Metamorfosis
Cuando se despert¨® esa ma?ana tras un sue?o reparador y profundo, la casulla y la mitra segu¨ªan sobre la percha. Sin embargo, al intentar incorporarse y desplazar su cuerpo hacia un lado de la cama, descubri¨® con estupor que se hab¨ªa convertido en un insecto descomunal. Tumbado sobre su espalda, dura como un caparaz¨®n, y adelantando con esfuerzo la cabeza, ve¨ªa un vientre hinchado y viscoso, embutido en grandes anillos articulados que vibraban al menor movimiento. Sus brazos y sus piernas eran ahora 12 patas oscuras que se debat¨ªan con desesperaci¨®n en el vac¨ªo. Pod¨ªa ser un sue?o, pero nada confirmaba que as¨ª fuera. Su dormitorio manten¨ªa el orden de siempre: el ropero, los sillones, el enorme retrato de Juan Pablo II en la pared del fondo o la ventana, por la que entraba en ese instante la luz plomiza de un d¨ªa de lluvia. Quiz¨¢ le conviniese cerrar de nuevo los ojos y regresar al sue?o para olvidarse de una locura como aqu¨¦lla, pero le resultaba del todo imposible porque estaba habituado a dormir de perfil y su estado actual no le permit¨ªa alcanzar esa postura. Aunque se lanzase con energ¨ªa hacia el lado derecho, una y otra vez acababa balance¨¢ndose sobre su espalda. Y no dej¨® de intentarlo decenas de veces, incluso con los ojos cerrados para no ver aquella hilera de patas que ara?aban el aire con rabiosa docilidad. Ya abatido, entregado a la inutilidad de sus esfuerzos, entr¨® en un estado de reflexi¨®n. Y en ello estaba cuando alguien llam¨® cautelosamente a la puerta para recordarle que era tarde, muy tarde, y que no llegar¨ªa a tiempo a la Conferencia Episcopal. En aquel momento trat¨® de gritar desesperadamente, pero de su boca sali¨® una vagido vibrante y met¨¢lico que nadie pudo o¨ªr. El golpe de sus antenas contra la cabecera de la cama le impidi¨® escuchar asimismo el comentario de su asesor desde el otro lado de la puerta: 'Haga usted lo que quiera, monse?or. Comprendo que despu¨¦s de armarla con lo del Derecho Can¨®nico, el maltrato f¨ªsico y las causas de nulidad matrimonial prefiera quedarse en cama todo el d¨ªa. Ya inventar¨¦ una excusa'. Y se fue sin m¨¢s mientras su eminencia volv¨ªa a balancearse sobre aquel caparaz¨®n al ritmo dispar de sus patitas.
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