦tica de la responsabilidad y la ¨¦tica de la convicci¨®n -la famosa distinci¨®n de Max Weber-, Esteve ha optado por la segunda, lo cual es perfectamente leg¨ªtimo, tan leg¨ªtimo, por lo menos, como lo contrario.
El linchamiento a que ha sido sometido Esteve ha llegado, en cambio, a extremos inaceptables. Pujol mismo ha dicho que prefer¨ªa callarse respecto a algunas cosas que podr¨ªan comprometer al ex secretario general de su partido. Insinuaciones de este tipo carecen de toda ¨¦tica, m¨¢s todav¨ªa cuando los que conocen a Pere Esteve -Pujol tan bien como el que m¨¢s- saben de su talante de persona honesta, correcta y bien educada. Y que, adem¨¢s, no ha sido ni un traidor que ha intentado romper el partido ni un tr¨¢nsfuga: por el contrario, lo que hizo de entrada fue renunciar a todos sus cargos p¨²blicos.
Las razones pol¨ªticas del ataque a Esteve s¨ª estaban, en cambio, justificadas: la raz¨®n principal de su inesperada fuga fue que la alianza de su partido con el PP, y no con ERC, no se correspond¨ªa con lo expresado en los congresos de su partido ni con los deseos de su militancia. Probablemente, seguir la l¨ªnea que preconiza Esteve conducir¨ªa a CiU a una p¨¦rdida segura en las pr¨®ximas elecciones, pero en todo caso es cierto que muchos militantes y votantes de CiU comparten los motivos de su partida y su ejemplo puede trasladar parte del voto convergente a las filas del partido de Carod. Si a todo ello se a?ade que el inconstitucional -y por tanto, antidemocr¨¢tico- plan de Ibarretxe, expuesto dos d¨ªas despu¨¦s de la marcha de Esteve, expresa tambi¨¦n los deseos del ala soberanista de CiU, el nerviosismo de su direcci¨®n es perfectamente explicable.
Pujol comparec¨ªa en el Parlament, por tanto, seriamente debilitado: no pod¨ªa renunciar a su l¨ªnea pol¨ªtica de moderaci¨®n ni renunciar a su alianza con el PP, pero a la vez deb¨ªa tambi¨¦n contentar a quienes, dentro de su partido, sintonizaban con Pere Esteve.
Vista la sesi¨®n parlamentaria, y a falta de las resoluciones que hoy ser¨¢n votadas, puede decirse que, por el momento, el veterano presidente ha capeado bien el temporal, sabiendo conducir el debate por donde le interesaba: los principios generales, la historia y la metaf¨ªsica. Es decir, ha sido un debate de pol¨ªtica general en l¨ªnea con los de a?os anteriores. Un debate de este tipo tiene una funci¨®n: hacer un repaso a la actuaci¨®n pol¨ªtica del Gobierno de la Generalitat en el curso que acaba. Sin embargo, en Catalu?a -quiz¨¢ debido a un extra?o 'hecho diferencial' m¨¢s- suele desarrollarse de una forma distinta: los partidos catalanes -en su gran mayor¨ªa por lo menos- se dedican a dar la culpa al Gobierno del Estado, sea el que sea, de las insuficiencias pol¨ªticas del Gobierno de la Generalitat. Quod erat demostrandum: la culpa la tiene Madrid.
El largo discuro inaugural de Pujol respondi¨® absolutamente a estos par¨¢metros: filosof¨ªa pol¨ªtica, historia, estado del mundo, som una naci¨®, reflexiones morales y, en este a?o de despedida personal, unas meditaci¨®n sobre el futuro, que ayer se recog¨ªa ¨ªntegramente en estas p¨¢ginas de EL PA?S. Para contrarrestar los s¨ªndromes Esteve e Ibarretxe, se amenazaba sin gran ¨¦nfasis con que, de persistir la 'involuci¨®n auton¨®mica (sic)', en la pr¨®xima legislatura -'cu¨¢n largo me lo fi¨¢is'- se podr¨ªa llegar a 'romper el pacto constitucional (sic)'.
El discurso de Maragall que iniciaba las r¨¦plicas fue el modelo de lo que debe ser una intervenci¨®n parlamentaria en un debate de este tipo. Sin dejar de contextualizar el momento pol¨ªtico, el l¨ªder socialista expuso los motivos de desacuerdo con las insuficiencias pol¨ªticas del Gobierno de Pujol y los errores de gesti¨®n, e incluso se hizo una breve referencia a la pol¨ªtica clientelar y al aroma de corrupci¨®n de muchas de las actuaciones de la Generalitat. Ante ello, Pujol se limit¨® a no contestar, y Maragall, a no insistir en sus cr¨ªticas concretas a la acci¨®n de gobierno, con lo cual se hurt¨® el debate que resultaba de m¨¢s inter¨¦s.
M¨¢s incisivo se mostr¨®, sobre todo en sus r¨¦plicas, Alberto Fern¨¢ndez, el cual argument¨® muy bien sus cr¨ªticas y mostr¨® las contradicciones en las que se mueve el discurso pujolista. Las r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas a su intervenci¨®n fueron el momento m¨¢s brillante del d¨ªa. Carod, en cambio, repiti¨® el viejo y tedioso discurso del nacionalismo rancio, victimista, nost¨¢lgico, insolidario y demag¨®gico, que dio lugar a que Pujol apareciera, por contraste, como un estadista moderno, realista y capacitado. Finalmente, Rib¨® estuvo en su habitual l¨ªnea combativa, acertado en su cr¨ªtica a las insuficiencias sociales de la pol¨ªtica del Gobierno de Pujol.
En definitiva, fue un debate de guante blanco. Algo falla en nuestra democracia parlamentaria para que, un a?o tras otro, siempre suceda lo mismo. Es sabido que vivimos en un oasis pol¨ªtico: el trato respetuoso que se le daba a Pujol -y al que ¨¦l correspond¨ªa con un maleducado desprecio, especialmente a Maragall- es un ejemplo de ello. Pero quiz¨¢ el procedimiento parlamentario no es el adecuado para que los temas sean tratados con la profundidad suficiente. La reforma del Parlament -de la que nadie habla- es una de las muchas reformas pol¨ªticas pendientes de este pa¨ªs.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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