Premio gordo a la taca?er¨ªa
Un Celta defensivo gana en Mestalla despu¨¦s de que Cavallero le pare dos penaltis a Baraja
El Celta m¨¢s mezquino de los ¨²ltimos tiempos se llev¨® una inesperada victoria de Mestalla. ?C¨®mo? Encerr¨¢ndose a cal y canto, esperando a que el Valencia se desfondara y, entonces, en el ¨²ltimo suspiro, d¨¢ndole en la nuca el certero descabello. El portero Cavallero fue el h¨¦roe c¨¦ltico. El meta argentino detuvo dos penaltis a Baraja. Le comi¨® la moral. Se mof¨® de ¨¦l. Le bail¨® en la l¨ªnea de gol antes de cada lanzamiento y acab¨® par¨¢ndoselos. Picado en su orgullo, Baraja quiso tirar tambi¨¦n el segundo penalti pese a la insistencia de Mista. Pero antes Vagner hurg¨® como un toro en el punto de los 11 metros. Para desestabilizar a Baraja. Para sacarlo de quicio. Y lo lograron. Baraja se acord¨® de Mendieta, aguant¨® sin disparar hasta la ¨²ltima d¨¦cima de segundo, pero Cavallero, fiel a la escuela argentina, resisti¨® m¨¢s, hasta el l¨ªmite, sin echarse al suelo. Un penalti detenido al final de cada parte y ambos con un efecto psicol¨®gico devastador para los valencianistas. Sobre todo el segundo, del que ya el Valencia no levant¨® cabeza. Lo vio Lotina y dio entrada a Caudet para que, en la ¨²nica llegada c¨¦ltica, propiciara el penalti de Ca?izares. Y el postrer gol de Vagner, que, para mayor suspense, tambi¨¦n err¨® el disparo, o se lo detuvo Ca?izares, aunque el brasile?o aprovechara el rechace y entrara, a trancas y barrancas, con el bal¨®n en la porter¨ªa. Pese al tremendo disgusto, Mestalla ovacion¨® a sus jugadores. Su actitud fue irreprochable. Les falt¨® precisi¨®n y les sobr¨® cansancio. Al Celta la taca?er¨ªa le dio el premio gordo. Tal vez lo llamen oficio.
VALENCIA CELTA 1|
Valencia: Ca?izares; Curro Torres, Pellegrino, Ayala (Marchena, m. 60), Carboni; Rufete, Albelda, Baraja, Vicente; Aimar (S¨¢nchez, m. 85); y Carew (Mista, m. 68). Celta: Cavallero; Velasco (Caudet, m. 84), C¨¢ceres, Berizzo, Silvinho; Vagner, Luccin, Giovanella (Jos¨¦ Ignacio, m. 60); Mostovoi, Jesuli (Edu, m. 65); y Catahna. Gol: 0-1. M. 90. Vagner lanza un penalti, rechaza Ca?izares y el propio Vagner marca. ?rbitro: Rodr¨ªguez Santiago. Amonest¨® a Carboni, Mostovoi, Luccin, Catanha, Velasco, Berizzo, Baraja, C¨¢ceres, Vagner y Ca?izares. Cavallero par¨® sendos penaltis a Baraja en los m. 44 y 88. Unos 45.000 espectadores.
Al igual que el a?o pasado en Mestalla, la adrenalina tom¨® posesi¨®n del partido y hubo patadas de todos los colores. El ¨¢rbitro no supo c¨®mo atajarlas: demasiado blandito con las tarjetas amarillas. El centro del campo se convirti¨® en una mara?a de piernas y de codazos, sin nadie con medio segundo para pensar. Empez¨® la guerra Carboni, con una entrada de yudo a Mostovoi, pero de inmediato le tom¨® la delantera el Celta. El conjunto vigu¨¦s reparti¨® cera de manera fren¨¦tica. Y cada patada la ali?aba con un reguero de protestas, sinti¨¦ndose muy ofendido porque el ¨¢rbitro trataba de frenar el juego sucio. El jefe result¨® Berizzo, que agarr¨® del cuello a Carew dentro del ¨¢rea como si tal cosa y, cuando el ¨¢rbitro se?al¨® penalti, el central argentino fingi¨® sentirse el ser m¨¢s incomprendido de la tierra. Si lo que pretend¨ªa era intimidar al ¨¢rbitro, lo consigui¨® porque en la segunda parte cometi¨® otro penalti sobre Carew (lo agarr¨® cuando el noruego estaba saltando) y el colegiado no se dio por aludido. No contento con eso, Berizzo le volvi¨® a hacer otro penalti a Rufete que esta vez s¨ª vio el ¨¢rbitro asistente. Es una m¨¢quina de cometer penaltis.
Y Cavallero, de pararlos. Cuando le detuvo el primero a Baraja, le dedic¨® varias burlas al mediocampista vallisoletano en una acci¨®n que despu¨¦s resultar¨ªa decisiva. El bal¨®n apenas rod¨® unos minutos en toda la primera parte. Lo impidieron de mala manera entre unos y otros. Eso s¨ª, todo el inter¨¦s por jugar al f¨²tbol fue del Valencia, que trat¨® de que sus centrocampistas llevaran el peso del encuentro. Imposible. Sobre todo, en el caso de Aimar, perseguido arriba y abajo por el vigoroso Luccin. Esta vez el poder¨ªo f¨ªsico de Albelda se vio igualado e incluso superado por el de Luccin y, sobre todo, el de Vagner, de una musculatura impactante. En medio de la opacidad centelle¨® la figura de un Carew en estado de gracia. Particip¨® en dos acciones y en la dos dej¨® sello de buen delantero.
El Celta no existi¨® m¨¢s all¨¢ de su campo con la liviana excepci¨®n de Jesuli, que firm¨® alg¨²n detalle de su calidad. El cuadro de Ben¨ªtez aument¨® m¨¢s si cabe la intensidad de su ataque en el arranque del segundo tiempo, convencido de que tarde o temprano madurar¨ªa el partido. Por si el Celta se cansaba de defender. Por si se despistaba tan siquiera un instante. Sucedi¨® lo contrario. No solamente no se cans¨® el Celta de defenderse, sino que el que se hart¨® fue el Valencia de atacar sin fruto. Ben¨ªtez retir¨® a Aimar y el Celta le sac¨® punta a la frescura de Caudet. Lotina celebr¨® el fin del viejo y exuberante estilo c¨¦ltico, el ¨¦xito de la racaner¨ªa. Eso que los t¨¦cnicos llaman oficio.
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